
El 13 de enero de 1982, un trágico accidente aéreo dejó una marca imborrable en la memoria de los estadounidenses. El vuelo 90 de Air Florida, que despegaba desde lo que hoy se conoce como el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington, chocó con el puente de la calle 14 y se desplomó en las gélidas aguas del río Potomac. De las 79 personas a bordo, solo cinco sobrevivieron, incluido Joseph Stiley, un piloto con licencia que se encontraba en ese vuelo debido a un viaje de negocios. Hoy, más de 40 años después, recuerda con una mezcla de tristeza y gratitud la experiencia que le cambió la vida.
Accidente del vuelo 90 de Air Florida

El vuelo 90 de Air Florida sufrió un destino fatal cuando, en su despegue desde Washington DC, el avión tocó el puente de la calle 14 y se estrelló en el río Potomac. La colisión resultó en la muerte de 78 personas, entre pasajeros, tripulación y automovilistas que se encontraban en el puente. Las condiciones invernales y el retraso en el deshielo de las superficies del avión fueron factores clave que contribuyeron al accidente.
Según un informe de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB), la tripulación no utilizó antihielo en los motores antes de despegar, lo que, sumado a la nieve y el hielo en las alas, dificultó el rendimiento de la aeronave. Además, la experiencia limitada de la tripulación en condiciones climáticas extremas empeoró la situación.
Stiley, quien trabajaba en General Telephone & Electronics en ese momento, era un piloto experimentado con formación militar. A pesar de estar de viaje por negocios, su conocimiento aeronáutico le permitió anticiparse a la tragedia.
“Sabía que estábamos en serios problemas antes de salir de la pista”, comentó Stiley a PEOPLE, que era instructor de vuelo y había pasado por una escuela de supervivencia para pilotos. Su preparación lo llevó a asumir una posición protectora desde el asiento 18C, lo que probablemente salvó su vida.
Experiencia de Joseph Stiley como sobreviviente
Stiley se encontraba acompañado de su asistente, Patricia Felch, cuando el avión comenzó a tambalearse en el despegue. Ante la inminente crisis, le indicó que adoptara la misma postura protectora que él: agacharse, encogerse y cubrirse la cabeza con las manos. “Me hice un ovillo, me agaché y apoyé la espalda contra el asiento que tenía delante con las manos sobre la cabeza”, recordó al mismo medio.
Gracias a su preparación, Stiley logró sobrevivir, aunque sin consecuencias físicas graves. “Se me rompieron todos los dedos de la mano izquierda y un par de los de la derecha”, confesó en una entrevista reciente con PEOPLE.
El impacto fue brutal. Stiley perdió el conocimiento por un momento, pero cuando el agua helada del Potomac entró por su nariz y boca, se despertó. En medio del caos, logró escapar del avión y sacar a Felch, quien también sobrevivió, y a otra pasajera, Priscilla Tirado, quien luchaba por encontrar a su bebé. A pesar de las dificultades, logró salvar a otras personas, aunque el accidente fue devastador para muchos.
El accidente de American Airlines en 2025
En enero de 2025, más de cuatro décadas después del desastre de Air Florida, Stiley fue nuevamente confrontado por un accidente aéreo en el mismo escenario. Esta vez, un avión de pasajeros de American Airlines chocó con un helicóptero Black Hawk del ejército de Estados Unidos en el río Potomac.
A diferencia de lo ocurrido en 1982, este accidente no dejó sobrevivientes. En el avión de American Airlines viajaban 60 pasajeros y cuatro tripulantes, mientras que en el helicóptero iban tres soldados. La noticia del desastre, que ocurrió en el mismo cuerpo de agua donde él había sobrevivido, fue recibida por Stiley con profunda tristeza.
“Mi corazón está con todas las familias y con aquellos que han fallecido, pero, por supuesto, ellos no lo saben”, comentó Stiley en una entrevista con PEOPLE posterior al accidente. Aunque se mantenía alejado de las noticias, al enterarse de la tragedia, no pudo evitar recordar su propio accidente y las vidas que se habían perdido en ese entonces. Aunque el paso del tiempo ha hecho que se distanciara de la tragedia de 1982, este nuevo accidente reavivó los recuerdos y emociones de aquellos días.
Consecuencias emocionales y físicas para Stiley

El accidente de 1982 dejó secuelas tanto físicas como emocionales para Stiley. A pesar de ser uno de los sobrevivientes más gravemente heridos, con más de 60 huesos rotos y daños en la columna vertebral, nunca se recuperó por completo.
La cirugía le colocó clavos de acero para mantener su tibia rota, pero el dolor físico persiste. “Mi cuerpo nunca se recuperó por completo”, señaló Stiley. Además, en su momento, los médicos consideraron la posibilidad de amputarle la pierna debido a la gravedad de la lesión, aunque finalmente decidieron no proceder con la amputación.
A nivel emocional, Stiley ha lidiado con el impacto del accidente durante más de cuatro décadas. Aunque en su momento se mostró reacio a hablar sobre lo ocurrido, a medida que pasaron los años, ha llegado a reflexionar sobre lo afortunado que fue al sobrevivir. Sin embargo, su experiencia también le dejó un sentimiento profundo de pérdida por las vidas que no pudo salvarse. “A veces me lo recuerdo”, afirmó, refiriéndose a cómo las decisiones que tomaron en ese momento crucial lo mantuvieron con vida.
Reflexiones sobre la vida después del accidente
El paso del tiempo no ha sido fácil para Stiley. Después del accidente, mostró rechazó a regresar a la aviación, a pesar de su experiencia como piloto.
“Desde entonces sólo he volado tres veces en vuelos comerciales porque no confió en los pilotos de líneas aéreas, especialmente en los que no han recibido formación militar”, explicó. Aunque en su momento regresó al lugar del accidente para conmemorar un aniversario, prefirió mantener una distancia del pasado.
“Dejé de hablar de lo ocurrido poco después, cansado de responder una y otra vez a las mismas preguntas”, relató.
A lo largo de los años, Stiley ha mantenido una perspectiva algo solitaria sobre su experiencia, prefiriendo no profundizar en los recuerdos del accidente. Sin embargo, su empatía por las familias de las víctimas del reciente accidente de American Airlines refleja la sensibilidad que aún conserva. En sus reflexiones, destaca la importancia de las decisiones que tomó en aquel momento crítico, que le permitieron salvar no solo su vida, sino también la de otros. Ahora, más que nunca, se siente agradecido por estar vivo y consciente de las tragedias que aún afectan a muchas personas.
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