Se buscan optimistas para pensar la Argentina

Para surfear la ola sin caerse es tan necesario estar alerta como tener una mirada positiva hacia el punto de llegada

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Una imagen del Obelisco porteño durante la cuarentena por coronavirus (REUTERS/Agustín Marcarián)
Una imagen del Obelisco porteño durante la cuarentena por coronavirus (REUTERS/Agustín Marcarián)

Hoy la economía nos está causando más angustia que el coronavirus al principio de la pandemia. Y por aquel entonces teníamos la esperanza de la cuarentena para ilusionarnos que podíamos aislarnos y preservarnos. Pero no. El virus empezó a circular y ya no pudimos pararlo hasta que hizo suficiente daño.

¿Podremos hacer algo con la economía para que no desestabilice por completo la macroeconomía y se deteriore más aún el tejido social?

A los economistas nos gusta hablar de “fundamentals”. Me voy a referir a algunos que podrían darnos algunas razones para permanecer optimistas, pese a todo.

El frente externo que terminó en crisis profundas de la economía en 1989, 2002 y 2018 está lejos de mostrar números preocupantes. Hasta el 30/9 tuvimos un superávit de la balanza comercial importante sin tener que afrontar pagos de capital por los próximos tres años.

Hoy la economía nos está causando más angustia que el coronavirus al principio de la pandemia

Es cierto que el déficit fiscal este año, producto de la pandemia, ha sido muy alto. Ocurrió en todo el mundo. El Estado debió convertirse en sostén de buena parte de la economía y en nuestro caso no había otra alternativa que financiarlo con emisión. El presupuesto del año próximo aún prevé un faltante de 4 puntos del PBI aunque algo más de la mitad de eso podría financiarse con deuda pública. Resta evaluar cuánto de este déficit podría eliminarse hacia 2022 asumiendo una economía más recuperada en materia de recaudación. Ojo, no me refiero aquí de una fallida gradualidad que ya probamos sino de un año puente para digerir la post pandemia.

Y con relación al punto anterior hay más para alentar esperanzas; salvo Argentina, el mundo tiene sobrante de dólares y tasas de interés negativas. Con un acuerdo del FMI y una macro en vías de ordenamiento, no debería ser difícil financiar un déficit digerible en 2021 hasta que la nave vuelva a velocidad crucero.

Pero hay otras cosas para pensar en positivo. Y acá otra vez el agro se carga el país al hombro. Si logramos una buena cosecha hacia el final del primer trimestre del año entrante, estaremos muy probablemente disfrutando de un precio excelente de la soja, cuyos inventarios con relación al consumo vuelven a estar en un piso histórico que permiten entusiasmarnos con una tendencia que va a durar algún tiempo.

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, dialoga con el ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán (REUTERS/Remo Casilli)
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, dialoga con el ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán (REUTERS/Remo Casilli)

Y hay más. ¿Cuántas veces escuchamos de la necesidad de contar con una reforma previsional y laboral que nos haga más competitivos en los costos para quienes quieren traer inversión productiva? Pues bien, lo que el Congreso no hizo, la macro se encargó de hacer. En dólares (cualquiera sea el tipo de cambio que tomes) no debe haber país más barato que el nuestro con la excepción de Venezuela y alguno que otro más.

En ese contexto, las ciencias del conocimiento que desarrollan, producen y exportan servicios financieros, software, consultoría, biotecnología y marketing digital, encuentran una combinación perfecta de recursos humanos capacitados y costos laborales óptimos para montar centros de servicios que exporten a todo el mundo.

¿Alcanza con eso sólo? Está claro que no, y la brecha del dólar hoy responde esta pregunta. La economía no es una ciencia exacta y tiene mucho de comportamental. Las expectativas de los actores cuentan mucho y para eso es importante tener un “story-telling” robusto que no sea bombardeado todos los días por historias periféricas que, aunque menores en significación, resultan mayores para una audiencia hiper sensibilizada frente a temas como la libertad, el derecho a la propiedad y la seguridad de los ciudadanos.

Si logramos una buena cosecha hacia el final del primer trimestre del año entrante, estaremos muy probablemente disfrutando de un precio excelente de la soja

Aún robusteciendo la comunicación de un plan, el tema de la brecha tiene que ser abordado. Coincido con quienes piensan que una mega devaluación no resolvería el problema y seguramente traería más pobreza. Pero dejarla en un 100% no es una opción. Un desdoblamiento cambiario permitiría preservar los precios básicos de la economía a través de un tipo de cambio oficial que de todos modos debería tener alguna corrección moderada pero más acentuada de lo que viene ocurriendo), mientras que las transacciones financieras entre privados (sin costo de reservas para el BCRA) circularían libremente por un mercado financiero sin cepo y con oferta robusta de quienes deseen ingresar dólares a la argentina con la certeza de que podrán sacarlos sin restricciones por el mismo mecanismo. En el mediano plazo, a medida que la macro se vaya tranquilizando, el gobierno podría ir “traspasando” más transacciones de un mercado al otro hasta que gradualmente haya una convergencia total hacia un mercado único de cambios.

No soy tan iluso para pensar que vivimos en una panacea. Soy consciente de las dificultades y los conflictos que padecemos. Pero después de diez años como CEO en Argentina he aprendido, no sin resiliencia, que para surfear la ola sin caerte es tan necesario estar alerta como tener una mirada positiva hacia el punto de llegada.

El autor es CEO de Syngenta Argentina