
Lo que acaba de empezar es el primer fin de semana del año: aún es tiempo de plantearse nuevos objetivos para este 2024 que está apenas estrenado, casi reluciente, listo para que cada uno lo escriba como quiera y como pueda.
Algunas de esas metas que se cuentan a los más cercanos o que se piensan en silencio entre los últimos días del año que se va y los primeros del que acaba de llegar suelen ser laborales, económicas o académicas. Pero hay otras se vinculan más con el universo personal de quien se las proponga, y de una de esas se va a ocupar esta nota, pensada para todos aquellos que quieren hacer de este año uno con más lecturas o, aún más, uno en el que retomar o hasta construir el hábito de leer.
¿Cómo se construye el hábito de lectura? Infobae Leamos propone siete claves para hacer crecer las páginas que cada uno tenga en su haber para que cuando llegue el balance de fin de año de este 2024 llegue también la sensación de objetivo cumplido.
Pero antes de empezar, una advertencia (¿o una primera clave?): para que alguien que lee algunas páginas se convierta con el tiempo en lector -o para que quien ya sea lector no deje de serlo- tiene que tener siempre presente que estar frente al libro se trata, sobre todo, de una actividad placentera, y que se está allí y no frente a otro disfrute porque ese es el elegido, al menos para ese rato. Sin ese puntapié inicial, el de saborear cada página sin mucho más motivo que pasarla bien ese rato, las demás claves no servirán.
Vamos a verlas.

Quedate por deseo y no por obligación
Es cierto que ser lector goza aún de cierto prestigio social, pero incluso gozar de ese prestigio no es una viga lo suficientemente poderosa como para sostener un hábito que no se desea. Así que cuando te preguntes “¿qué pasa si no leo mucho?”, la respuesta es “no pasa nada”, y enseguida: “Así que si me quedo es porque tengo ganas y porque la paso bien adentro de esta historia que alguien me está contando”.
Hay, sí, efectos colaterales positivos en las personas que tienen a la lectura como uno de sus hábitos. Cuando leés, estás aprendiendo algo nuevo, estás poniendo a trabajar partes de tu cerebro vinculadas a la memoria, a la concentración, a tu capacidad de análisis. En ese sentido, leer es un gran ejercicio mental.
Prepará una lista de lo que te gustaría leer
Siempre conviene tener a mano un papel o el celular para anotar allí el nombre del libro o el autor en cuya obra nos queremos zambullir. Para quienes no tengan el hábito de lectura muy desarrollado, siempre conviene empezar por libros más livianos -incluso más cortos que los que vendrán después-. Es una especie de adaptación para que el nuevo hábito en construcción no agobie.
Si bien conviene hacer listas como una forma de ver cómo va evolucionando el deseo de leer y qué metas se van alcanzando, es recomendable que esas listas no sean demasiado largas, porque pueden dar la sensación de que alcanzar la meta es dificilísimo.

La lectura necesita tiempo dentro de tu rutina, no “un huequito”
Construir un hábito lleva tiempo. En dos dimensiones: hacen falta al menos varias semanas de repetir esa tarea para que esa nueva costumbre crezca, y hace falta, para repetir esa tarea diariamente, que en nuestro día exista tiempo dedicado a ese nuevo hábito.
En cuanto a la lectura, dedicarle al menos entre 10 y 30 minutos diarios es clave para poder sostener la actividad a lo largo del tiempo, y es recomendable también que al menos tres veces por semana el tiempo dedicado no sea menos de media hora (¡los fines de semana son grandes aliados para lograr ese propósito!).
A la vez, otra recomendación habitual es llevar a cabo esa actividad que busca convertirse en hábito siempre en el mismo horario, al menos hasta que se haya incorporado de manera integral a nuestra rutina. Y una recomendación extra: ese horario que le asignes a tu rutina debería ser uno no demasiado rodeado de estrés. No te olvides de la clave principal, estamos frente al libro en busca de placer.
Mejor no distraerse demasiado
Cualquier nuevo hábito requiere concentración, y la lectura sin duda es una costumbre que necesita serenidad a su alrededor. Lo IDEAL sería apagar el teléfono o al menos ponerlo en Modo Avión, pero también conviene ser realistas: son tiempos de hiperconexión en los que cuesta silenciar todo lo que nos rodea. Aún así, intentar no desviar el foco de atención y, al menos, dejar el celular algo alejado para que la pantalla no resulte tentadora puede ser muy importante a la hora de sostener esta nueva costumbre.

Llevá siempre un libro entre tus cosas
El viaje en subte o colectivo, la sala de espera de un médico, un “tiempo muerto” entre distintas actividades fuera de casa. Son todas instancias muy habituales en la vida de cualquiera, y parece ser “tiempo perdido”. Pero con un libro en la mochila el escenario cambia: ese rato que parecía destinado a nada en especial, o a scrollear en alguna red social sin enfocar demasiado en nada, puede dedicarse a avanzar algunas páginas en la lectura de turno. De esa manera, el libro se vuelve todavía más compañero de quien quiere convertirse en lector, y ayuda a sentir placer ahí donde estábamos destinados a aburrirnos.
¿Probaste Goodreads?
Goodreads es una red social de y para lectores. Ahí mismo se puede armar una lista de lecturas deseadas para el futuro, y también comentar sobre los libros ya leídos. Es, por un lado, una forma de que lleves una especie de diario de tus lecturas personales y, sobre todo, una enorme fuente de recomendaciones para cuando no sepas con qué libro seguir.
¿No te gusta? Abandonalo y buscá otro
La última clave para construir tu hábito lector es casi como una vuelta a la primera de estas herramientas, y tiene que ver con que la lectura, que a veces puede darte miedo, hacerte llorar, hacerte enojar, angustiarte, siempre tiene que ser una fuente de disfrute, incluso ante las emociones presuntamente “negativas”.
El mundo está repleto de libros (¡por suerte!) y las vidas están repletas de momentos distintos en las que esos libros pueden gustarnos mucho o no gustarnos nada. Una lectura que no nos haga sentir placer no vale la pena, porque desalentará nuestro hábito y, sobre todo, porque seguramente hay otra que nos haría disfrutar muchísimo. Por eso no hay que tenerle miedo a dejar por la mitad (o apenas empezado) un libro que no nos gusta. Al fin y al cabo, es una forma de cuidar y valorar el tiempo (siempre finito) que tenemos delante de los libros para sacar de esos momentos las experiencias de mayor disfrute posible.
Entonces, el año acaba de empezar, las librerías tienen obras para todos los gustos y es momento de pensar a qué le vamos a dedicar nuestro tiempo. Invertirlo en placer siempre suena bien.
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