Andrés Malamud: “El gran problema de Alberto Fernández es Buenos Aires, una provincia demasiado grande para ser gobernada y domesticada”

El politólogo analizó las diferencias y la grieta entre el cristinismo y el ala albertista del Gobierno a raíz de la polémica sobre si hay o no presos políticos en la Argentina

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El presidente Alberto Fernández junto al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof
El presidente Alberto Fernández junto al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof

El politólogo Andrés Malamud analizó este martes cómo se ha potenciado el enfrentamiento entre las dos facciones que están en el poder luego de que en los últimos días se profundizaran las diferencias y la grieta entre el cristinismo y el ala albertista del Gobierno a raíz de la polémica sobre si hay o no presos políticos en la Argentina.

La controversia interna se hizo mucho más fuerte y relevante tras la presentación de Cristina Kirchner en Cuba, situación que pone en duda el orden político y plantea la pregunta: ¿quién manda en la Argentina?

Alberto Fernández no logra que su propia coalición sea homogénea. Hay parte que le exige un giro mayor a la izquierda. Para Malamud si no está claro quién manda, es muy difícil reconstruir la confianza. ¿Cómo va a administrar el Presidente esa interna?

Según el politólogo, todos los partidos tienen internas pero no todos las tienen por las mismas razones. “Los partidos de izquierda tienen internas por la doctrina, el radicalismo dice que tiene internas por la doctrina pero la tiene por los cargos, el peronismo las tiene por el poder. Y en este momento atacan a Alberto, no por sus desvíos ideológicos, sino por su debilidad política. Estamos viendo un Presidente debilitado y en el peronismo no se acepta la debilidad. Eso es malo para todos”.

Malamud recordó otros mandatarios sin poder. “En la Argentina hubo menos presidentes débiles que fuertes y terminaron peor, como Isabel (Perón) y (Fernando) De la Rúa. La debilidad de Alberto, que se manifiesta en el ataque interno que sufre por parte de su mismo partido, no es buena noticia para el país”, enfatizó.

La grieta entre el cristinismo y el ala albertista
La grieta entre el cristinismo y el ala albertista

En un largo reportaje en Radio Mitre, Malamud recordó que todo presidente tiene su poder basado en dos patas: la Constitución y la mayoría y la disciplina partidaria. “Por ahora Alberto no cuenta con una gran disidencia en el Congreso. Tampoco tiene grandes problemas con el poder judicial. Tiene una relación más que manejable con la Corte. Y tampoco tiene conflicto con la vicepresidencia. El gran problema de Alberto Fernández va a ser fiscal y su conflicto con la provincia de Buenos Aires. Es decir, la disputa eterna en Argentina entre el poder federal y las provincias, la disputa por el dinero y la coparticipación. Y Buenos Aires es clave por dos razones: una es el desequilibrio entre lo que pone y lo que saca (aporta el 40% y se lleva el 20%). Lo otro, es la fuerte palanca que tiene en el poder, en este caso desde la vicepresidencia”.

“Kicillof tiene como ariete a Cristina Kirchner. Algunos pensaban que era al revés, que Cristina disputa el poder con Alberto y Kicillof es su arma. Pero es invertido: Kicillof es el hijo político de Cristina; Kicillof es el que necesita gobernar una provincia ingobernable y para eso necesita mucha más plata de la que tiene y se la tiene que sacar a los demás. Cristina es funcional a esta necesidad bonaerense que tiene Kicillof de sobrevivir. El problema está en la Provincia de Buenos Aires”.

Al ser consultado sobre la exigencia de Cristina Kirchner para que se cambie el tono de la negociación con el FMI, Malamud fue contundente: “El contenido de lo que dice Cristina es lo que ella piensa desde hace tiempo, pero la oportunidad se adjudica a la debilidad de Alberto”.

Malamud aseguró que si el Presidente no hubiera tenido los dos traspiés en la negociación de la deuda y la colocación de bonos en el mercado, no tendría este levantamiento interno.

Se le sublevan porque está débil y como está débil lo hacen sangrar, y le piden impunidad. De eso se trata la discusión de los presos políticos. Si el Presidente fuera fuerte, esta discusión no se estaría dando. El problema es que la economía se debilita y lamentablemente el ministro Guzmán, que sabe mucho del tema, no la está embocando. No es una desgracia para el peronismo, es un problema para Alberto y una desgracia para el país”, reflexionó.

El círculo se retroalimenta

“El Presidente es débil, por débil lo atacan y los mercados huyen. Pero si hubiera alguien al timón, el escenario podría cambiar. Estas disputas no ayudan. Pero las disputas se basan en un Presidente que nace debilitado y no embocó políticamente la renegociación de la deuda y de eso depende el futuro de la economía y la estabilidad del gobierno”, insistió el analista.

Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Axel Kicillof (foto: Presidencia de la Nación)
Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Axel Kicillof (foto: Presidencia de la Nación)

Respecto al volantazo en la política exterior de Alberto Fernández, Malamud dijo que detrás de eso también está Cristina Kirchner. “En el fondo ella también es pragmática, pero no tiene los mismos objetivos que Alberto. Se dice que la reunión a Israel fue por una sugerencia de Cristina. Fue muy inteligente. Los intereses no son los mismos, pero en este caso convergieron”, explicó.

Según el politólogo, la política exterior de Alberto es muy razonable como lo fue durante la campaña. “Una alianza electoral no es lo mismo que una alianza de gobierno. A veces para llegar al gobierno uno tiene que negociar, eso pasa en todos lados. En este momento Alberto está haciendo lo que necesita para alinear sus tres prioridades: la deuda, la estabilidad y el crecimiento”, agregó.

Sin embargo, Malamud recordó que este gobierno no tiene un plan de desarrollo. “Alberto dice que tiene un plan y que lo esconden. Pero es razonable que no lo tengan, porque si no se arregla la deuda no se estabiliza la economía y si no se estabiliza la economía, no hay desarrollo posible. Las prioridades están bien alineadas, el problema es que este Gobierno no tiene fortaleza porque está errando la negociación con los acreedores y porque por dentro tiene una quinta columna, que no es la vicepresidenta, sino la Provincia de Buenos Aires”.

El gran problema de Argentina es Buenos Aires, una provincia demasiado grande para ser gobernada y domesticada. Ni cuando estaba (María Eugenia) Vidal tampoco podía hacer mucho para ayudar a Macri y se hunden mutuamente. No es que Kicillof sea una mala persona y Vidal sea buena, el problema es de estructura. La provincia de Buenos Aires es inviable con el dinero que recibe”, ratificó.

Aunque admitió que Buenos Aires es muy importante por los votos, para el analista ese territorio es más importante por la calle. “La movilización callejera y la crisis fiscal pueden voltear un Presidente. Es una provincia que calcina a los que la gobiernan”, concluyó.

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