
El 28 de octubre ocupa un lugar central en la vida religiosa y cultural de Lima, no solo por la multitudinaria procesión del Señor de los Milagros, sino también por el recuerdo de los terremotos que han marcado la historia de la ciudad. La coincidencia de estos sucesos ha forjado un mito donde la fe y la resiliencia se entrelazan ante la adversidad.
Cada año, la capital peruana se tiñe de morado. Entre cánticos, incienso y plegarias, miles de fieles acompañan al Cristo Moreno en un recorrido que es tanto un acto de fe como una memoria colectiva de los desastres naturales que pusieron a prueba la fortaleza de Lima. La tradición, que hunde sus raíces en el siglo XVII, no solo invoca lo divino, sino también la esperanza frente al poder impredecible de la tierra.
La devoción al Señor de los Milagros surgió en el siglo XVII. En 1651, un esclavo angoleño conocido como Pedro Dalcón o “Benito” pintó la imagen de Cristo crucificado sobre una pared de adobe en el barrio de Pachacamilla, a las afueras de la entonces “Ciudad de los Reyes”. La pintura, reconocida también como Cristo de Pachacamilla, se transformó rápidamente en un punto de convergencia espiritual para afrodescendientes e indígenas. Con el tiempo sumó nombres como Cristo Moreno y Señor de los Temblores.
El milagro en medio de los terremotos

La consolidación de esta devoción se relaciona directamente con los desastres naturales que afectaron Lima y Callao. El terremoto del 13 de noviembre de 1655, de magnitud aproximada de 7,8 grados, destruyó templos y viviendas y causó miles de víctimas, sumiendo a la población en el desconcierto. En medio de la destrucción, la pared con la imagen de Cristo de Pachacamilla quedó intacta, lo que fortaleció la creencia en su poder milagroso. Crónicas recogidas por Infobae señalan que la intensidad llegó al nivel IX en Callao y VIII en Lima en la escala Mercalli modificada, evidencia de la magnitud del desastre.
El virrey Luis Enríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste, intentó eliminar la imagen por considerarla producto de la superstición. Los encargados de borrar la pintura no lo lograron; algunos huyeron asustados y la figura permaneció imborrable. Este episodio, conocido como el “milagro de la pared”, es el núcleo de la leyenda. El teólogo Hidalgo señaló: “Se van viendo estos milagros y sobre todo el prodigio de que la imagen no permite ser borrada”.
Con el tiempo, la devoción se institucionalizó. En 1671, bajo el mandato del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, conde de Lemos, se edificó una ermita provisional y se celebró la primera misa oficial ante la imagen. Tras otro terremoto en 1687, que destruyó gran parte de Lima, pero no afectó la pared de Pachacamilla, se organizó la primera procesión con una copia al óleo de la imagen, llevada en andas por las calles.
El terremoto de 1746 y el mito del “mes de los temblores”

El 28 de octubre de 1746 se registra como la fecha del terremoto más devastador de Lima, con una magnitud estimada de 8,8 grados. De las 3.000 viviendas, solo 25 quedaron en pie, y el Callao fue arrasado por un tsunami que ocasionó cerca de 1.800 muertes entre sus 5.000 habitantes. Este desastre, junto a los sismos de 1966 y 1974 —ambos en octubre—, reforzó la creencia de que este mes es el “mes de los temblores”.
La religiosidad popular cimentó el mito, pues la imagen del Señor de los Milagros resistió todos estos terremotos, erigiéndose en símbolo de protección y esperanza. El mural de Cristo crucificado no resultó dañado en 1655, 1687 ni 1746, lo que afianzó la percepción de que el Cristo Moreno protege Lima durante su mes “sagrado”.
La ciencia ofrece otra perspectiva. Hernando Tavera, presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú (IGP), puntualizó que no existe fundamento técnico para considerar octubre como un mes especial para los terremotos en Perú. “El tema de que las personas asocien el mes de octubre al mes de los terremotos o de los sismos es simplemente un tema de tradición. Los eventos más importantes que han quedado en la retina de la población de Lima ocurrieron en 1746 y 1974. El de 1974, nuestros padres y abuelos lo han pasado, y es trágico este mes”.
El especialista recordó que Perú ha sufrido grandes terremotos en diversas épocas, como el de Yungay en mayo de 1970, que sepultó toda una ciudad. La posición del país en el Cinturón de Fuego del Pacífico incrementa el riesgo sísmico de manera permanente, sin relación con el calendario. “Los terremotos simplemente ocurren cuando deben ocurrir”, recalcó Tavera.
Además, la comunidad científica advierte sobre un riesgo concreto: el silencio sísmico en la costa central. Los terremotos de 1940, 1966 y 1974 solo liberaron entre el 25 % y el 30 % de la energía acumulada, lo que implica una probabilidad significativa de un sismo futuro superior a 8,5 grados.
Un sismo similar al de 1974 tendría hoy un impacto mucho mayor. Lima Metropolitana y Callao han triplicado su tamaño desde entonces. Distritos como San Juan de Lurigancho, Villa El Salvador y Puente Piedra presentan alto riesgo por la cantidad de edificaciones autoconstruidas y la densidad de población. “El Estado está haciendo un esfuerzo importante en difundir la cultura de la prevención, pero la población aún no se compromete lo suficiente”, sostuvo Tavera.
El mes morado y la herencia devocional

