
Al referirse al momento que atraviesa la cadena de suministro en automatización industrial, Jorge comenta que hay que “tener la agilidad para cambiar a tiempo es decisivo”. En esta entrevista repasa cómo se normalizó el abastecimiento, qué insumos siguen tensionados por la demanda global y por qué la planificación de inventarios depende del contacto directo.
¿Cómo describirías el estado actual de las cadenas de suministro en las que participás?
En mi caso, me toca trabajar en la cadena de suministros de control industrial, automatización, neumática y tecnologías que conectan OT (tecnología operativa) e IT (tecnología de la información). Es un mercado que crece año a año porque las industrias necesitan mejorar su eficiencia operativa. En sectores como minería, petróleo, alimentos, bebidas y agro, la automatización ya es imprescindible.
El mercado también está cambiando: antes se vendía un PLC (controlador lógico programable) o una radio; hoy se ofrecen soluciones completas, por ejemplo tableros armados para uso petrolero. Todo tiende a ser más integral.
Después de la pandemia, la guerra en Ucrania y los vaivenes geopolíticos, vivimos fuertes restricciones. Dependemos mucho del semiconductor, y eso afectó a nivel mundial la fabricación de PLC y otros componentes. Muchas empresas empezaron a sobre stockearse y se recibían pedidos desde todos lados sin poder traer mercadería al ritmo que se necesitaba.
Recién este año puedo decir que la cadena está más normalizada. Las fábricas duplicaron líneas de producción, buscaron proveedores alternativos y ya no depende todo de Asia: hoy se produce en Estados Unidos, Brasil y otros países. Aun así, hay artículos con plazos largos, sobre todo los que usan chips muy demandados por IA u otras tecnologías.
A nivel logístico, el flujo aéreo funciona bien; en marítimo hay más estabilidad, aunque en terminales locales seguimos teniendo problemas esporádicos que pueden frenar cargas.
¿Cómo se trabaja el riesgo de abastecimiento?
Es crítico. La tecnología queda obsoleta rápido y no siempre es previsible hacia dónde va a avanzar. Por eso se necesita programar inventarios con precisión, aunque no sea fácil: se trabaja con muchos rubros y se depende de cómo evolucionan los proyectos y de cuánto se invierte en tecnología.
Para mí lo esencial es desarrollar una buena técnica de inventarios. Ya no alcanza con mirar una demanda media y multiplicarla por el plazo de entrega. Hay que trabajar directamente con los usuarios, conocer cómo producen, cuánto tardan en fabricar una máquina, qué procesos tienen. Algunos fabricantes de maquinaria producen más rápido de lo que tarda en llegar el material importado: ahí hay que anticiparse sí o sí.
También se pueden hacer inventarios dedicados para proyectos clave y sobre stockearse de ciertos materiales estratégicos que no pueden fallar ni reemplazarse. Se tienen que conocer a fondo las necesidades de sectores como petróleo, minería, agro o alimentos. La variedad es enorme y hay que guiar a los clientes hacia tecnologías que permitan planificar mejor.
En proyectos de minería, por ejemplo, se trabaja a muy largo plazo. Si no empezás hoy a preparar el abastecimiento, cuando la operación arranque —quizás dentro de varios años— no vas a llegar con la tecnología correcta.

¿Cómo se define el timing de abastecimiento sin quedar desfasado frente a cambios tecnológicos?
La clave es estar cerca de los usuarios, no solo desde lo comercial sino desde toda la supply chain. En nuestra industria es normal que los compradores, la gente de logística y los especialistas técnicos visiten juntos a los clientes. Es la única manera de anticipar de verdad.
Dentro de un mismo proyecto la tecnología puede mutar, y tenés que tener la agilidad para cambiar a tiempo. Comprar mucho para “estar cubierto” no garantiza nada. Lo que asegura un buen abastecimiento es entender en profundidad qué se va a instalar, qué vida útil tiene, qué puede reemplazarse y qué no.
¿Cómo explicarías el rol del abastecimiento dentro de la automatización para alguien que no conoce el sector?
En la industria de automatización nuestro trabajo permite que funcione una línea de producción: que controle variables, que mida eficiencia, que registre datos en tiempo real o que permita decisiones basadas en IoT.
El supply chain sostiene todo eso. Necesitamos proveer a integradores que toman nuestros materiales y arman tableros o sistemas completos; garantizar insumos para fabricantes de maquinaria que producen en cadena; acompañar a líneas que ensamblan equipos complejos, como cosechadoras; y asegurar reposición para mantenimiento, evitando que cualquier planta quede detenida.
Cada sector tiene sus tiempos, exigencias y riesgos distintos, y el sector tiene que engranar con todos a la vez.
¿Alguna reflexión final sobre el sector y las habilidades necesarias hoy?
La automatización y el control no son tan visibles, pero sostienen buena parte de la industria. Se está incorporando mucha tecnología para predecir demanda, mejorar rutas y entender mejor al cliente. Los almacenes verticales automáticos ya forman parte de nuestro día a día.
Y las habilidades del personal están cambiando mucho. Hoy necesitamos gente que sepa leer datos, tomar decisiones rápidas y adaptarse. Ya no es solo mover materiales: es entender el negocio, comprender qué tecnología requiere cada cliente y actuar con agilidad.
También creo que hay que trabajar más a nivel país en la integración con el transporte. Se están desarrollando muchas operaciones en regiones remotas —como las mineras— y necesitamos una logística que acompañe. Cada vez importa más llegar rápido, con menor costo y de forma confiable.
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