¿Qué hacemos con los argentinos racistas y transfóbicos en Qatar 2022?

Un grupo de hinchas salió en televisión desde Doha entonando cantitos discriminatorios contra la selección francesa y su estrella Kylian Mbappé. La prensa gala los destrozó, pero acá no pasó nada. ¿Se les podría aplicar derecho de admisión?

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La prensa francesa criticó el cántico xenófobo y homofóbico de fanáticos

Son unos pocos, pero aparecen en todos los mundiales. Violencia, reventa, quilombo. Seguro les pasa a otros países. Cada uno tendrá sus propios impresentables. Los nuestros, este año, arrancaron temprano. Los vimos en vivo y en directo durante una transmisión de TyC Sports desde Qatar. No era un grupo numeroso. No eran barras. No tenían conexiones con los negocitos institucionalizados del fútbol. Eran seis bobinas que se entusiasmaron con la cámara de un canal argento y el micrófono de un periodista llamado Matías Pelliccioni.

¿Qué hicieron? Se abrazaron y se pusieron a saltar al ritmo de la canción más discriminatoria del fútbol argentino: “Escuchen, corran la bola”, inmortalizada por Nueva Chicago contra su eterno rival, Almirante Brown. Como es habitual cuando se trata de usar cantitos de clubes con la selección, le cambiaron la letra. Un esfuerzo encomiable, por cierto, para quienes sienten que la hinchada argentina es tibiecita y aburrida. No sale del “vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos a ganar”, dicen. Hay que poner un poquito más de… aliento. Me incluyo entre quienes tienen esa nimia preocupación. Soy de las bosteras que sienten que el hincha de la selección es de River. Zonceras.

Los inadaptados que dieron la nota esta semana debieron pensar que iban a conformar aquel déficit de aliento. Agarraron la peor canción del fútbol argentino, la ajustaron a la albiceleste, le dejaron todos los condimentos racistas, homofóbicos, xenófobos y transfóbicos, y la performaron a los gritos en televisión, mientras un periodista interjectivo tiraba onomatopeyas, gestos y signos de repudio, pero les seguía regalando el micrófono, la cámara y el aire de uno de los principales canales de deportes del país.

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Voy a reproducir la elevada composición artística en su versión original y reversionada. Y no, esto no me hace cómplice de los bobinas ni ayuda a difundir su mensaje violento. Lo transcribo para subrayar la gravedad de lo que hicieron y les dejaron hacer, hasta ahora sin ninguna consecuencia más que el repudio de la prensa europea y de (una parte de) nuestra sociedad. Sí, acá a algunos les pareció gracioso o un temita menor. Otros eligieron concentrarse en rememorar el papelón que hizo el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) semanas atrás con su cuadernillo de recomendaciones para evitar la discriminación en la cobertura periodística del Mundial, y que critiqué aquí.

Versión original

“Escuchen corran, la bola se hicieron putos los negros de Casanova. Qué lindo es, vamo’ a coger, allá en los ranchos cerca de la ruta 3. Los negros llega la noche y se visten de mujer para hacer un par de pesos porque tienen que comer”.

Versión bobinas en Qatar

“Escuchen, corran la bola, juegan en Francia pero son todos de Angola. Qué lindo es, van a correr, son cometravas como el puto de Mbappé. Su vieja es nigeriana; su viejo, camerunés, pero en el documento... Nacionalidad: Francés”.

Y no pasa nada. Racismo. Nada. Xenofobia. Nada. Homofobia. Nada. Transfobia. Nada. La AFA duerme la siesta, el Ministerio de Seguridad discute con la Vicepresidenta por los gendarmes al Conurbano sí o los gendarmes al Conurbano no, y la titular del INADI se pelea con un periodista que se burla del organismo por un tuit falso (y muy divertido). Este también vale la pena reproducirlo. Es una versión políticamente correcta del cantito de la hinchada de Nueva Chicago. Lo creó en Twitter el abogado Mariano Bär y lo viralizó la cuenta “El Buni” simulando que se trataba de una propuesta del INADI.

infobae

Esto de la versión apta INADI es interesante, porque “El Buni” la usó para poner en discusión lo del racismo con un tuit de un ingeniero congolés que, contestándole a un medio africano, dijo que no veía ningún problema con el cantito de los hinchas argentinos. “¿Qué, los franceses no saben que roban su talento de África? Vivimos en un mundo en el que Dembele es francés, pero Salah es egipcio y Théo Bongonda es congolés”, refirió.

Pero está discusión trascendente que, permítanme, dudo que estuviera en la cabeza de los bobinas de Qatar, de todos modos no alcanza a tapar su homofobia y transfobia cuando mencionan al astro francés Mbappé, a quien tratan de “puto” y “cometrava” porque está en pareja con una mujer trans. No, no voy agregar que es modelo, porque si fuera plomera no cambiaría nada. Hay algo en “la modelo trans novia de Mbappé” del orden de “ojo que es linda, es femenina y parece una mujer”. Es una mujer, chicos. Y lo sería aunque fuera fea o menos feminizada.

Volvamos a los bobinas de Qatar. Horas después, ante el mismo medio y con el mismo cronista, pidieron disculpas. “Perdón a la gente que ofendimos. Perdón, de verdad. No somos millonarios, no somos racistas, nada. Nos equivocamos, somos humanos”. ¿No somos millonarios? ¿Querrán decir que no son de River o asumen que el racismo y la transfobia solo son un problema si vienen de los ricos?

Rarísimas disculpas, pero disculpas. Si tan solo hubiera un organismo del Estado dedicado a la lucha contra la discriminación, se podría haber aprovechado lo ocurrido para aprender algo. Se podría haber puesto en discusión lo del racismo. Con los bobinas, digo, en los mismos medios. Se podrían haber explicado las consecuencias que tiene la homofobia y la transfobia para la vida de las personas. Las muertes. Los daños. La matanza y el identicidio, como dice la escritora argentina Camila Sosa Villada. Escúchenla. Léanla. Y no me refiero a su ficción, aunque a eso también.

En paralelo, para las situaciones más graves, se podrían pensar soluciones desde la AFA y el Ministerio de Seguridad. ¿Por qué no se aplica el derecho de admisión? Argentina mandó a Qatar una lista de casi 6.000 hinchas con prohibiciones de ingreso a estadios de fútbol. Incluye a barras violentos, pero también a quienes tienen otro tipo de restricciones (por ejemplo, por incumplimiento de la cuota alimentaria).

Las normas de seguridad permiten que el Ministerio incluya en el Registro Nacional de Personas con Derecho de Admisión en Espectáculos Futbolísticos a, entre otros, quienes trasladándose hacia o desde un estadio deportivo, en ocasión de un espectáculo futbolístico, cometen acciones violentas contra las personas. ¿Acaso el racismo y la transfobia no son violencia?

Entre la educación y la sanción hay, por supuesto, un mundo de alternativas. Tenemos que empezar a discutirlas. Porque mientras las autoridades miran para otro lado y en Twitter hacemos lo que sabemos hacer (discutir corrección política), no pasa nada. Unos tipos le gritan puto cometrava a la estrella del fútbol francés en televisión y no pasa nada.

¿Qué habría pasado si en Alemania 2006 los locales hubieran salido a cantar “son amarretes como el ruso de Sorín”? O de Pekerman, ponele, que rima menos, pero también es judío. O ¿qué haríamos ahora si nuestros hinchas, en vez de explícitamente racistas y transfóbicos, fueran antisemitas confesos y cantaran barbaridades ante las cámaras de TyC Sports mientras un periodista pone cara de “uy, qué grave, man”, pero no hace nada más que seguir transmitiendo el mensaje?

Pensémoslo. Chau, me voy a Qatar.

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