Es tiempo explicar cómo se van a solucionar los problemas del país

Ya hemos vivido experiencias de búsqueda de soluciones mágicas a problemas complejos, con populismos de izquierda y derecha. Tristemente, ya conocemos los resultados

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Javier Milei en San Luis
Javier Milei en San Luis

Todas las encuestadoras tenían relevamientos previos que anticipaban que las PASO se iban a definir con un resultado de tercios parejos. Pero sí fue una sorpresa que el candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, pasara del tercer puesto que se le anticipaba, al primer lugar. Se mostró al ganador como protagonista de una performance descollante cuando contó con algunas ventajas objetivas que mejoraron sus chances, además de que apeló a un discurso que permeó con fuerza en muchos sectores de una sociedad que está muy angustiada y enojada -con sobrados motivos- y que me propongo analizar a continuación.

Para empezar, el único espacio político que no tenía competencia hacia adentro en las PASO fue La Libertad Avanza. Entonces, cuando el único objetivo de la campaña es calificar para la elección general, se tiene más grado de libertad, para opinar y exponer la idea de lo que se tiene que hacer. Como contrapartida, el oficialismo tuvo una competencia muy sui generis –pero la tuvo-, en tanto que Juntos por el Cambio enfrentó una primaria muy pareja que llevó al espacio a enfocarse más hacia adentro de la coalición que hacia afuera en un proceso en el que la diferenciación de los precandidatos fue absolutamente necesaria pero que para una sociedad con el estado de ánimo descrito, no resultó tan atractivo.

En un país con una inflación de dos dígitos -la proyección de la inflación anual va a estar mínimo en 145 a 150 por ciento-; cifras de pobreza cercanas al 45 o 47 por ciento; con la pobreza en jóvenes y niñas y niños menores de 18 años arriba del 60 por ciento y cifras de indigencia de dos dígitos, es esperable que la angustia, la bronca y la frustración dominen el estado de ánimo de la gente y el resultado es una sociedad muy propicia a adherir al espejismo. A soluciones mágicas para problemas complejos. Algo que -tristemente- ya hemos vivido.

Más de 170 académicos en Economía –de las más variadas extracciones ideológicas- han explicitado en estos días que es un espejismo el famoso concepto de “yo voy a dolarizar la economía”, que es lo que el candidato Javier Milei decía y que muchos argentinos y argentinas -y particularmente los que más sufren el impacto de la inflación, los sectores más humildes, de menor ingreso- entendieron que es un uno a uno lineal. Hubo mucha gente que el 13 de agosto fue a votar por Milei porque creía que si su ingreso era de 100 mil pesos, con Milei presidente pasará a ser de 100 mil dólares. También habló de bajar así como así 15 puntos del gasto público. O sea: soluciones mágicas.

Y soluciones mágicas de las que los argentinos ya tenemos dolorosas experiencias.

En 2001 fue la explosión -o la implosión- de la convertibilidad: otro espejismo ejecutado por Carlos Menem a principios de los años 90′ que nos llevó a creer que podíamos vivir en “el uno a uno”; que cada peso valía un dólar; que era más barato irse a vacacionar a Brasil que a Mar del Plata o Carlos Paz. Lo mismo nos pasó en la dictadura con “la tablita” del entonces ministro de Economía José Martínez de Hoz, a fines de los años ‘70 y principios de los 80 cuando -los que podían- viajaban a Miami y Brasil y allí se hizo famoso el “deme dos” de los argentinos… que fue germen del endeudamiento que terminó condicionando a nuestra renaciente democracia. Y luego, si la salida de la convertibilidad fue explosiva, un esquema más rígido como una dolarización lisa y llana, tendría consecuencias inimaginables.

Otro pilar del discurso de Milei es el famoso tema de la motosierra “para ir contra la casta” que –otra vez- tiene asidero en una mayoría de ciudadanos que perciben que –lamentablemente- en estos 40 años de democracia los resultados no han sido buenos y perciben muy mal a cualquier tipo de dirigencia, pero particularmente a la política y la gremial. Pero el punto inquietante es la idea de “odio a la casta” que infunde con irresponsabilidad –nuevamente-, toda vez que es sabido que el odio es un combustible de movilización masiva muy peligroso.

La democracia implica tolerancia, respetar la idea ajena y un lenguaje. Días atrás un referente del partido de Milei aseguró que van “a hacer desaparecer a la casta”. Este lenguaje bélico, de odio, diríase que de exterminación, en combinación con el espejismo de la dolarización, conlleva muy serios riesgos.

Pero lo bueno es que aún hay lugar para el optimismo. Y es porque en esta etapa es cuando cada coalición tiene que dejar el terreno de la promesa para explicarles a los votantes qué y cómo las va a concretar. El candidato de La Libertad Avanza, a menos de un mes de realizadas las PASO- ya relativizó el tema de la dolarización y terminó afirmando que no hay tal cosa sino que habrá una “competencia de monedas”… Ya no es tan fácil decirle a la gente “vos quedate tranquilo, votame a mí”.

Ya hemos vivido experiencias de búsqueda de atajos, de soluciones mágicas, a problemas complejos, con populismos de distinto sesgo: de izquierda y derecha. El actual es el que promete un Estado proveedor infinito, aunque el Estado termine siendo un agujero negro que se lleva puesto toda la economía de la producción y del empleo privado. El déficit fiscal es este país que se ha quedado sin crédito, sin reservas, sin capacidad de aumentarle un impuesto a nadie, porque la carga tributaria es insostenible.

En este contexto es donde la candidata a presidenta Patricia Bullrich propone con más claridad cómo se harán las cosas, ya con un equipo de trabajo bien definido: Carlos Melconian, en el área económica; con Bernardo Saravia Frías, en el área institucional; Fabio Quetglas, en Educación y Desarrollo; Silvia Lospennato en el área de Desarrollo Humano y Género; y, debajo de ellos, numerosos cuadros técnicos preparados para decirle al pueblo argentino no sólo qué se va hacer, además de cómo y en qué plazo se va a ordenar el país.

Con otro punto a favor: en octubre se eligen también legisladores y Juntos por el Cambio es el único espacio con posibilidad de tener la primera minoría en la Cámara de Senadores por primera vez en más de 43 años donde siempre la mayoría la tuvo el PJ. Esa mayoría parlamentaria –también en la Cámara de Diputados- le dará sostenibilidad institucional y política al cambio que hace falta, con las leyes que hacen falta.