
Cuidar la salud auditiva es fundamental para mantener una buena calidad de vida. La exposición constante a ruidos fuertes puede dañar de manera progresiva el oído interno y causar problemas como pérdida de audición, tinnitus (zumbidos) o sensibilidad auditiva extrema. Según datos del Ministerio de Salud (Minsa) y el Seguro Social de Salud (EsSalud), una de cada cinco personas en zonas urbanas del Perú está expuesta a niveles de ruido superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), especialmente en el transporte público, obras de construcción y zonas comerciales.
Sin embargo, no todos los problemas auditivos están relacionados con el daño físico al oído. Algunas personas sufren un trastorno mucho menos conocido pero igualmente incapacitante: la fonofobia, que no es una alteración auditiva, sino un trastorno psicológico caracterizado por un miedo intenso, irracional o desproporcionado a ciertos sonidos cotidianos.
Síntomas de la fonofobia
La fonofobia, también conocida como sonofobia, es un tipo de fobia específica que genera ansiedad, angustia e incluso pánico ante sonidos que, para la mayoría de personas, son inofensivos o tolerables. Estos sonidos pueden ser fuertes, repetitivos o, incluso, suaves, dependiendo de la experiencia personal de quien la padece.
Entre los síntomas más comunes se encuentran:
- Ansiedad anticipatoria: solo pensar en el sonido que se teme puede generar malestar, nerviosismo o angustia.
- Sudoración excesiva y taquicardia al escuchar el sonido desencadenante.
- Evitar lugares o situaciones donde puedan aparecer esos sonidos (por ejemplo, fiestas, cines, conciertos, tráfico vehicular o incluso reuniones familiares).
- Náuseas, temblores o mareos cuando el sonido se presenta inesperadamente.
- Ataques de pánico en casos más graves, acompañados de dificultad para respirar o sensación de pérdida de control.
- Irritabilidad o enojo como respuesta al sonido, en lugar de miedo.
Cabe señalar que este miedo no se debe a una sensibilidad auditiva o a un problema físico del oído, sino que se trata de una reacción emocional y psicológica.
¿Qué es la fonofobia?

La fonofobia es una fobia específica reconocida por profesionales de la salud mental, y está estrechamente relacionada con los trastornos de ansiedad. Quienes la padecen no presentan necesariamente daño auditivo ni problemas con la percepción del sonido en sí, sino una reacción emocional extrema ante ciertos estímulos auditivos.
A diferencia de la hiperacusia (que implica una percepción física aumentada del sonido) o la misofonía (aversión específica a ciertos ruidos como masticar o respirar), la fonofobia se centra en el miedo, que puede estar vinculado a experiencias traumáticas previas. Por ejemplo, una persona que vivió un accidente con fuegos artificiales podría desarrollar fonofobia ante cualquier ruido explosivo, incluso si es lejano o leve.
Este miedo puede interferir con la vida diaria, afectar el trabajo, las relaciones sociales o la tranquilidad dentro del hogar, y en muchos casos, la persona no se atreve a buscar ayuda por miedo a que su fobia no sea comprendida o sea minimizada.
El tratamiento para la fonofobia suele incluir psicoterapia cognitivo-conductual, técnicas de exposición gradual y, en algunos casos, medicación para controlar la ansiedad. La intervención oportuna con profesionales de salud mental es clave para recuperar el bienestar emocional.
Otras situaciones en las que se presenta la fonofobia

Además de su forma como trastorno fóbico, la fonofobia también puede aparecer como síntoma secundario en otras condiciones de salud, particularmente en casos de migraña.
Durante un episodio de migraña, muchas personas desarrollan una hipersensibilidad a los estímulos sensoriales, entre ellos los sonidos. Esta fonofobia migrañosa no responde a un miedo irracional, sino a una reacción del sistema nervioso que percibe los sonidos como intensamente molestos o dolorosos, incluso a volúmenes normales. Se diferencia de la fonofobia fóbica porque aquí el desencadenante no es el miedo, sino la molestia neurológica.
Asimismo, la fonofobia puede estar presente en personas con:
- Trastorno de estrés postraumático (TEPT), cuando ciertos sonidos recuerdan eventos traumáticos.
- Trastornos del espectro autista, donde algunos estímulos sensoriales son difíciles de procesar.
- Trastornos de ansiedad generalizada o fobias múltiples, donde los sonidos se suman a otras fuentes de angustia.
En estos casos, la fonofobia puede necesitar un abordaje multidisciplinario que incluya a neurólogos, psiquiatras y psicólogos clínicos.
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