Cómo lo escribí: soy la menor de cuatro hermanos y habían pasado muchas cosas en mi familia antes de que yo naciera

Yael Frankel pensó en todo lo que sus hermanos habían vivido y ella no conocía. Entonces creó “Todo lo que pasó antes de que llegaras”, con dibujos y relatos que son puro cariño.

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Yael Frankel y "Todo lo que pasó antes de que llegaras"
Yael Frankel y "Todo lo que pasó antes de que llegaras"

Soy la cuarta hermana entre cuatro, ¿dice eso algo de por qué elegí este tema? Jajaja. Me alucina pensar que me perdí muchas de las cosas que vivieron mis hermanos a pesar de haber nacido todos en la misma casa y de haber compartido a nuestros mismos padres... es que en realidad, cada uno de nosotros estuvo en el mundo durante un periodo diferente al de los otros tres. Soy yo la última incorporación a la familia de origen así que tuve y tengo tres voces que me cuentan cosas diferentes de los años en los que ellos compartieron un pedacito de vida sin mí.

Cuando nos contamos cosas entre nosotros que el resto no conocía, la sorpresa es gigante. Porque esperamos el relato de lo desconocido de parte de desconocidos, no de nuestros propios hermanos. Digamos que los hermanos mayores traen consigo un bagaje de información que solo podés conocer a través de ellos. Es como un plus que tiene la particularidad no solo de tener su voz (la de los hermanos mayores) sino que también tiene una sola vía de acceso y es a través de sus ojos.

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Toda esa parte “perdida” pasa a ser una especie de legado, o sea, de todo lo que pasó antes de que llegaras al mundo. Por eso el libro está dedicado a todos los que nos cuentan la película cuando llegamos tarde al cine. Porque se toman el tiempo para contarte con más o menos detalle lo que te perdiste, ese pedacito que no viste pero que vas a necesitar para entender cómo sigue la cosa.

En cuanto a la articulación del trabajo simultáneo de escritura e ilustración, la verdad es que nunca soy muy consciente de la forma en la que trabajo, al menos no tengo un método claro y preciso y entonces con cada libro es volver a empezar.

Pero con este libro pasó algo diferente: necesitaba encontrar un trazo y una voz que no fueran míos sino del narrador, el hermano mayor. Es él quien espera a su hermanito y le va contando acerca de la vida con dibujos y con texto. Acá ya no me servían ni mi estilo de ilustración ni las técnicas conocidas ni nada de lo que pude haber utilizado en mis otros libros.

Es que en cada libro, con cada historia, llega un punto dudoso en el que me paro a leer en voz alta mi propio texto o miro las ilustraciones y siempre me pregunto lo mismo a mí misma: ¿cómo lo diría yo?, ¿cómo lo dibujaría yo? Supongo que la pregunta llega cuando veo que estoy narrando con una voz “correcta” y “prolija” que no es la mía. Llega cuando me desconozco en las palabras que elegí o en las pausas, en los nombres de los personajes, en alguna de sus miradas, en la posición de los brazos, en sus peinados, su ropa, o en la mismísima puntuación.

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Pero y ¿ahora? Necesitaba algo completamente distinto: la voz de un nene, así que la pregunta estuvo presente a lo largo de todo el libro y se transformó en “¿cómo lo diría un nene de 6 o 7 años?”, ¿cómo lo dibujaría? Lo primero que tuve claro es que quería una voz casi sin pausa, sin respiro, los chicos no saben acerca de pausas dramáticas ni puntos suspensivos y mucho menos de signos de puntuación a la hora de hablar. Quería un hermano mayor muy elocuente y ajeno a lo que estaba bien o mal contar, a lo que era prudente o no, completamente ajeno al mundo de los adultos, ¡bah!

Acá tuvimos un ida y vuelta super interesante con Lulu y Manu (los editores-directores de la editorial Limonero) porque el discurso del narrador no sigue exactamente las reglas de la correcta puntuación. Así que nos preguntábamos una y mil veces cómo “corregir” ese texto sin censurar la forma en que el nene cuenta.

También fueron muy precisos cuando sugirieron que incorporara a Ernesto (el perro) como personaje principal que funcionara un poco como ordenador de la temporalidad del libro. En todo el proceso también estuvo muy presente Sonia (directora de arte de Limonero) pero muy especialmente con una sugerencia genial para las guardas: esa línea de tiempo o calendario visual que se ve ni bien abrís el libro y antes de cerrarlo, adonde el hermano mayor anota los eventos que considera más importantes, como “hoy aprendí a sumar y es re fácil, por ejemplo, 3 + 4 = 7″.

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Y respecto a la ilustración, encontré en el papel carbónico un recurso que me resultó buenísimo porque en vez de usarlo entre dos hojas blancas, lo usé solo sobre una hoja y dibujé directamente sobre él. Como el carbónico es negro y mi lápiz también, yo no veía lo que estaba pasando en la hoja de abajo y entonces al levantar el carbónico me encontraba con dibujos bastante desprolijos y “sucios”, líneas muy discontinuas y descontroladas, muy libres.

Se parecía bastante al trazo despreocupado de un nene que quería lograr. El libro finalmente es acerca de alguien que con mucho entusiasmo y con mucho amor le cuenta a su hermanito por nacer todo lo que le espera y también cómo era la vida sin él y como sería a partir de su llegada. Quiénes son sus padres, quién es el resto de la familia, qué hacen cuando están en casa, cómo se festejan ciertos acontecimientos, cuáles son las “reglas” con las que se va a encontrar pero sobre todo, lo que este hermano mayor está diciendo al hermano menor a lo largo de todo el libro, es que lo están esperando.

Quién es Yael Frankel

♦ Nació en Buenos Aires en 1967

♦ Estudió un poco de Bellas Artes, de Guión de cine, de Lingüística, del Profesorado para chicos hipoacúsicos. Hizo talleres de ilustración y Diseño gráfico.

♦ Ha publicado libros para niños en Argentina, España, Francia y Chile.

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