Déjà vu

Cristina no se bancó el escenario de la derrota y como no pudo echarle la culpa a Mauricio Macri, amaneció de mal humor con Alberto Fernández

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Cristina Kirchner y Alberto Fernández
Cristina Kirchner y Alberto Fernández

Tengo 68 años, nací en 1953. O sea, me crié con Perón, que si Perón viene, que si Perón se va, que si Perón se enoja, que si Perón no se enoja, que si me da el cuero, que si le dio el cuero, que si vino, que se murió, que los herederos, que los sucesores, que los golpes, que los montoneros, que el ERP, que los desaparecidos, que los aparecidos, que los gorilas, que los fachos, que los nosotros, que los ellos. ¿Nos quedó alguien para pelear? ¡No!

Ok.

Entonces vamos a pelear entre nosotros.

El lunes, despierto con el típico “Qué quilombo”. ¿Qué pasó? Pasó que Cristina no se bancó el escenario de la derrota y como no pudo echarle la culpa a Mauricio Macri, amaneció de mal humor con Alberto Fernández.

Enseguida, no tuvo mejor idea que ordenarle a su ejército de alcahuetes plantar la frase “la derrota de Alberto”, porque lógicamente a la Señora no le entra en la cabeza que no es infalible y que la derrota es puramente de ella, ya que Alberto fue ungido por la súper poderosa como mascarón de proa del chinchorro del regreso que atracó en nuestro Estado ya que venían mejores y traían científicos, y vacunas del amigo Putin y se les fue de las manos.

Alberto se sintió presidente, y lo que era una payasada para mostrar poder y opacar el triunfo de la oposición se transformó en una bomba que explotó dentro del kirchnerismo y aún no se hizo el racconto de daños pero sí de víctimas colaterales, que somos nosotros. Los que no tenemos nada que ver con el conventillo pero sufrimos esta locura cerrándonos las puertas del mundo, aislándonos de la globalización y hundiéndonos en la depresión de sentir que cada día estamos más lejos de la luz.

Esta vez, creo que cuando se pelean no se van a reproducir, creo que se pelean porque saben que se están extinguiendo.

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