
Un día como hoy pero hace 106 años nacía Eva Perón. Y con ella, nacía también una forma nueva y valiente de amar al pueblo. Evita fue mucho más que una mujer excepcional: fue una voz que rompió el silencio, una mano extendida que no pidió permiso, un rostro que se multiplicó en millones.
Su lucha por la justicia social no fue una idea abstracta, fue una práctica concreta de dignidad: hospitales, derechos, hogares, trabajo, voto femenino. Evita no pensaba en la historia como un escenario de héroes solitarios, sino como un destino compartido. Por eso decía que “donde hay una necesidad, nace un derecho”. Porque entendía que los pueblos no se salvan de a uno, se salvan de a todos.
Ese mismo espíritu es el que Juan Salvo encarna en El Eternauta, la gran historieta argentina creada por Héctor Oesterheld. No como un superhéroe individual, sino como el símbolo de un colectivo que resiste, que se organiza, que defiende lo común frente a la adversidad. El héroe de El Eternauta es el pueblo en movimiento. Es, también, la Evita que vive en cada mujer que lucha, en cada pibe que sueña con un futuro mejor, en cada barrio que se organiza frente al ajuste y a la crueldad de la destrucción de los derechos.
Hoy, que algunos quieren convencernos de que no hay futuro común, de que solo vale salvarse solo, Evita vuelve a decirnos que la verdadera fuerza está en la comunidad. En el amor al prójimo. En lo colectivo. En la solidaridad. En la justicia social como horizonte.
A 106 años de su nacimiento, Evita no es solo memoria. Es una brújula.

(*) La autora es sobrina nieta de Eva Perón, y jefa de asesores de la Provincia de Buenos Aires
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