Timothy Leary, el extravagante gurú del LSD: un hongo mexicano, una mansión con viajes lisérgicos y el origen de Come Together

El psicólogo de Harvard, padre de la psicodelia, fue calificado como “el hombre más peligroso de América” por Nixon. Luego de probar un hongo alucinógeno en Cuernavaca, dijo que la experiencia expandió su conciencia. Su mansión con drogas y orgías. Las 36 cárceles por las que pasó. La relación con Yoko Ono y John Lennon. Y cómo planeó transmitir su final-31 de mayo de 1996- por internet

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Timothy Leary fue uno de los gurúes del LSD y de la Psicodelia. Su prédica, sus actividades en relación a las drogas alucinógenas lo llevaron a conocer 36 cárceles en todo el mundo (Bettmann)
Timothy Leary fue uno de los gurúes del LSD y de la Psicodelia. Su prédica, sus actividades en relación a las drogas alucinógenas lo llevaron a conocer 36 cárceles en todo el mundo (Bettmann)

A principios de los años 70, el presidente Richard Nixon lo llamó El hombre más peligroso de América. No era un terrorista, ni un gángster, ni un ladrón de bancos. Tampoco, a simple vista, presentaba una fortaleza física llamativa. Tenía más de 50 años, hablaba en voz baja y tenía el aspecto de un profesor universitario (en algún momento lo había sido). Se dedicaba, según sus palabras, a expandir las conciencias.

Timothy Leary fue uno de los gurúes del LSD y de la Psicodelia. Su prédica, sus actividades en relación a las drogas alucinógenas lo llevaron a conocer 36 cárceles en todo el mundo. Aunque en ninguna pasó demasiado tiempo: siempre encontró algún resquicio para evitar las largas condenas.

Leary sufrió una transformación a principios de la década del 60 después de su primera experiencia alucinógena. Pasó de ser un académico, un investigador científico en las aulas y laboratorios de Harvard a convertirse en ícono de la contracultura, en gurú de la psicodelia y de la expansión de la mente a través de las drogas lisérgicas.

Abjuró de la psicología. Dijo que era una disciplina obsoleta, tramposa, poca eficaz y carente de imaginación que pretendía imponer la mente del doctor en la mente del paciente. Cada aparición pública suya era un llamado a expandir conciencias a través del uso del ácido. Pero más allá de la invocación lisérgica, su mensaje iba contra el statu quo de la época en sentidos más amplios. Era antibelicista y apoyaba a los grupos juveniles.

La gran mansión Millbrook, en las afueras de Nueva York. Durante el siguiente lustro, la casa fue la sede de miles de viajes lisérgicos, escándalos, orgías, meditaciones masivas, desgracias, mentes expandidas y otras destruidas para siempre (Getty)
La gran mansión Millbrook, en las afueras de Nueva York. Durante el siguiente lustro, la casa fue la sede de miles de viajes lisérgicos, escándalos, orgías, meditaciones masivas, desgracias, mentes expandidas y otras destruidas para siempre (Getty)

Sus problemas con la justicia que lo tapó de condenas, fugas, abogados, prisiones en suspenso y apelaciones se apaciguaron a partir de 1976 con la derrota norteamericana en Vietnam.

Timothy Leary nació en 1920. Hijo de un dentista que abandonó a su familia tuvo una juventud complicada. Fue expulsado de varias instituciones educativas tanto durante la escuela secundaria como en sus primeros años de universitario.

Sus problemas para encajar en la tradicional se presentaron desde muy pequeño y eso fue algo que no varió a lo largo de su vida. En sus memorias LSD Flashbacks-Una Autobiografía trata de encontrar una explicación a esa situación y la encuentra en su infancia, en una conversación con su abuelo materno: “Te daré el mejor consejo que se me ocurre. Nunca, pero nunca, hagas nada como los demás. Encuentra tu propio camino. Sé el único de tu clase. No te olvides de esto”. Y si bien Leary dice que en su momento no entendió, su vida fue una prueba fehaciente de que siguió al pie de la letra la recomendación de su abuelo.

