
Hay por delante una corrección de los grandes desajustes macroeconómicos, los cuales tendrán costos económicos, políticos y sociales. Pero también en el escenario internacional hay amenazas que pueden acelerar estas correcciones y esos costos.
La Reserva Federal de los Estados Unidos bajó la tasa de interés al 0% anual en 2008 para enfrentar la crisis de las hipotecas subprime. La medida fue efectiva en contribuir a la recuperación de la economía americana, pero de nuevo, tal como ocurrió entre 2001 y 2004, la tasa de interés estuvo demasiado baja por demasiado tiempo. En 2016 se propuso subir la tasa, pero el crecimiento económico era tan débil que decidieron revertir la decisión. La pandemia de 2020 y la política de liquidez global que los bancos centrales aplicaron para paliar sus efectos nos deja en un escenario inflacionario en dólares que ya se puede ver en las tasas de inflación norteamericanas.
Algunos analistas se apresuraron a afirmar que la tasa de inflación del 6 % era transitoria, pero ahora el mercado empieza a comprender que este puede no ser el caso.
Estados Unidos empieza a discutir la aceleración del “tapering”, un concepto que hace referencia a la quita o retroceso de las políticas de estímulos que en esta última crisis 2020 ayudaron a paliar los nuevos efectos de las restricciones por cuarentena.
Lo cierto es que si la Fed sube las tasas, las economías emergentes sufrirán un shock externo como se ha visto en tantas oportunidades, y esto podría ser el inicio de una nueva crisis económica global.

Para empezar, las economías emergentes tendrán una salida de capitales que buscarán la mayor tasa de interés en Estados Unidos. Esa salida de capitales -podría pensarse-, no afectaría tanto a la Argentina, por ser una economía cerrada a estos flujos, pero el debilitamiento de nuestros vecinos -muchos más abiertos a ellos-, y también el golpe sobre la economía china implicaría un shock en nuestras exportaciones, y en el ingreso de divisas.
Otro aspecto es el de la deuda. No es lo mismo negociar con acreedores como el FMI en un contexto de liquidez, que hacerlo cuando las tasas de interés están subiendo. Con la aceleración del tapering, la posibilidad de un default argentino es mayor.

En default, sin acceso a crédito externo, con menos dólares por exportaciones, se hace difícil sostener las importaciones, lo que abre un nuevo escenario de salto del tipo de cambio, lo que sería una manifestación lógica de la escasez de divisas.
Un salto del tipo de cambio contribuiría a su vez a acelerar la inflación, lo que puede promover una menor demanda de pesos, y acelerar aun más la suba de precios.
Para una economía argentina tan debilitada, podría ser un shock que acelere la manifestación lógica de los desequilibrios existentes.
¿Qué hacer ante este escenario? Acelerar las reformas pendientes.
1. Argentina debe asegurar el equilibrio fiscal en el Presupuesto de 2022, e incluso hacer el esfuerzo por alcanzar algunos puntos de superávit fiscal que le permita iniciar el pago de compromisos de deuda.
2. También es importante acordar con el FMI, lo que requiere de un plan económico creíble que nos encamine hacia los equilibrios macroeconómicos. Evitar el default es fundamental para continuar la recuperación de la actividad económica que inició en la segunda mitad de 2020.

3. Con equilibrio fiscal, el Tesoro ya no requiere que el Banco Central lo asista monetizando el déficit. Ese es el inicio de un plan de estabilización, pero ayudaría cambiar la carga orgánica para asegurarle independencia a la autoridad monetaria en sus funciones en el mediano y largo plazo. El Banco Central debe priorizar la estabilidad de precios, y abandonar la idea de promover el crecimiento, lo que claramente no ha conseguido en su larga historia. Se pueden poner muchos billetes en la calle, pero eso no significa que se esté introduciendo dinero.
4. Resulta fundamental avanzar en una flexibilización de la legislación laboral, que hoy es claramente contradictoria con la necesidad de crear empleo. Las empresas necesitan tomar trabajadores, pero las condiciones implican costos y riesgos altos que se deben reducir.
5. Por supuesto hay otras medidas tan importante como urgentes que también deberían incorporarse en un plan integral, como la reforma del Estado, la política de apertura económica o la reforma previsional e impositiva.
En definitiva, un diagnóstico local e internacional como el que estamos enfrentando exigen un plan integral que enfrente estos desequilibrios y riesgos que hoy brilla por su ausencia.
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