Narcoliteratura mexicana: no es novela negra y tampoco policiaca

A partir de la década pasada en la literatura de México, la narrativa del narco ha dado paso a nuevos géneros que transitan entre la realidad investigada y la ficción.

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Desde inicios de la década pasada, la cultura del narcotráfico ha permeado con más fuerza los productos televisivos como series y novelas, y en la literatura no ha sido la excepción, ya que se ha convertido en todo un fenómeno de las letras.

El norte de territorio mexicano se ha convertido en la cuna de escritores que han dedicado su escritura a temas policiacos, entre ellos Élmer Mendoza; el crimen y la violencia que se vive en los estados más afectados por asociaciones delictivas son plasmados en los párrafos. Esta literatura policiaca se ha confundido en variadas ocasiones con la llamada ‘Narcoliteratura’. Aunque guardan cierta semejanza, no tratan lo mismo.

Si en Colombia, el narcotraficante Pablo Escobar, se convirtió en símbolo de esta cultura y ha inspirado múltiples productos mediáticos, en México su equivalente sería Amado Carrillo Fuentes, el llamado “Señor de los Cielos”, una figura que cobró relevancia a mediados de 2013, con la serie protagonizada por el actor mexicano Rafael Amaya, y la salida en ese mismo año del libro “El señor de los cielos”, escrito por Andrés López López, un texto donde el autor buscaba presentar en sus párrafos la historia detrás del mito.

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La cultura del narco se ha convertido en una constante dentro del territorio mexicano. Productos televisivos, musicales y literarios buscan exaltar a forma de proezas la vida de criminal de estos personajes; si Estados Unidos romantizó a Jeffrey Dahmer con la salida de la serie protagonizada por Evan Peters para Netflix, en México títulos como “Emma y otras señoras del narco”, escrito por Anabel Hernández, el cual se presenta como un recorrido periodístico entre la búsqueda del poder entre los personajes involucrados en los delitos contra la salud, han apuntado a lo mismo.

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J.M. Mariscal/Infobae
Fotos: J.M. Mariscal/Infobae

Anabel Hernández ha consolidado su carrera en la literatura mexicana con escritos de la narcocultura como “Los señores del Narco” o “El traidor: El diario Secreto del hijo del Mayo”.

Entre las innumerables obras literarias que se han publicado en el territorio azteca, ha surgido la disruptiva, si se trata de meros intentos sensacionalistas, o la capacidad de los autores de plasmar a las convulsas realidades de un país sumido en la violencia, impunidad y crimen organizado.

“Es importante hablar de los temas más difíciles y en los registros más variados, nos gusten o no. En ese sentido, ha sido importante que haya una literatura que toque el tema. Creo que la literatura puede ayudar, de ese modo, a crear ciudadanos reflexivos, que enfoquen de manera novedosa sus problemas” - Yuri Herrera, autor de “Los trabajos del reino”.

Entre sicarios y narcotráfico, la ficción, la no-ficción y la novela ha venido formando esta segunda realidad de lo que se conoce como narco literatura, que, si bien se reconoce como un género ligado a México, encuentra sus orígenes en textos argentinos y colombianos, países que también han sido afectados por la creación de cárteles, el derramamiento de sangre y violencia que han dejado una huella imborrable en el imaginario social y cultural.

El llamado padre de narcoliteratura, Élmer Mendoza, creó su serie de novelas protagonizadas por Edgar “El Zurdo” Mendieta, casi dos décadas antes de que se desatará la Guerra contra el narco, impulsada por el expresidente mexicano Felipe Calderón.

Portada del libro "Balas de plata", de Elmer Mendoza.
Portada del libro "Balas de plata", de Elmer Mendoza.

Mendoza consiguió notoriedad con “Balas de Plata”, una obra de ficción anclada a la realidad de Sinaloa, una realidad que su personaje de ficción explora en calles infestadas de policías y militares corruptos, cárteles de droga y enfrentamientos armados que se vuelven cotidianos para los habitantes; por este título el escritor fue acreedor al III Premio de Novela Tusquets, mientras que “El Zurdo” cumplía su labor como detective en un territorio dominado por las organizaciones delictivas.

Por otro lado, obras de ficción como “La Reina del Sur” de Arturo Pérez-Reverte y “Rosario Tijeras” de Jorge Franco Ramos, cuyas historias se han plasmado en la pantalla chica y en vez de funcionar como ejemplos de lo que se vive en los círculos de las drogas, se han convertido en mujeres y arquetipos de ficción que son vistos como antiheroínas, que se desenvuelven en un mundo agitado y en la versión más sofisticada de la realidad controlada por sicarios, personajes que han sido inclusive justificados por los lectores y espectadores, lo que ha detonado una lógica inversa en la gravedad del asunto y en las figuras que los representan.

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El mundo del narcotráfico y los sicarios se ha convertido en un atractivo narrativo, sus personajes en parte del pensamiento colectivo y figuras aspiracionales entre la violencia, poder, impunidad y ostentación. Cada escrito, narrativa e historia del narco trabaja con elementos de la realidad e inventados, lo que resulta en un combo adictivo para el lector. Pero, cuidado, es preciso diferenciar la novela policiaca de la narco literatura.

Si bien ambas responden a un mismo fenómeno, de esta última, sus personajes han saltado de las páginas a convertirse en referentes y personajes, de los que inclusive se les pide a los autores otorgarles un final feliz.

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Este fenómeno de la literatura encabeza cada tanto la lista de los más vendidos. Por ejemplo, el libro “Los señores del narco” de Anabel Hernández se encuentra entre los 100 libros más vendidos de Amazon por más de 300 días.

Hace unas semanas el libro “El Chapo. El señor del gran poder”, de Rafael Rodríguez Castañeda, se mantuvo en top de los más vendidos en las librerías locales de España dedicadas a vender libros en español, demostrando que la narco literatura no solo es popular en Latinoamérica.

“Hay dos narco literaturas, la policiaca y la literaria, la segunda aborda el fenómeno no como personaje sino como escenario, como un espacio en el que tienen cabida tanto las historias de amor como la emigración y los parricidios. El aumento de la violencia social va siempre acompañado del aumento de violencias más íntimas” - Emiliano Monge en entrevista con El País.

La clave para convertirse en obras de personajes entrañables, a pesar de la naturaleza de los hechos negativos que rodean la historia, en la mayoría de los casos se debe a cumplir con una narrativa de origen humilde, algo que ha empatizado con las personas y cultura del mexicano promedio. Los corridos mexicanos con origen en la Revolución Mexicana se fueron transformando y deformando hasta convertirse en reflejos de las hazañas que las figuras del narco han logrado realizar, ahora, la literatura de este tipo se ve envuelta entre la ficción y la realidad investigada.

En la ficción, los escritores han logrado plasmar el lado colorido, las costumbres de vida, la moda o las deidades a las que rinden culto, entre ellas, la de Jesús Malverde o La Santa Muerte. Algo cierto es que los escritores del narco, no se despegan de los temas recurrentes de la literatura mexicana, como el amor, muerte, ambición y venganza, lo que ha afianzado su gusto en los lectores de este país, y otras regiones del mundo. Historias exitosas en las que transitan traficantes, prostitutas, balas, violencia y corrupción.

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