“Lolita” la historia de un hombre de 40 y su hijastra de 12 sigue generando polémica... y literatura

La novela de Vladimir Nabokov fue rechazada por cuatro editoriales y prohibida en varios países cuando finalmente salió, en los años 50. Aunque es reconocida como una obra maestra el tema y su tratamiento generan discusiones. Ahora, una autora premiada se basa en ella.

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Jeremy Irons y Dominique Swain en la película "Lolita", de 1997.
Jeremy Irons y Dominique Swain en la película "Lolita", de 1997.

“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes”. Así comienza Lolita, la novela del ruso nacionalizado estadounidense Vladimir Nabokov (1899-1977), sobre la relación de un hombre de 40 años y su hijastra de 12 años, que vio la luz por primera vez el 15 de septiembre de 1955 en París, tras haber sido rechazada por cuatro editoriales estadounidenses.

Pero el rechazo no pudo pararla entonces ni pudo parar su influencia. Hace unos días la argentina Leticia Martin ganó el Premio Lumen de novela por Vladimir, y contó que para escribirlo se inspiró en Lolita. La historia de Vladimir sigue los pasos de Guinea, una profesora universitaria en Estados Unidos cuya carrera se ve abruptamente interrumpida al descubrirse su relación con un alumno mucho más joven.

El libro original, al que su propio autor consideraba objeto de incontables malentendidos, recién pudo ver la luz en Estados Unidos en 1958: apareció en dos tomos de la editorial Olympia Press y ya desde el comienzo generó un impacto inusual , que se replicaría en cada lugar en los que fue publicado. El escándalo, previsiblemente, también estuvo siempre acompañado de las ventas. En Estados Unidos, por ejemplo, a tres años de haber salido al mercado, el libro alcanzaba el primer puesto del ranking de mayores ejemplares vendidos del diario The New York Times, algo impensado, además, para una obra que a lo largo de las décadas sería elogiada por la crítica por su complejidad literaria.

En nuestro país, fue nada menos que Victoria Ocampo quien se encargó de que la novela estuviera disponible en español: seis meses después de su publicación en Estados Unidos, Lolita se publicaba por el sello Sur y conquistaba protagonismo continental, aunque la edición argentina fue censurada y secuestrada por las autoridades municipales, que la consideraron una obra obscena e inmoral. Mientras tanto la revista Sur de septiembre-octubre de 1959 le dedicaba treinta páginas al tema, con posiciones diversas de escritores que defendían la libre circulación del libro, incluyendo a Borges, que juzgaba más atinado que, en todo caso, interviniera el poder judicial antes que el municipal.

Vladimir Nabokov dicta mientras su esposa Vera tipea en Ithaca, Nueva York, 1958.
Vladimir Nabokov dicta mientras su esposa Vera tipea en Ithaca, Nueva York, 1958.

Pero volvamos al origen. Antes de la aparición de Lolita, Nabokov había escrito un borrador que titulaba El hechicero -se editó en París en 1939- pero se propuso quemarlo, temeroso de que su esposa Vera diera con el manuscrito, que también tenía como protagonista a un hombre cuarentón obsesionado con una nena de 12.

El escritor, que había dedicado cinco años a la escritura de su obra -en jornadas de dieciséis horas diarias-, también tradujo Lolita al ruso y esa versión fue publicada por Phaedra en Nueva York en 1967. Las reacciones de sus lectores también fueron tema de debate en su momento: para muchos se trataba de un libro perturbador. Y a esas reacciones habría que sumar también las que traería aparejado más acá en el tiempo el Me too , señalando que la obra podía leerse como una apología o naturalización de la violación de menores o el abuso.

Razones de una polémica extendida en el tiempo

Si Lolita siempre estuvo rodeada de polémica es, en palabras de David Lodge en El arte de la ficción, porque “otorga una seductora elocuencia a un corruptor de menores y asesino”. Aunque hay que decir que el arte y la literatura jamás deberían ser puestos bajo la lupa desde el punto de vista de una moral colectiva, que además cambia de forma de acuerdo a los parámetros de época. Además, Nabokov argumentaba que había demasiadas confusiones en torno de los personajes y la trama. En relación a la supuesta perversidad que muchos creyeron ver en la adolescente, por ejemplo, explicaba que Lolita “no es una perversa. Es una pobre niña que corrompen y cuyos sentidos nunca llegan a despertar, bajo las caricias del inmundo Sr Humbert”.

