Fuerzas Armadas para los desafíos del siglo XXI

Percibimos hoy un entorno global incierto y volátil en el que la competencia entre grandes potencias se plantea como un desafío al orden establecido en la búsqueda de zonas de influencia

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Imagen del desfile militar del 9 de julio (Gustavo Gavotti)
Imagen del desfile militar del 9 de julio (Gustavo Gavotti)

Los militares no buscamos la guerra, pero nos animamos a poner en crisis la imperfección de la paz que transitamos para reforzar los espacios de trabajo que hacen posible evitarla en beneficio de la Nación.

Percibimos hoy un entorno global incierto y volátil en el que la competencia entre grandes potencias se plantea como un desafío al orden establecido en la búsqueda de zonas de influencia. Estas dinámicas se dan en espacios comunes, como el mar, el ciberespacio, el aeroespacio, el espacio exterior y repercutirán en áreas como la Antártida, teniendo en los recursos estratégicos un foco inevitable de atención.

Por otra parte, los efectos del cambio climático, las migraciones masivas, las pandemias, la necesidad de recursos naturales, operan como sinergias negativas que multiplican la conflictividad.

Todo ello implica prestar atención al surgimiento de distintas formas de conflicto y al constante y veloz avance tecnológico como factores que obligan a preparar al instrumento militar para afrontar los riesgos y desafíos estratégicos que avizoramos.

Estas sinergias globales impactan sobre un territorio argentino extenso y diverso, con importantes ventajas en términos de paz vecinal pero enfrentando numerosas vulnerabilidades. Contamos con recursos estratégicos que hoy debemos defender eficazmente; por eso debemos pensar diferente, y diseñar una estrategia militar que responda a nuestros intereses y posibilidades.

Para países como el nuestro, moverse en el marco de un escenario competitivo marcado por la ambigüedad y la complejidad implica nuevos desafíos y mayores niveles de alerta estratégica. El vasto y complejo territorio exige a la defensa capacidades amplias y diversificadas.

Por eso, no se trata de concebir un esquema de defensa basado sólo en lo clásico, sino en fortalecernos en aquellas capacidades que nos den una ventaja estratégica: anticipación, prevención, comunicación estratégica, capacidades de respuesta y tecnología.

El diseño de capacidades debe basarse en la generación de planes y acciones que faciliten la articulación sistémica de estas líneas estratégicas. Para prevenir hay que anticiparse y contar con una eficaz comunicación estratégica, lo que sumado a la generación de una adecuada capacidad de respuesta nos permita ser creíbles en nuestra intención disuasiva.

Todo ello como parte de una estrategia de defensa multicapa que se basa en el empleo no lineal del instrumento militar.

Tomamos estos desafíos como una oportunidad para adecuar nuestras Fuerzas Armadas con visiones renovadas, pensando en las décadas venideras. Ya fueron aprobados e incorporados al presupuesto 2021 algunos proyectos que nos permiten dar los primeros pasos en ese sentido: el desarrollo de un sistema de comando y control, la adquisición de vehículos blindados a rueda, la continuación de la radarización del territorio nacional, el desarrollo y adquisición de sistemas aéreos de vigilancia y control, la recuperación de las capacidades de transporte aéreo, la incorporación de helicópteros medianos, el desarrollo del polo logístico antártico, la adquisición de un buque polar, la incorporación de aeronaves caza, la continuidad en la adquisición de buques OPV, un sistema de defensa antiaéreo, entre otros.

Vivimos este tiempo con creciente optimismo. Durante el año en curso la política de defensa ha ocupado un lugar prioritario en la agenda política nacional como no se había visto en décadas: la pandemia evidenció la enorme capacidad de las Fuerzas Armadas en tareas de Protección Civil de manera intensa y prolongada en el tiempo; la aprobación de la ley del Fondo Nacional para la Defensa nos permitirá disponer, por primera vez en democracia, de un horizonte presupuestario estable para la recuperación y adquisición de medios militares y, a su vez, comisiones multipartidarias en las cuáles participan representantes de las FFAA están analizando la necesaria actualización de las leyes de personal militar y reestructuración de las FFAA.

Hacia dónde debemos dirigir el esfuerzo estratégico

La superioridad tecnológica es y seguirá siendo uno de los elementos más importantes del entorno operativo, por eso no podemos seguir siendo asimétricos en términos de desarrollo tecnológico con el resto de los países con los que interoperamos. Hay que minimizar la brecha en áreas estratégicas a través de la innovación tecnológica.

En nuestro país tanto las Fuerzas Armadas, como otras agencias del Estado y universidades poseen conocimientos y desarrollos que, trabajando en conjunto, pueden generar esas nuevas capacidades, evitando duplicar esfuerzos y logrando un uso eficiente de los recursos del Estado proveyendo a la defensa nacional.

Más allá de los estrictamente castrense, el desarrollo de una infraestructura de generación de conocimientos científicos y tecnológicos vinculados a la defensa y de un aparato industrial capaz de producir equipamiento y sistemas a partir de esos conocimientos, tracciona al resto del sistema productivo, científico y tecnológico del país, favoreciendo la generación de tecnologías duales, tanto de uso civil como militar, con una fuerte repercusión en la generación de puestos de trabajo altamente calificados.

Dotar a la industria de la defensa de una orientación estratégica con origen en la conjuntez, integrarla con el sistema académico universitario nacional, articularla con el conglomerado industrial y proyectarla regionalmente constituyen pilares fundamentales de un proceso que tenga por finalidad asegurar la defensa de la soberanía nacional y sus recursos estratégicos.

Hacia esto apunta la ley del FONDEF cuando destaca las prioridades en la consideración del material necesario para el instrumento militar:

a) Recuperar el material fuera de servicio, cuando ello sea factible y aceptable, siempre que mantenga la aptitud necesaria para responder a las capacidades operativas a retener.

b) Modernizar el material disponible, cuando resulte apto, factible y aceptable para satisfacer las capacidades operativas previstas.

c) incorporar nuevos materiales, con transferencia de tecnología y offset que permita desarrollarlos localmente a futuro, en forma autónoma,

Creemos que la innovación constituye la base de las ventajas competitivas para el país en un marco de autonomía tecnológica en áreas sensibles de la Defensa; dando continuidad para el corto plazo a la digitalización del campo de combate, la simulación, los vehículos no tripulados y la ciberdefensa. Y, estableciendo para el mediano y largo plazo, el acceso al espacio, la robótica, los nanosatélites, los sensores, vectores, software, el comando y control, la propulsión de plataformas militares, entre otros.

Las heridas y asperezas del duro camino de recuperar capacidades mínimas y resolver las dificultades del día a día han redundado en aprendizaje.

Los contextos ideales no existen y las dificultades y restricciones han sido una constante en nuestra historia. Los hombres y mujeres que han concretado sus ideas y proyectos han sido fieles a tres principios básicos del pensamiento y la acción: la coherencia, la continuidad y el compromiso.

Hoy conformamos unas FFAA profesionales, completamente comprometidas con la democracia y la Constitución Nacional, cuya eficiencia reposa esencialmente en la legitimidad y legalidad de sus fines, conducidas por las autoridades políticas de la defensa y abocadas a la protección de los intereses vitales de la Argentina.

Nos sentimos partícipes de nuestro tiempo y con vocación para acompañar desde nuestro lugar a una República Argentina como actor activo y solidario en el concierto internacional, rico en oportunidades para sus habitantes y modelo de desarrollo armónico.

El autor es jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas