En pleno corazón de la costa cantábrica, Hondarribia deslumbra al viajero con una fusión única de historia, tradición y un entorno natural privilegiado. Este rincón del País Vasco figura entre los destinos más solicitados de la región, tanto por su riqueza monumental como por la vitalidad de sus calles y la hospitalidad de sus vecinos. Resulta imposible no sucumbir al encanto de sus fachadas policromadas y a la atmósfera que se respira en cada esquina de su cuidado casco antiguo.
Así, dominando el perfil de la villa, el castillo de Carlos V se erige como vestigio de la importancia estratégica que Hondarribia tuvo en siglos pasados. Esta fortaleza, construida en el siglo X y reforzada en épocas posteriores, fue durante la Edad Media un gran baluarte defensivo a orillas del río Bidasoa, marcando la frontera natural con Francia. Su estructura robusta, con muros gruesos y altos, transmite la sensación de solidez y resistencia que la historia le confirió.
Una fortaleza convertida en Parador

Personalidades como el emperador Carlos V, Felipe IV, Felipe V o el pintor Velázquez fueron huéspedes de excepción entre estos muros de piedra. En algunos de sus salones aún se conservan reliquias como los tapices diseñados por Rubens, que narran la leyenda de Aquiles, un testimonio palpable del cruce de culturas y épocas que ha vivido la fortificación. En la actualidad, el castillo es sede de uno de los alojamientos más singulares de la Red de Paradores de España, donde el modernismo se mezcla con el sabor rústico y medieval.
Así, el Parador de Hondarribia se caracteriza por el confort y la atmósfera vanguardista, las cuales conviven con la magia de las piedras centenarias. Aunque a diferencia de otros Paradores no dispone de restaurante propio, sí ofrece un desayuno tipo buffet y una cafetería con productos autóctonos y repostería artesanal. En las palabras de su web: “Sirve desayuno tipo buffet y en su cafetería, con carácter informal, productos de identidad y de gastronomía local, junto a repostería artesanal“. Los huéspedes pueden degustar exquisiteces como quesos de Iparralde, anchoas de Guetaria y una apreciada selección de bizcochos y tartas hechos en el propio establecimiento.
El Casco Antiguo y las fachadas vascas

Perderse por el casco histórico de Hondarribia es uno de esos lujos que regalan los pueblos con alma. La villa invita a pasear por calles empedradas y angostas, bordeadas de edificios barrocos y casas que conservan el estilo vasco más genuino. Lo que quizás asombra más al viajero es el juego de colores vivos en las fachadas: blancos relucientes combinados con balcones de madera pintados en tonos intensos de rojo, verde o azul. Cuenta la tradición que los pescadores utilizaban los sobrantes de pintura de sus barcos para animar las casas, un detalle que hoy confiere un sello distintivo a la localidad.
La arteria principal, la calle Nagusia, vertebra el centro histórico y es la vía ideal para descubrir lugares emblemáticos como la Casa Consistorial, la Casa Ladrón de Guevara o el Palacio Zuloaga. Entre sus joyas arquitectónicas resalta la iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, un templo construido entre los siglos XV y XVI que alterna el gótico con pinceladas renacentistas.
Fuera de las murallas del casco viejo palpita el barrio de la Marina, epicentro de la vida social y culinaria de Hondarribia. Las estrechas calles de esta antigua zona de pescadores acogen la mayor concentración de bares y restaurantes del pueblo, responsables de la merecida reputación gastronómica de la villa. Probar los pintxos y la cocina local aquí, con el bullicio del puerto cercano y las fachadas multicolores como telón de fondo, se convierte en una experiencia imprescindible.
Actividades y excursiones

El entorno de Hondarribia ofrece mucho más que historia y arte. Para quienes buscan aventura, el río Bidasoa brinda la posibilidad de rutas en barco y recorridos cortos hasta la localidad francesa de Hendaya. Los amantes de la naturaleza pueden visitar espacios únicos en los alrededores, como el parque ecológico de Playaundi en Irún, el Museo Chillida Leku en Hernani o, a solo media hora de camino, la emblemática ciudad de San Sebastián.
Además, la ubicación privilegiada de Hondarribia, encajonada entre el verde de las montañas y el azul del Cantábrico, permite practicar deportes de aventura durante todo el año. Paddle surf, surf, buceo, snorkel o senderismo son algunas de las actividades favoritas de locales y visitantes, que encuentran en la costa vasca un entorno ideal para la desconexión y el contacto con la naturaleza.
Cómo llegar
Desde San Sebastián, el viaje es de alrededor de 30 minutos por la carretera AP-8 (hay peajes). Por su parte, desde Vitoria el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 30 minutos por las vías AP-1 y AP-8 (hay peajes).
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