
Hace 48 años, la calurosa mañana del viernes 15 de agosto de 1975, Gretchen Harrington de 8 años caminaba sola hacia el campamento religioso de verano que se realizaba en dos iglesias de Marple Township, en las afueras de la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos, cuando una camioneta se detuvo para llevarla. La pequeña se subió al vehículo y desapareció para siempre.
Este mes de julio de 2023, casi medio siglo más tarde, se supo que Gretchen no tuvo ningún motivo para desconfiar de quién le había ofrecido alcanzarla. Se había subido al auto del líder religioso del mismo campamento, cercano a su familia y padre de su mejor amiga: el reverendo David Zandstra.
Pero en ese momento nadie supo ese detalle. Hasta ahora que el responsable de su crimen, con 83 años, fue detenido.
Vamos a desempolvar el archivo de este caso que, gracias a una denuncia tardía, fue resuelto.

Sesenta días buscando a Gretchen
Harold Boyd Harrington, pastor religioso, tuvo con su mujer Ena Cover, cuatro hijas. Una de ellas fue Gretchen quien nació el 13 de junio de 1967 en Marple Township, en el estado de Pensilvania. Eran una familia corriente y feliz que estaban celebrando el nacimiento de su última hija. Esa mañana de viernes, a las 9:30 de la mañana, Gretchen salió sola hacia el campamento, no quería faltar. Sus otras hermanas se quedaron en casa con su madre.
Durante las vacaciones de verano se llevaba a cabo un campamento religioso dentro de las instalaciones de las dos iglesias de Marple Township: la Presbiteriana Reformada (que lideraba Harold Harrington, padre de Gretchen) y la Reformista y Cristiana Trinity Church Chapel que dirigía el reverendo David Zandstra. Juegos y aprendizaje de la Biblia se mezclaban buscando entretener a los niños e infundirles valores. Los chicos pasaban las mañanas en la iglesia de Zandstra y, luego, él se encargaba de hacerlos cruzar hasta la iglesia de Harrington, donde pasaban las tardes. Si hacía falta, Zandstra los subía a su camioneta verde o a su pequeño bus Volkswagen azul y blanco para trasladarlos.
Esa mañana Gretchen se despidió de su familia y empezó a caminar. Harold la observó desde su casa durante el primer trayecto del camino. Luego, la perdió de vista y se concentró en sus tareas hogareñas.
En pocos minutos más, la sonriente Gretchen de dientes de conejo, de pecas, de ojos azules y cándidos, se evaporaría para siempre.
Gretchen esa mañana no llegó a clases. Cuando su padre llegó a la iglesia y notó su ausencia se preocupó y habló con David Zandstra quien decidió llamar a la policía a las 11:23. Él, junto a los padres y las autoridades, llevaron a cabo una búsqueda incansable durante horas, días, semanas. Nada. Ni un rastro de la menor.

Dos meses de angustia siguieron a esa fatal mañana hasta que, el 14 de octubre, en un bosque cercano en el Parque Estatal Ridley Creek, aparecieron sus restos óseos. Estaban a ocho kilómetros de donde había sido vista por última vez.
El pastor David Zandstra ofició el triste funeral de Gretchen ante una comunidad conmovida y aterrada. La policía no tenía pistas y había un criminal que seguía libre.
Zandstra tuvo un papel importante en el consuelo de esa familia devastada. Era el reverendo y el amigo.
El caso tuvo algunas pistas que se enfriaron rápidamente. Había un testigo que informó haber visto a la pequeña hablando con un conductor de una camioneta Rambler verde, similar a la que tenía Zandstra, pero al ser entrevistado el pastor negó haberla visto esa mañana. Autoridad religiosa, un hombre respetado, un padre de familia reconocido. En esos años casi nadie se atrevía a desconfiar ni a cuestionar sin pruebas a un hombre de su condición.
El dolor se concentró intramuros, los policías siguieron intentando investigar sin la poderosa herramienta actual del ADN (esas pruebas recién empezaron a realizarse a mediados de los años 80) y, uno año después, Zandstra se mudó con su familia a otro estado. La ficha policial de Gretchen Harrington comenzó a llenarse de polvo.
El misterio de lo sucedido inspiró un libro: La tragedia de Gretchen Harrington: muerte e inocencia perdida en un suburbio de Filadelfia, de los periodistas Joanna Falcone Sullivan y Mike Mathis. La autora le dijo a la BBC que había entrevistado al matrimonio Zandstra y que le había llamado mucho la atención que, mientras su mujer recordaba todo lo ocurrido esa mañana, él no podía hacerlo.