Timothy Leary con su esposa Rosemary Leary en una conferencia de prensa en Nueva York en 1969 cuando anunció su candidatura como Gobernador de California (Bettmann)
Timothy Leary con su esposa Rosemary Leary en una conferencia de prensa en Nueva York en 1969 cuando anunció su candidatura como Gobernador de California (Bettmann)

A pesar de sus problemas de adaptación y de conducta, Leary se recibió de psicólogo. A partir de ese momento comenzó una promisoria carrera académica. Obtuvo grados y puestos en diferentes equipos de investigación, tuvo equipos y proyectos a su cargo y llegó a Harvard. Pero no estaba contento con su vida. Era igual a la de millones de norteamericanos. Monótona, chata.

La adicción al alcohol se había convertido en un problema. La desgracia lo atravesó: su primero esposa se suicidó colgándose del techo del baño de la casa familiar mientras sus dos pequeños hijos jugaban en la planta de abajo.

Algunas vidas, unas pocas, tienen un punto de quiebre muy marcado, un momento exacto en el que todo cambió. La de Leary es una de ellas. Y ese día fue el de la primera vez en que consumió hongos Psylocibe. Fue una tarde 1960 en Cuernavaca, México. Dos años antes había leído una nota en la revista Life sobre el uso y el abuso que ciertas tribus autóctonas mexicanas hacían de ese hongo.

Uno de sus colegas, Anthony Russo ya los había probado y lo terminó de convencer de hacerlo. Leary mucho tiempo después dijo: “Durante esa experiencia aprendí más en cinco horas sobre el cerebro y la conciencia que en 15 años de estudio, de investigación académica y trato con pacientes”. A su regreso empezó una investigación en Harvard al respecto. Leary sostenía que la aplicación del psylocibe y del LSD supervisada por profesionales podía facilitar la readaptación de los criminales, podría resultar una terapia beneficiosa para ellos y para la sociedad.

Para mediados de la los 60, Leary ya era una gran celebridad. Salían notas sobre él, sobre Millbrook, sobre los famosos que acudían a realizar viajes lisérgicos (AP)
Para mediados de la los 60, Leary ya era una gran celebridad. Salían notas sobre él, sobre Millbrook, sobre los famosos que acudían a realizar viajes lisérgicos (AP)

En esos años tanto el Psylocibe y el LSD no estaban prohibidos. Pero sus investigaciones produjeron revuelo en el ambiente académico de la época. Sus métodos fueron cuestionados y Leary denunciado por violar el código de ética de la universidad.

Él adujo que su método tenía efectos benéficos en adicciones, esquizofrenia y otras patologías psiquiátricas. Había aplicado su programa en delincuentes comunes y había reducido, según sus informes, la tasa de reincidencia de estos a un 20 % cuando el promedio de los ex convictos que recaían en delitos era del 60%. Sin embargo la denuncia prosperó y al poco tiempo fue dejado cesante. En ese momento parecía que sus trabajos y, en especial, su figura se perdería para siempre. Sin embargo Leary continuó. Había descubierto algo de lo que estaba convencido. El poeta Allen Ginsberg, voz de los beatniks y también de la Generación Hippie, se acercó a él.

Drug apostle Timothy Leary, who escaped from a California prison in 1970 and spent three years drifting the world, laughs as he is escorted by a heavy guard of Federal officers from an airliner after his arrival here on a direct flight from London. Leary was arrested in Afghanistan and returned here. He faces counts of drug smuggling, conspiracy, and income tax evasion in addition to escape charges.
Drug apostle Timothy Leary, who escaped from a California prison in 1970 and spent three years drifting the world, laughs as he is escorted by a heavy guard of Federal officers from an airliner after his arrival here on a direct flight from London. Leary was arrested in Afghanistan and returned here. He faces counts of drug smuggling, conspiracy, and income tax evasion in addition to escape charges.

Sus investigaciones se habían hecho conocidas. La promesa de la experiencia alucinógena y de la expansión de las conciencias era tentadora para muchos. Los hermanos Mellon Hitchcock, unos jóvenes herederos de una enorme fortuna se acercaron a él (gracias a las habilidades promocionales de Allen Ginsberg) y le ofrecieron financiamiento. El primer gran aporte fue una enorme mansión de 63 habitaciones en Millbrook, en las afueras de Nueva York para que allí fijara su base. Durante el siguiente lustro, Milbrook fue la sede de miles de viajes lisérgicos, escándalos, orgías, meditaciones masivas, desgracias, mentes expandidas y otras destruidas para siempre.

