
Nunca los ingresos están asegurados, son el producto de intercambios voluntarios personales. Lo contrario son las imposiciones, redistribuciones forzadas, que siempre empobrecen y debilitan las satisfacciones. El agregado de los ingresos, PBI (Producto Bruto Interno), y los patrimonios individuales, reflejan el valor de los derechos individuales, y es el resultado de las transacciones, actividades coordinadas de los participantes.
Las transacciones superan conflictos y suman ingresos al PBI. En tanto, las prohibiciones fuerzan redistribuciones, apagando satisfacciones y limitando la generación de riqueza.
Las naciones se enriquecen liberadas de trabas artificiales, expone el libro “Por un País más Justo y Floreciente”. Suiza e Irlanda, los pueblos más libres y ricos del mundo, ganarán casi USD 100.000 promedio por habitante en el corriente año.
Por otro lado, el aumento de la pobreza resulta de impedir las competencias para crear bienes, por eso, la mayor proporción relativa a la población se encuentra en las naciones donde se castigan y quitan libertades. Burundi y Sudán del Sur, con ingresos anuales de 260 a 315 dólares por habitante, en 2021, resultan los menos libres, ahogados por su propia gente. Para este año, FMI proyecta que los argentinos generen USD 9.100 promedio por habitante, prueba de sufrir mayores impedimentos que el humano promedio, que percibe unos USD 12.200 al año.
Competencia y riesgo
Progresan quienes se arriesgan y encuentran medios de prosperar (ingresos), superando conflictos (costos). ¿Qué es Libertad? El permiso para buscar la propia felicidad, sin molestar al prójimo. Derecho reconocido en la Constitución, que da sentido a la vida, a la propiedad de lo creado y a la misma civilización. La libertad abre las puertas a la competencia, el convenio de cooperación más trascendental para impulsar los ingresos, eso incentiva a cada uno a desvivirse para satisfacer a sus clientes, y a sí mismo, en la seguridad de la atención recíproca de sus necesidades, desarrollando entendimientos y habilidades.
Los burócratas y funcionarios protegen, privilegian, sus ingresos con normas que ahogan las libertades a las personas independientes. La difusión de mitos e ideas falsas coarta libertades y apoya redistribuciones inequitativas de los ingresos, confiriendo privilegios a personajes y grupos preferidos.
Ejemplo, las calles y espacios públicos son ocupadas por grupos reclamantes para extraer contribuciones del Estado y a quienes producen. Una puja que los usurpadores van ganando a costa de creadores.

El control de cambios de la Argentina da poder a políticos y burócratas para revisar operaciones privadas. Empresas se hacen adictas a favores particulares y enfrentan dificultades inusuales, varias rehúsan y emigran. Incluso empresas nacionales exitosas. Desde 2002, los gobiernos están gastando más por ineficiencias y prestaciones sociales, e imponen mayores contribuciones a quienes producen.
La educación quedó en manos de gremios docentes, cuya prioridad no es enseñar si no las condiciones de empleo. Muchos maestros se convirtieron en trabajadores sindicalizados. Se gasta más que nunca en educación pública; pero las familias huyen a la enseñanza privada. En general, sindicatos e influyentes consiguen ventajas particulares a costa de la producción e ingresos conjuntos. Especialmente, dominan entes públicos. Por eso, la competencia viene decayendo y la pobreza aumenta. Los autónomos quedan entrampados en prohibiciones crecientes.
El gráfico atestigua las gigantescas pérdidas de ingresos causadas por regulaciones. La Argentina democrática tiene menos libertades económicas que durante la dictadura y que en China Comunista. Por eso los ingresos son ahora apenas un tercio de los de 1980, mientras el mundo sigue avanzando. El país que era rico por excelencia, apenas 40 años atrás, sufre ahora falta de perspectivas para remontar la pobreza agobiante.

El gráfico delinea las cifras del FMI, del ingreso por habitante, en dólares corrientes, por todo el período compilado en “Perspectivas Económicas Mundiales”, actualizado por el índice de precios al consumidor de EEUU. Entre 1980 y 1982, los desastres gubernamentales, devaluaciones monetarias, crisis de las deudas latinoamericanas y la Guerra de Malvinas causaron la mayor caída de los ingresos de Argentina.
En la década de 1990, el PBI creció más del 50%, con la Convertibilidad y las regulaciones amigables a la competencia.
La pulverización de los ingresos, tras el canibalismo institucional de 2002, y la pausada recuperación, merced a la explosión de la cotización internacional de la soja, materias primas y cierta estabilidad normativa, permitió revertir el proceso, pero nunca se pudo recuperar la superioridad anterior respecto del promedio mundial.
Después de 2017 vuelve el declive acelerado tras las devaluaciones sostenidas, la pandemia, prohibiciones e incompetencias. En 2021, el promedio del ingreso mundial por habitante superará al de los argentinos en 34%. La Argentina autoritaria contrae libertades hasta convertirse en un país con más de 42% de la población en estado de pobreza, mientras muchos dirigentes se enriquecen.
Ahogo de las actividades creativas
Ahora sufrimos un triple ahogo a las actividades creativas. El covid-19, las intromisiones de funcionarios, influyentes, gremialistas, grupos sociales y relatos distorsionantes exacerban corrupciones y contraen los negocios en el sector privado.
¿Qué son los recursos productivos? Productivas son las actividades que satisfacen necesidades individuales, las cuales aumentan cuanto más libres sean, mejor coordinadas con más personas, liberando fronteras y trabas artificiales.
Las prohibiciones anunciadas para contener al covid-19 intentan publicitar decisiones de autoridades desprestigiadas. Los horarios establecidos exhiben desorientación. Prohíben actividades nocturnas porque parecen más fáciles de implementar. Aunque el virus no sea más letal cuando oscurece. Los contactos con familiares y amigos serían más seguros por tratarse de conocidos. Pero las prohibiciones no lo distinguen. Peor todavía, descartan que las personas sopesen los riesgos de los encuentros con las satisfacciones esperadas.
Los regímenes autoritarios inventan relatos que atraen a partidarios. Según Mark Twain, 1835/1910, “es fácil engañar a la gente, lo difícil es convencerla de que ha sido engañada.”
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