La devoción al Señor de los Milagros se vive con especial intensidad en el “mes morado” de octubre. La túnica violeta, distintiva entre los fieles, tiene su origen en una visión mística de Antonia Lucía Maldonado, fundadora del Colegio de Nazarenas. El atuendo masculino carece de mangas y lleva un cordón blanco en alusión al sufrimiento de Jesús; el femenino es de mangas largas y se acompaña de un velo blanco. El color morado expresa penitencia, recogimiento y preparación espiritual.
Durante la procesión, el humo del incienso, esparcido por las sahumadoras, crea un ambiente de recogimiento y solemnidad. Convertirse en sahumadora requiere preparación, retiros espirituales y compromiso con la fe católica. El incienso simboliza purificación y eleva el carácter colectivo del acto. La procesión incorpora himnos tradicionales, pétalos de flores y la presencia de multitudes que acompañan a la imagen entre cánticos y oraciones.
En octubre destacan los postres típicos limeños, como la mazamorra morada y el turrón de Doña Pepa, fusionando la espiritualidad con la identidad culinaria.
Hermandad, procesiones y expansión mundial

La Hermandad del Señor de los Milagros coordina las procesiones y preserva las tradiciones. Bajo una estructura jerárquica con cuadrillas y mayordomía, la organización supervisa los aspectos logísticos, financieros y ceremoniales. Sus voluntarios cargan el anda, montan estructuras y desarrollan actividades de caridad durante todo el año.
La devoción al Señor de los Milagros superofronteras. Se replica en ciudades de Estados Unidos, España, Italia, Argentina, Chile y Francia, donde las comunidades peruanas han convertido octubre en una ocasión central para mantener vivos los lazos con su país.
Más Noticias
Qué se celebra el 16 de diciembre en el Perú: una fecha marcada por hitos de transformación nacional
Los acontecimientos de este día revelan momentos clave en la historia peruana, desde avances en infraestructura y educación hasta episodios de violencia que han modelado la identidad y los desafíos del país

¿Cuál es la diferencia entre ansiedad y angustia?
La principal diferencia entre ansiedad y angustia radica en su origen y en la forma en que se experimentan

Salud ginecológica: cómo mantener un útero sano
Los miomas uterinos, la endometriosis y el cáncer de cuello uterino figuran entre las principales causas de consulta ginecológica, hospitalización y tratamientos prolongados

César Vásquez responde a exviceministro del Minsa y niega responsabilidad en desabastecimiento de medicamentos en Perú: “Es falso”
El ahora candidato al Senado por APP aseguró que, por el contrario, en su administración aumentó la inversión en fármacos y negó la alta rotación de directores

Luis Ramos ficha por Alianza Lima por tres años con la mente puesta en ganarse un espacio entre los titulares
El ‘Tanque’ desembarca en La Victoria después de una temporada goleadora en América de Cali. Llega bajo la fórmula de compra procedente del Cusco FC. Su contrato es por tres periodos