Para mediados de la los 60, Leary ya era una gran celebridad. Salían notas sobre él, sobre Millbrook, sobre los famosos que acudían a realizar viajes lisérgicos. También brindaba entrevistas. Una de las más icónicas es la que le dio a Playboy (tal vez el medio que durante décadas mejores y más profundas entrevistas hizo) en la que entre otras cosas declaró que el LSD era capaz de “curar la homosexualidad”, que él lo había conseguido con una paciente lesbiana que se había transformado en heterosexual. Con los años, Leary se arrepintió de esa declaración y de su visión del tema (que no era muy diferente a la de la mayoría del campo psicológico en esa época).

Ciando Ted Kennedy le preguntó por los daños que el LSD podía generar. Leary respondió: “El motor de un auto también puede ser peligroso. Todo depende del uso que cada uno le dé” (Bettmann)
Ciando Ted Kennedy le preguntó por los daños que el LSD podía generar. Leary respondió: “El motor de un auto también puede ser peligroso. Todo depende del uso que cada uno le dé” (Bettmann)

El tema de sus exploraciones de conciencia y el uso de ácidos llegó hasta el Congreso norteamericano. Ted Kennedy le preguntó por lo peligroso de su actividad, por los daños que el LSD podía generar. Leary respondió: “El motor de un auto también puede ser peligroso. Todo depende del uso que cada uno le dé y el marco en el que se lo haga. Le aseguro que los beneficios son mayores”.

La policía y las agencias federales organizaban periódicas razzias en Millbrook en las que decomisaban drogas ilegales y se llevaban detenidos a varios de los presentes. Entre ellos, siempre era Leary uno de sus blancos. Quien comandaba estas operaciones era Gordon Liddy, que tomaría trascendencia definitiva con su involucramiento en el caso Watergate.

Para evitar la persecución llegó a crear un culto, una especie de religión porque la legislación protegía las prácticas dentro de los ritos religiosos. Llamó a su culto Liga para el Descubrimiento Espiritual, religión que declaraba el uso del LSD como su principal sacramento. De esa manera, otorgándole status religioso al LSD intentó que sus sesiones no fueran perseguidas por la justicia. El intento fue infructuoso. El acoso policial continuó. Sólo consiguió poner a Leary más solemne y aumentar su aura de gurú pomposo.

El otro gran gurú del LSD durante los años sesenta fue Ken Kesey, quien era más bombástico, recorría Estados Unidos en un micro pintado con colores vivos y diseño psicodélico (Getty Images)
El otro gran gurú del LSD durante los años sesenta fue Ken Kesey, quien era más bombástico, recorría Estados Unidos en un micro pintado con colores vivos y diseño psicodélico (Getty Images)

Con el correr de los años varios referentes contraculturales se sumergieron en experiencias lisérgicas comandadas por Leary. Jack Kerouac, Neal Cassidy, Abbie Hoffman, Aldous Huxley, Arthur Koestler, Charles MIngus (tocó en una de las muchas bodas de Leary), John Lennon y Yoko Ono (con los que participó del Bed In en Toronto).

El otro gran gurú del LSD durante los años sesenta era Ken Kesey. El perfil de ambos era muy diferente. Kesey era más bombástico, recorría Estados Unidos en un micro pintado con colores vivos y diseño psicodélico, acompañado por una troupe ruidosa y algo ostentosa, en la que la promesa orgiástica siempre sobrevolaba el ambiente.

Leary tenía un perfil más espiritual y reposado. En él se cruzaban, al menos en la apariencia, lo místico, lo espiritual, las filosofías orientales. El encuentro entre ambas facciones lisérgicas era inevitable. Una tarde el micro colorido y atronador de Kesey se detuvo en la sede de Leary en Millbrook. Una especie de Ashram de extremo lujo en el que todo era reposo, silencio y moderación.

