Equilibrio sin ancla

La receta del FMI para frenar la dinámica inflacionaria es ajustar aún más. El Gobierno deberá profundizar el ajuste sin generar una recesión y también tendrá que resistir la tentación de fogonear la demanda en un año electoral

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Fachada del Ministerio de Economía
Fachada del Ministerio de Economía

Sin un ancla cambiaria ni tarifaria, el IPC (INDEC) repuntó y alcanzó el 6% mensual en enero de 2023, respecto de febrero y acumulando 98,8% en los últimos 12 meses. Este es el registro más alto desde 1991. Los factores que explican la dinámica de precios recaen en la suba de tarifas de servicios públicos, servicios privados y combustibles, el incumplimiento de lo acordado en “Precios Justos”, la brecha cambiaria en 100% con una suba del dólar oficial del 5,4% mensual, la caída estacional de la demanda de pesos y la suba de precios estacionales. Se vuelve imperante anclar expectativas antes que los precios suban en la previa electoral.

Según el INDEC, la inflación de alimentos fue en enero de 6,8% y acumula un 98,4% interanual, levemente por debajo del IPC-General. Este es el registro mensual más elevado después del dato de agosto de 2022 (7%) post-renuncia de los últimos dos ministros. En enero, la inflación núcleo subió 5,4% mensual, 0,6 puntos porcentuales por debajo de la inflación general. En los últimos 12 meses, la inflación núcleo tuvo un acumulado de 94,4%. Por su parte, la inflación de “estacionales” aceleró contundentemente (7,9% mensual) y acumula en el último año un 131,7%. Los regulados, que se atrasaron contra el IPC-general en 2021 y 2022, aumentaron 7,1% el mes pasado y acumulan una suba de 93,5% interanual. Están corriendo al mismo ritmo que la inflación núcleo y más cerca del IPC-general.

Las tarifas de servicios públicos tuvieron un fuerte impacto en el número de inflación. Uno de los rubros con mayor incremento fue “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” (+8%) por el incremento de tarifas. Dentro de los servicios privados hubo incrementos en salud (medicina pre-paga de casi 7% mensual) y en el rubro “Comunicaciones” (+8%).

Asimismo, otro factor que impulsó los precios en enero fue la brecha cambiaria que se ubicó cerca del 100%. Además, el dólar oficial subió un 5,4% mensual en enero. El crawling peg hace que sea muy difícil quebrar la inercia inflacionaria. Fundamentalmente, impacta en los precios del rubro “alimentos y bebidas”. La brecha del 100% genera que el dólar oficial ya no sirva como ancla. Los pocos dólares para el pago de importaciones, provoca que se remarquen precios por encima del dólar oficial. Por otra parte, el acuerdo de “Precios Justos” tuvo una menor efectividad. Los Precios Justos se cumplen en supermercados, pero con faltantes importantes. En el resto de los precios sin acuerdos, remarcan a un ritmo de entre 6 y 9%.

La falta de dólares hará más difícil el cumplimiento de los acuerdos, ya que se prometió a cambio acceso a los dólares oficiales para importación. También, en enero y febrero, se da la reversión de la suba en la demanda de pesos que se produce en diciembre por el pago de aguinaldos, bonos extra, vacaciones y por el incremento de las necesidades del Tesoro Nacional. Es decir, hay menos demanda con la misma oferta de pesos. Habitualmente, el BCRA absorbe el excedente, aunque en enero pasado la base monetaria tuvo un incremento de $130.000 millones. Por último, en “alimentos”, que pondera cerca del 25% en el IPC-general, tuvo un incremento muy importante de los productos estacionales. Hay que considerar también que el efecto de la carne no impactó en el índice de precios de enero. Los precios de la hacienda subieron más de 40% en las últimas 6 semanas, pero se produjo el incremento en el mostrador a partir de los últimos días de enero. Por eso, el INDEC solo registró un incremento de 3,9% mensual en GBA. El grueso del impacto se reflejará en febrero. Y le pondrá un piso elevado al IPC de febrero, ya que la carne pondera entre 7% (GBA) y 13,3% (Noreste) en el IPC, dependiendo de la región del país.

En resumen, la receta del FMI para frenar la dinámica inflacionaria es ajustar aún más. Se deberá profundizar el ajuste fiscal, subir más la tasa de interés (tasa de interés real positiva) y enfriar la economía. Por esto, desde Economía tendrán que encontrar un equilibrio entre un ajuste que les permita evitar una recesión, que termine por achicar la recaudación tributaria y agrandar el agujero fiscal, y la tentación de fogonear la demanda interna en un año electoral. Ese punto de equilibrio es muy complejo, con una tasa de inflación de 6% mensual (100% anualizada). El único anclaje es el acuerdo con el FMI y el ajuste fiscal. Es lo que permite, hasta ahora, que los dólares alternativos y la brecha cambiaria no se disparen a niveles más elevados (130%/140%, octubre de 2020 o julio de 2022), la inflación se espiralice y la crisis se profundice. Sin ancla cambiaria y tarifaria, la inercia inflacionaria es más difícil de controlar. Como ocurrió en junio de 2022, cuando se sumaron más restricciones sobre las importaciones, la brecha cambiaria vuelve a estar bajo presión. Lo cual impactó sobre precios y actividad ante la falta de insumos importados. Y aún falta que se negocien salarios. Con un arranque tan elevado, se vuelve más complejo el escenario de negociación de las paritarias. Para romper con estos números es fundamental un programa de estabilización, que con la elección PASO dentro de 6 meses ya es tarde para implementar. Tampoco se disponen de otras herramientas típicas de los años impares, como el atraso de dólar y tarifas, hoy cercenadas por el acuerdo con el FMI y el contexto macroeconómico.

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