Los 10 castillos más espectaculares de Zaragoza: una rica herencia árabe con una imponente arquitectura

Estas fortalezas han sido testigo de la historia de la región y ahora se han convertido en grandes atractivos turísticos

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El palacio de la Aljafería,
El palacio de la Aljafería, en Zaragoza (Adobe Stock).

La provincia de Zaragoza conserva una de las redes de castillos más extensas de España, testimonio de siglos de enfrentamientos entre reinos y culturas. Estas fortificaciones, que emergen entre cerros y ciudades históricas, narran la evolución de un territorio marcado por la diversidad y el conflicto. Desde majestuosos palacios musulmanes hasta fortalezas medievales cristianas, su legado ofrece un recorrido indispensable para comprender la historia aragonesa. De este modo, se ha elaborado una selección de los 10 castillos más impresionantes de la provincia.

El palacio de la Aljafería

El palacio de la Aljafería es uno de los máximos exponentes de la arquitectura islámica en la península ibérica. Concebido como residencia de placer para los reyes hudíes de Zaragoza, su refinado programa decorativo incluye arcos lobulados, atauriques y jardines interiores que evocan el paraíso musulmán.

Tras la conquista cristiana, se adaptó a nuevas funciones, transformándose en palacio real, prisión e incluso cuartel militar. Su restauración durante el siglo XX permitió recuperar buena parte de sus elementos originales, convirtiéndolo en un referente del mudéjar aragonés. Además de su importancia arquitectónica, la Aljafería simboliza siglos de superposición cultural en el corazón de Aragón.

Castillo de Sádaba

Castillo de Sádaba, en Zaragoza
Castillo de Sádaba, en Zaragoza (Turismo de Aragón).

El castillo de Sádaba, datado entre finales del siglo XII y principios del XIII, refleja la transición entre el románico y el gótico. Su estructura de grandes sillares de piedra y su sobriedad defensiva remiten a un tiempo en que la funcionalidad prevalecía sobre la ornamentación.

Además de sus siete torres almenadas, destaca su patio de armas, de amplias dimensiones, que servía tanto para maniobras militares como para albergar a la población en caso de asedio. El castillo domina visualmente la localidad, siendo un elemento identitario de Sádaba. Su ubicación estratégica permitía controlar importantes rutas comerciales y de comunicación medievales.

Fortaleza de Sos del Rey Católico

El castillo de Sos del Rey Católico es inseparable del desarrollo urbanístico de la villa medieval. Su origen defensivo marcó la organización de calles estrechas y empinadas, diseñadas para dificultar el avance de tropas enemigas. Desde su Torre del Homenaje se vigilaba la frontera con Navarra, territorio históricamente disputado. A lo largo de los siglos, la fortaleza fue adaptándose a nuevas necesidades defensivas y residenciales. La villa creció a su alrededor, convirtiéndose en un importante centro económico y político. La vinculación con Fernando el Católico, nacido en 1452, otorgó a Sos un prestigio añadido que se refleja en su cuidado patrimonio monumental.

Uncastillo

El castillo de Uncastillo se integra de manera orgánica en la escarpada peña de Ayllón, demostrando la pericia de los constructores medievales para aprovechar las características naturales del terreno. Sus orígenes se remontan a época romana, aunque la configuración actual corresponde a los siglos XI y XII. La fortaleza sirvió como núcleo de repoblación en tiempos de expansión del reino de Aragón.

Además de su función militar, el castillo incluía dependencias residenciales para los señores locales. Las vistas panorámicas desde sus torres permiten comprender la importancia estratégica del enclave, que controlaba varios valles y caminos hacia Navarra y tierras interiores.

Castillo de Caspe

El castillo de Caspe tiene un peso singular en la historia de la Corona de Aragón. No solo fue una fortaleza militar vinculada a la Orden de San Juan de Jerusalén, sino también el escenario donde se firmó el Compromiso de Caspe en 1412, una decisión que evitó una guerra sucesoria. Las negociaciones, celebradas en sus salas, dieron legitimidad a Fernando de Antequera como monarca. Aunque el castillo sufrió daños importantes en épocas posteriores, especialmente durante la Guerra de Sucesión y las guerras carlistas, su restauración ha devuelto visibilidad a este capítulo crucial de la historia aragonesa y peninsular.