Para evitar la persecución llegó a crear un culto, una especie de religión porque la legislación protegía las prácticas dentro de los ritos religiosos. Llamó a su culto Liga para el Descubrimiento Espiritual, religión que declaraba el uso del LSD como su principal sacramento (Bettmann)
Para evitar la persecución llegó a crear un culto, una especie de religión porque la legislación protegía las prácticas dentro de los ritos religiosos. Llamó a su culto Liga para el Descubrimiento Espiritual, religión que declaraba el uso del LSD como su principal sacramento (Bettmann)

Hay diferentes versiones de ese momento. Lo que no quedan dudas que los hippies que bajaron del micro de Kesey lo hicieron ruidosamente: la moderación no era su mayor fuerte. Una pequeña revolución para el lugar apaciguado. Los de Kesey buscaban cualquier oportunidad para organizar grandes orgías. Cada uno estaba en un lugar de viaje mental diferente.

Un capítulo de Ponche de Ácido Lisérgico, el libro de Tom Wolfe narra ese encuentro fallido. Wolfe cuenta que Leary no se dignó a recibir a Kesey y que hizo todo lo posible para que él, su micro y sus exaltados seguidores se fueran de allí lo más rápido posible. Leary en sus memorias contradice eso (y no oculta el disgusto con Wolfe). Da una versión poco verosímil de una charla con Kesey pero no mucho más.

Mientras tanto Leary escribía libros en los que narraba sus experiencias y exponía su cosmovisión en la que la expansión de conciencias, las mentes abiertas y el LSD eran el centro. En esos libros hacía una rara adaptación de textos orientales clásicos como el Libro Tibetano de los Muertos y la experiencia lisérgica. Uno de sus varios lemas se convirtió en una especia de mantra para los miembros de movimientos juveniles y contraculturales: Enciéndete, sintoniza y dejate llevar (Turn on, tune in and drop out).

El lema de Leary para el Congreso era Come Together-Join The Party (Vengan juntos-Únanse a la Fiesta) Le encargó su jingle promocional a John Lennon
El lema de Leary para el Congreso era Come Together-Join The Party (Vengan juntos-Únanse a la Fiesta) Le encargó su jingle promocional a John Lennon

En 1969 pretendió ingresar en la política y se presentó como candidato a gobernador de California. Su rival era un actor que había abandonado Hollywood hacía un tiempo y representaba al Partido Republicano: Ronald Reagan. El lema de Leary era Come Together-Join The Party (Vengan juntos. Únanse a la Fiesta) Le encargó su jingle promocional a John Lennon. Aunque luego no fue usado como tal, ni con fines proselitistas, el origen de Come Together, clásico de la última etapa Beatle fue este pedido de Leary.

A principios de los años 70 su prédica había perforado el mundo contracultural y se había filtrado a otras capas sociales. Varias figuras prominentes participaron de sus experimentos con alucinógenos. Desde actores clásicos como Cary Grant hasta Henry Luce, el dueño y editor de la revista Time pasando por el comediante Steve Allen. También se sumarían grandes figuras juveniles del rock con experiencias con distintos ácidos, hongos y drogas de nayor potencia todavía. La cantante de Jefferson Airplane, Grace Slick dijo que ella prefería el DMT al LSD: “Mientras que el LSD es como si alguien te succionara a través de un sorbete, el DMT es como si salieras disparado desde un gran cañón”.

Las sentencias en contra se fueron acumulando. Por posesión de marihuana, por intentar cruzar la frontera con narcóticos, por utilizar a su hija para transportar sustancias ilegales, por apología de la droga (Getty Images)
Las sentencias en contra se fueron acumulando. Por posesión de marihuana, por intentar cruzar la frontera con narcóticos, por utilizar a su hija para transportar sustancias ilegales, por apología de la droga (Getty Images)

La justicia norteamericana persiguió con persistencia a Leary. Una de sus actividades cotidianas era la de enfrentar acusaciones, declarar ante los estrados, reunirse con abogados que le pedían mayor moderación. Las sentencias en contra se fueron acumulando. Por posesión de marihuana, por intentar cruzar la frontera con narcóticos, por utilizar a su hija para transportar sustancias ilegales, por apología de la droga. Sin embargo entre las apelaciones y las anulaciones de sentencia por vicios procesales, Leary lograba evitar pasar sus días en una celda a pesar de que ya acumulaba más de 50 años de prisión si se sumaban las condenas que habían caída sobre él.

Pero tras la frase de Nixon en la que lo señaló como el hombre más peligroso de su país, el enemigo público número uno, la presión sobre él fue mayor y ya no pudo librarse de la cárcel.