Decía: “Se habla del problema de la degradación de la nínfula, pero lo cierto es que la supuesta perversidad de la pobre chica fue exagerada –su aspecto físico, su edad, todo fue modificado- por la mirada de parte de los lectores y diseñadores de las portadas, muchas veces idiotas que ni siquiera han leído el libro.” Una nínfula, vale aclarar, es una niña o adolescente que no tiene la edad suficiente para dar consentimiento sexual.

Nabokov apuesta a construir placer estético, por fuera de todo cuestionamiento moral

La maestría de Nabokov reside, en rigor y más allá del argumento del libro, en el manejo y la riqueza del lenguaje, la precisión de la trama, la construcción de metáforas y la sutileza y complejidad de sus personajes, a su modo víctimas de un dilema inquietante.

Lolita es una niña de 12 años, mientras que Humbert es un hombre maduro y el abismo entre su edad y la edad de la niña produce el vacío entre ellos, el vértigo, la seducción”, señalaba Nabokov en una entrevista televisiva a cargo del famoso conductor Bernard Pivot, para la televisión francesa.

Argumentaba: “La atracción de un peligro mortal. Pero a su vez, es la imaginación del triste sátiro convierte en una criatura mágica a aquella colegiala americana. Fuera de la mirada maníaca del señor Humbert no hay nínfula. Lolita, la nínfula, sólo existe a través de la obsesión que destruye a Humbert.”

Nabokov se hace cargo de la historia y apuesta a construir placer estético, por fuera de todo cuestionamiento moral: tenía la certeza, y lo expresaba, de que “el arte (curiosidad, ternura, bondad, éxtasis) es la norma.Todo lo demás es hojarasca temática, o lo que algunos llaman literatura de ideas”.

La consagración de un autor

Lolita supuso la consagración literaria de Nabokov que, tras su publicación, pudo gozar finalmente de prestigio internacional, fama y dinero en un mismo combo, después de años de peregrinar por países diversos y pelear por su lugar.

Hasta entonces, había padecido la frustración de no sentirse reconocido en su justa medida. Su exilio de Rusia -sentía íntimamente que la Revolución de Octubre le había arrebatado el sueño de ser el gran escritor ruso de su tiempo-, había marcado el inicio de un derrotero que por momentos le había resultado tortuoso.

Nacido en San Petersburgo en 1899, se mudó junto a su familia a Gran Bretaña en 1919: él recordaría el esfuerzo de cambiar de idioma como una “agonía. Pasaría largas estancias en París y Berlín hasta que se asentó en Estados Unidos, en 1940. Allí vivió hasta su muerte, en 1977.

"Lolita", una novela que no deja de perturbar.
"Lolita", una novela que no deja de perturbar.

En el medio, sufrió todo tipo de cuestiones: su padre fue asesinado en un acto político en Berlín, le faltó el dinero y luego sobrevivió dando clases en un colegio de niñas ricas, mientras luchaba por ser reconocido por los escritores de habla inglesa que lo ignoraban o no lo alababan como pretendía.

El éxito arrollador de Lolita suponía, en ese marco, recuperar el esplendor y a sus 56 años lo convertía, de la noche a la mañana, en uno de los autores de mayor éxito editorial del mundo. Solo en Estados Unidos, el libro vendió más de cien mil ejemplares en el primer mes, tras su publicación.

Un argumento ¿para la polémica?

El profesor, Humbert Humbert -un hombre cercano a los 40 años- llega a Estados Unidos desde Europa y alquila una habitación en la casa de una viuda solitaria, Charlotte Haze, después de conocerla a ella y a su hija Dolores mientras tomaban el sol en el jardín. Dolores tiene doce años y le dicen Lo, Lolita.

Él se enamora de ella a primera vista pero, en cambio, se casa con su madre.

Los días transcurren sin sobresaltos hasta que Charlotte encuentra el diario de su nuevo marido, en que confiesa una y mil veces su obsesión por Lolita. Ofuscada, sale de la casa y muere atropellada por un auto; es a partir de entonces que Humbert –que queda como legítimo encargado de la chica- comienza con ella la convivencia y luego un viaje, por una serie de moteles de Estados Unidos.

Los unirá un amor prohibido, aunque a pesar del potencial escabroso del tema (Humbert tiene “extenuantes relaciones sexuales” con su nínfula al menos dos veces al día durante dos años), Nabokov presenta un relato más sugerente que pornográfico, un escenario sensual y provocativo.

Al final de la novela, cuando se encuentra de manera fugaz con Lolita, lo hace para darle el dinero que ella le ha pedido alguna vez para poder vivir con su marido en Alaska, aunque él aún desea a Lolita y no está dispuesto a perderla.

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