Castillo de Trasmoz

Castillo de Trasmoz, Zaragoza (ShutterStock).
Castillo de Trasmoz, Zaragoza (ShutterStock).

El castillo de Trasmoz es un enclave donde la historia documentada y las leyendas se entrelazan. Reconstruido en varias ocasiones a lo largo de su vida útil, su fama se debe tanto a su valor estratégico como a las historias populares de brujas y hechicería que lo rodean. Trasmoz fue el único pueblo de Aragón excomulgado por el Vaticano, hecho que reforzó su leyenda negra. El castillo fue propiedad de nobles como los Luna y escenario de conflictos locales. Las descripciones de Gustavo Adolfo Bécquer, quien visitó la zona en el siglo XIX, contribuyeron a forjar la atmósfera mágica que todavía hoy se respira.

El castillo de Biel

Castillo de Biel, en Zaragoza
Castillo de Biel, en Zaragoza (Adobe Stock).

En el corazón de la comarca de las Cinco Villas, la localidad de Biel custodia uno de los castillos más antiguos de la provincia de Zaragoza. Con apenas un centenar de habitantes, este pequeño núcleo conserva un valioso vestigio medieval: el castillo de Biel, también conocido como Torre Fortificada o Palacio del Rey. La fortaleza, probablemente levantada en el siglo X, se erige sobre un promontorio rocoso dominando el paisaje circundante.

Su elemento más característico es una imponente torre que, junto a la adyacente iglesia románica, compone un conjunto monumental de gran interés histórico. Aunque del antiguo recinto apenas se conservan algunos restos, recientes trabajos de restauración han permitido estabilizar la estructura y se proyecta la creación de un centro de interpretación dedicado a los castillos medievales. Biel, enclavado en un entorno de gran valor paisajístico, invita a descubrir uno de los testimonios más tempranos del pasado fortificado de Aragón.

El castillo de Ayyub

A las afueras de Calatayud, en lo alto de uno de sus cinco cerros, se alzan las ruinas del castillo de Ayyub, fortificación de origen musulmán que da nombre a la ciudad actual. Construido en el siglo IX, el denominado Qalat Ayyub formaba parte de un complejo defensivo mayor, rodeado por una extensa muralla que conectaba varias fortalezas distribuidas estratégicamente en el territorio. La estructura que mejor se ha conservado es la conocida como Plaza de Armas, donde aún se pueden apreciar fragmentos de los muros que protegieron a la población durante siglos de enfrentamientos.

El acceso al recinto es libre, aunque se recomienda extremar la precaución ante posibles desprendimientos. El castillo de Ayyub, pese a su estado de ruina, ofrece una visión privilegiada del entramado defensivo islámico y de la evolución histórica de una de las ciudades más importantes de Aragón. Desde sus alturas, la vista panorámica sobre Calatayud y su entorno recuerda la relevancia estratégica que esta fortaleza tuvo en época medieval.

Castillo de Mequinenza

Castillo de Mequinenza, en Zaragoza
Castillo de Mequinenza, en Zaragoza (Turismo Aragón).

El castillo de Mequinenza, de origen islámico, fue reconstruido y ampliado en época cristiana tras la conquista por Alfonso I el Batallador en el siglo XII. Su ubicación, sobre un promontorio en la confluencia de tres ríos, le otorgaba un control estratégico de vital importancia comercial y militar. Durante la Edad Media, el castillo fue sede de señoríos vinculados a la Corona de Aragón. En la Guerra de la Independencia, resistió varios asedios antes de caer en manos francesas. Su restauración actual y su integración en la ruta de los museos permiten acercarse a su historia, aunque el acceso interior sea limitado.

Illueca y el castillo del Papa Luna

El castillo de Illueca, convertido en palacio renacentista durante el siglo XVI, conserva restos de la fortaleza medieval original que perteneció a la poderosa familia Luna. La vida y figura de Benedicto XIII, el Papa Luna, están profundamente ligadas a esta residencia, donde nació y se formó.

Su Sala Dorada, decorada con yeserías policromadas de estilo mudéjar, es una de las joyas ocultas del arte aragonés. A lo largo de los siglos, el edificio ha sido residencia nobiliaria, cuartel y centro administrativo. Actualmente, el castillo-palacio alberga un parador turístico y un pequeño museo dedicado a la historia del Papa Luna.

El castillo de Madrid que está en plena ciudad y en mitad de un parque: se puede visitar y es gratuito.