Recuerdos para resolver un crimen
A comienzos de este año, el 2 de enero de 2023, la mejor amiga de la hija del reverendo David Zandstra, habló con los investigadores del caso y les reveló algo sorprendente y que tenía atragantado desde hacía mucho tiempo: creía que el padre de su amiga era el culpable de aquel terrible crimen. ¿Qué la llevaba a pensar eso? Ella les relató algo terrible. Dijo que en esa época se quedaba mucho a dormir en lo de su amiga y que, en una oportunidad cuando tenía solamente 10 años, se despertó en medio de la noche con el pastor tocándola en la zona de la ingle. Ocurrió en dos ocasiones. Lo curioso fue que, cuando se animó a contárselo a la hija, ella le respondió que su padre hacía a veces esas cosas con sus invitadas. La pequeña abusada se preocupó y escribió en su diario personal: “Creo que él podría ser quien secuestró a Gretchen. Creo que fue el Sr. Z”.
La menor calló, pero escribió. Ese diario íntimo se lo entregó como prueba a los detectives.
Esa pequeña, cuyo nombre no ha sido divulgado y que hoy tiene 60 años, es la testigo crucial que llevó al arresto. Además, recordó otro hecho sospechoso: en esa misma época, una de sus compañeras de clase había vivido dos intentos de secuestro.
Los Zandstra dejaron Pensilvania en el año 1976 y se terminaron mudando de estado dos veces más. Primero a California, luego a Texas y más tarde a Georgia. ¿De qué otros crímenes escaparía el Sr Z?
El 17 de julio de este año los detectives viajaron a la ciudad de Marietta, en Georgia, donde vivían Zandstra y su esposa. Lo interrogaron. Comenzó negando haber visto a Gretchen aquel día, pero luego admitió haberla observado caminando sola y recordaba qué tenía puesto. También aceptó que él tenía una camioneta verde. Fue pisándose, por la culpa o por sus años, y terminó aceptando que él le había ofrecido llevarla. Los investigadores aceleraron el interrogatorio. Lo que siguió fue una confesión: había subido a Gretchen a su camioneta, la había llevado a una zona boscosa aislada donde le había pedido que se quitara la ropa. La menor se negó a desvestirse y él, luego de realizar actos sexuales y obscenos frente a ella, la golpeó furioso en la cabeza con sus puños. Cuando creyó que estaba muerta cubrió su cuerpo con lo que encontró y se fue de nuevo a su iglesia para proseguir con sus tareas religiosas.
Según el agente Eugene Tray, quien escuchó la escalofriante confesión, Zandstra pareció aliviado al contar todo por primera vez.

Justicia tardía, pero Justicia al fin
El fiscal de distrito Jack Stollsteimer aseguró que este caso generó un antes y un después en esa apacible comunidad que quedó atravesada por la muerte violenta de Gretchen: “Hoy, por fin, podemos anunciar que tenemos al asesino, quien ha admitido el crimen. Estamos orgullosos de poder dar una respuesta a la comunidad. (...) Ese hombre es malvado. Mató a esa niña de 8 años que confiaba en él. Y luego actuó como un amigo cercano de la familia (...) Él representa la peor pesadilla para cualquier padre. Es un depredador sexual sin remordimientos”.
David Zandstra, de 83 años, fue arrestado y acusado por el secuestro y el asesinato de la menor. Los investigadores enviaron a otros estados sus registros de ADN para cotejarlo con otros casos. Temen que en los lugares donde vivió haya dejado más víctimas.
El esclarecimiento de lo sucedido con Gretchen llegó muy tarde para su padre Harold, quien murió en 2021 a los 94 años. Su madre Ena y sus tres hermanas Zoe, Ann y Jessyca, al enterarse de la noticia, escribieron un comunicado: “Con el anuncio de hoy del arresto estamos extremadamente esperanzados de que la persona responsable del malvado crimen que fue cometido contra nuestra pequeña Gretchen quede presa. Es difícil expresar las emociones que sentimos a medida que nos acercamos a la justicia. Gretchen tenía solo 8 años cuando nos fue arrebatada súbitamente en su camino a la Iglesia el viernes 15 de agosto de 1975. Si ustedes hubieran conocido a Gretchen enseguida se hubieran hecho amigos de ella. Ella destilaba amabilidad y era dulce con todos. (...) El secuestro y el asesinato de Gretchen alteró para siempre a nuestra familia y la extrañamos cada día. Estamos agradecidos por la búsqueda contínua de justicia llevada adelante por las fuerzas de la ley y queremos agradecer también a la policía del estado de Pensilvania por su constante búsqueda de respuestas. Nosotros no estaríamos aquí si no fuera por ellos. Como familia solicitamos privacidad en este momento para poder digerir esta información. Gracias por su comprensión, amor y continuo apoyo”.
Zandstra, el monstruo disfrazado de amigo y de pastor amable y dedicado, hoy duerme tras las rejas sin posibilidad de libertad condicional mientras batalla por no ser extraditado a otro estado. El calvario de la familia de Gretchen para llegar a la verdad llegó a su fin.
Aunque saber que ese perverso y cínico sujeto se mantuvo tan cerca de ellos, simulando empatía y consolándolos en el momento más oscuro de sus vidas, resulta un trago demasiado amargo.
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