En 1973 un grupo guerrillero llamado The Weather Underground facilitó su fuga. No sólo lo liberaron de la prisión sin o que lo sacaron del país y lo trasladaron hasta Argelia (Getty Images)
En 1973 un grupo guerrillero llamado The Weather Underground facilitó su fuga. No sólo lo liberaron de la prisión sin o que lo sacaron del país y lo trasladaron hasta Argelia (Getty Images)

Lo mandaron a la prisión de Folsom. En la admisión utilizó sus conocimientos (él había diseñado algunos de esos tests psicológicos) y consiguió que se le encargara el cuidado de las plantas, árboles y césped de algunas de las instalaciones. Eso tenía varias ventajas. Trabajaba al aire libre, sin la opresión de los espacios cerrados, conservaba la ilusión de plantar de manera clandestina marihuana y, en especial, la chance de fugarse era mayor.

Uno de sus compañeros de confinamiento era Charles Manson quien le preguntaba intrigado, cada vez que se cruzaban, cómo no había utilizado su poder para crear un gran ejército de seguidores. Él, afirmaba, lo hubiera hecho.

En 1973 un grupo guerrillero llamado The Weather Underground facilitó su fuga. No sólo lo liberaron de la prisión sin o que lo sacaron del país y lo trasladaron hasta Argelia en dónde se encontró con Eldridge Cleaver y otro líderes de las Panteras Negras que también estaban asilados allí. El contacto entre ellos, tres fuerzas revolucionarios de esos años convulsionados (las Panteras Negras, Weather Underground y Leary y el LSD) parecía augurar un futuro prometedor. Pero la convivencia, la armonía fue -previsiblemente- imposible. Todos estaban acostumbrados a mandar y el currículum de ninguno se distinguía por su tendencia a la obediencia.

Timothy Leary con sus nietas Dieadra Martino y Sarah Brown y la pequeña hija de Dieadra Davina at Leary en su casa de Benedict Canyon en 1994, Beverly Hills, California (Getty Images)
Timothy Leary con sus nietas Dieadra Martino y Sarah Brown y la pequeña hija de Dieadra Davina at Leary en su casa de Benedict Canyon en 1994, Beverly Hills, California (Getty Images)

Timothy Leary tuvo que escapar de su exilio argelino debido a que, según su denuncia posterior, los Panteras Negras intentaron secuestrarlo. Estuvo en Suiza y en Arabia y Medio Oriente. Un descuido permitió que fuera atrapado y deportado a Estados Unidos. Leary se movía por países que no tenían tratado de extradición con Estados Unidos. Pero en una escala en Kabul, lo apresaron. Allí las naves aéreas no se consideran suelo afgano.

Estuvo tres años detenidos y fue liberado en 1976. A partir de ese momento se dedicó a dar conferencias, publicar libros y hacer apariciones públicas mientras experimentaba en privado con ácidos como siempre.

En 1995, los doctores le informaron que padecía de cáncer de próstata en estado avanzado. Era inoperable y le quedaban pocos meses de vida. Leary anunció que haría de su muerte un espectáculo público. Que aprovecharía esa nueva arma -todavía desconocida para muchos en ese momento- que era internet para dar una gran fiesta virtual y transmitir sus últimos momentos de vida y perpetuar su partida. No pudo hacerlo.

En 1995, los doctores le informaron que padecía de cáncer de próstata en estado avanzado. Era inoperable y le quedaban pocos meses de vida. Leary anunció que haría de su muerte un espectáculo público (Getty Images)
En 1995, los doctores le informaron que padecía de cáncer de próstata en estado avanzado. Era inoperable y le quedaban pocos meses de vida. Leary anunció que haría de su muerte un espectáculo público (Getty Images)

El 31 de mayo de 1996, hace 25 años, Timothy Leary murió mientras dormía. Según su hijo, sus últimos palabras fueron dos preguntas: “¿Por qué? ¿Por qué no?”.

A pesar de que en los últimos meses de su vida había averiguado por la suspensión criogénica (es decir, congelar su cuerpo y dejarlo en estado latente hasta que se encontrara una cura para su mal) al final pidió ser cremado. Parte de sus cenizas fueron lanzados, enterrados en el espacio unos años después.

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