Una mopa sexy pesa mucho más que un trapo de piso

Todas, feministas o no, estamos de acuerdo de que somos mucho más que un cuerpo sexualizado y tenemos mucho más valor que saber limpiar

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"La mopa es el símbolo de la desigualdad invisible en la que vivimos como mujeres" (Shutterstock)
"La mopa es el símbolo de la desigualdad invisible en la que vivimos como mujeres" (Shutterstock)

En estos días vimos inundadas las redes de fotos de famosas entaconadas, con minifalda, escote, mostrando mucha piel, y por sobre todo, mostrando una sonrisa, agarradas a una mopa “perreando” y limpiando el piso. El punto máximo fue cuando publicaron un anuncio ofreciendo la mopa como regalo “ideal” para el día de la madre. Recién ahí estalló la polémica.

La mayoría de las críticas fueron dirigidas a la empresa de mopas, y quedó claro que a mamá le regalamos cualquier cosa menos una mopa para limpiar el piso. Si profundizamos un poco más, esta campaña es una oportunidad para visibilizar todos los mandatos que atraviesan a las mujeres en el siglo XXI y que nos cuestan ver sin este tipo de evidencia: certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar.

Como en un asesinato, el cuchillo que usó el agresor es evidencia, es prueba determinante en un proceso; la “mopa sexy” es la evidencia de una sociedad que dice ser igualitaria, pero a la que todavía le falta mucho recorrido por delante.

Podemos elegir criticar o caer en la queja, o podemos aprender de lo que pasó y hacer algo al respecto. Vamos a hacer algo para que la “evidencia” no quede cajoneada, sino que la miremos de cerca para identificar aquello que nos duele ver.

La ‘mopa sexy’ es la evidencia de una sociedad que dice ser igualitaria, pero a la que todavía le falta mucho recorrido por delante

Las personas, sin importar lo “negativas” que creamos que somos, tenemos la tendencia de mirar el vaso medio lleno, es una cuestión de preservación y supervivencia. Siempre vamos a elegir ver lo menos doloroso para nosotros. Es por eso que la persona a la que engañan es la última que se entera, eso no es casualidad. Elegimos ver lo que queremos, lo que nos hace bien, o lo que no nos hace tan mal. Así de simple funciona la negación.

Como mujeres es súper doloroso aceptar que vivimos en una sociedad que nos quiere regalar mopas y usar nuestros cuerpos como “objetos de deseo”. ¿En qué lugar nos deja eso? ¿Nos saca el lugar de siempre divas nunca indivas? ¿No es que ya somos igual de importantes para la sociedad que los hombres?

Entonces, respondiendo con nuestro maravilloso instinto de supervivencia, la mayoría de las mujeres podría elegir pensar que esta publicidad fue un caso aislado, que fue un dueño de empresa machista, o fue un descuido, o fue algo gracioso que no tiene tanto peso y no refleja lo que la sociedad piensa de nosotras.

¿Sería durísimo pensar que la sociedad piensa que somos cosas sexys que limpian con una sonrisa, no?

Como mujeres es súper doloroso aceptar que vivimos en una sociedad que nos quiere regalar mopas y usar nuestros cuerpos como'“objetos de deseo'

La realidad es que detrás de la publicidad, no solo hubo una persona. El mensaje de la “mopa sexy” pasó por varias personas en diferentes ámbitos: redes sociales, una agencia de publicidad, famosas que se “entaconaron” con la mopa para posar, etc. No estamos buscando culpables, simplemente tomar consciencia de que el mensaje sexista no nació de UN lugar, sino de varios, de una muestra representativa de la sociedad de hoy, incluyéndome en esa sociedad. Porque el machismo no nace de un repollo, nace de todas las creencias limitantes que venimos arrastrando acerca de la mujer a lo largo de la historia.

La publicidad es una forma de comunicación que fue, es y seguirá siendo, un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Desde la revolución industrial la publicidad ha mostrado claramente la posición de jerarquía de la mujer y los mandatos detrás de ella. Mandatos que poco han cambiado desde las primeras publicidades de la historia.

La mujer ha cambiado mucho a lo largo de 250 años de historia, pero las publicidades no tanto. El mensaje “dejá tu casa impecable” sigue bien claro, el hombre “ayuda”, pero es una responsabilidad (mandato) de la mujer. Vamos cambiando la ropa (moda) y la cantidad de ropa (cada vez menos), pero el mensaje es el mismo: una sonrisa y a limpiar.

¿Alguna publicidad del día del padre ofrecía una mopa o alguna otra cosa para que ‘papá limpie la casa’?

En los años cincuenta nos mostraban tiradas en el piso todas desarregladas y hoy nos muestran entaconadas y sexis con la mopa… ¿avanzamos algo? El mandato es el mismo y redoblamos la apuesta, además de limpiar nos tenemos que ver sensuales, arregladas y en tacos. Una imagen ridícula y surrealista que no deja de sumarle exigencias a la mujer y la pone cada día más en el lugar de objeto y no persona.

Cada una puede elegir pensar y sentir lo que quiera. El feminismo no es una cuestión de ser más o menos mujer, sino una cuestión de valentía. La valentía de mirar una realidad y leer entre líneas, a veces muy evidentes como la de esta publicidad, que la sociedad exige de nosotras cosas que no nos hacen felices y no nos ofrecen (ni exigen) las mismas oportunidades que a los hombres.

¿Alguna publicidad del día del padre ofrecía una mopa o alguna otra cosa para que “papá limpie la casa”? La respuesta es un rotundo “no”. A los hombres nos sugieren que regalemos libros, lapiceras, algo de deporte, todo lo que tenga que ver con trabajo o disfrute es para los hombres.

Todas, feministas o no, estamos de acuerdo de que somos mucho más que un cuerpo sexualizado y tenemos mucho más valor que saber limpiar un piso, y cuando en una publicidad nos dicen lo contrario, nos enojamos porque nos duele.

Entonces, la mopa no es solo un error de alguien que tiene que disculparse, es el símbolo de la desigualdad invisible en la que vivimos como mujeres. La mopa, y su burda representación femenina, nos quita el velo, nos libera al dejar en evidencia una realidad que duele y que pesa mucho más que un trapo de piso.

La autora es coach estratégica