Piscinas y paletas de frutas congeladas son algunas de las estrategias que cuidadores ofrecen para combatir el calor del verano y mantener frescos a los osos pardos en los santuarios de la organización animalista Four Paws.
Algunos de estos animales fueron rescatados de situaciones de crueldad o explotación animal, de acuerdo con un comunicado de prensa compartido con Infobae. Mark, un oso de 26 años que vive en el santuario de Austria, disfruta pescando los enriquecimiento que le prepararon sus cuidadores.
Otros, como Meimo, un oso pardo habitante del recinto de Suiza, fue captado tomando una siesta para esquivar las horas durante las que hace más calor. La organización estima que actualmente cuentan con 90 de estos animales bajo su cuidado, todos con personalidades únicas y con predilección por ciertas actividades a la hora de refrescarse.
Una vida refrescante después del maltrato
Algunas de las actividades favoritas documentadas por los cuidadores y especialistas de los santuarios de Four Paws fue “el gran baño anual de Mark”, quien llegó al santuario Arbesbach, en Austria hace 2 años siendo un “oso de restaurante”.
Gerlinde Mairhofer, cuidadora de animales en Arbesbach, declaró que Mark sufrió al ser utilizado como atracción turística durante más de 20 años. Lo encerraban en un pequeño recinto y jamás había tenido acceso a una piscina.
“En Arbesbach, Mark desarrolló una divertida rutina acuática: una vez al año, lo vemos tomando su largo y minucioso ‘baño anual’, a pesar de que no es fan de las duchas largas”, contó Mairhofer.
Hana, por otro lado, es una osa que habita en el santuario Prishtina, en Kosovo. Disfrutó de las paletas de hielo que sus cuidadores prepararon a base de frutas.
Especialistas de Four Paws explicaron el proceso de elaboración de estos refrigerios e indicaron que es algo “fácil”.
“Frutas como melones o peras se congelan en grandes trozos fusionados en cubos. Una vez sólidos, los cuidadores los atan a ramas o los esconden dentro del recinto. Al abandonar sus hábitats, las osas están listas para descubrir sus golosinas especiales de verano y comenzar su búsqueda”, escribieron en el comunicado.
Mientras que Balou, una osa de 22 años que vive en el santuario de Müritz, Alemania, fue captada gozando de un gran bloque de fruta congelada. Sus cuidadores la calificaron como “una experta creativa en encontrar” refrigerios.
Ella llegó al santuario luego de ser rescatada en 2012 de un zoológico que la mantenía en “condiciones horribles”. Desde entonces se convirtió en “un oso curioso con fascinantes habilidades para resolver problemas”, pues para ella ningún enriquecimiento es lo suficientemente desafiante, de acuerdo con Thomas Beer, jefe de cuidadores de animales en el recinto de Müritz.
Además de las gigantescas piscinas y enriquecimientos congelados, los osos cuentan con “una gran cantidad” de vegetación, cuevas y cuerpos de agua “incrustados” en entornos naturales.
Meimo, una osa de 18 años habitante del santuario de Arosa, Suiza, mostró la utilidad de estos escondites al tomar una siesta relajante para escapar del sol abrasador y de las altas temperaturas.
Muchos osos aún sufren fuera de los santuarios
Los esfuerzos para mantener a los osos frescos durante la temporada de calor no se limita a aquellos que viven en sus santuarios, también tratan de salvar a los más desamparados. Durante el verano de 2023, según reportaron en el comunicado, visitaron a un grupo que sufría en una “cruel tenencia privada” de Eslovenia.
“A pesar de las altas temperaturas, ninguno de ellos tenía agua potable a su disposición. Negarles agua y cualquier medio para refrescarse pone a los animales en riesgo de deshidratación y sobrecalentamiento, lo cual puede ser incluso mortal”, aseguraron los expertos de Four Paws.