Mario Obrero, un ‘erizo’ en todos los idiomas: “Ojalá quienes están tan preocupados por el catalán, el euskera o el gallego se preocuparan por abrir un libro”

El poeta presenta un ensayo en el que aborda y celebra la diversidad lingüística en España

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Mario Obrero, autor de 'Con
Mario Obrero, autor de 'Con e de curcuspín'. (Anagrama)

Mario Obrero lleva demasiado tiempo siendo joven. En 2020, se convirtió en el ganador más precoz de la historia del Premio Loewe de Poesía a la Creación Joven, un hito por el no tardaron en colocarle la etiqueta de ’niño prodigio’. Desde entonces, han pasado cino años en los que ha publicado tres poemarios, ha presentado un programa de televisión, ha participado en otros en la radio y, quizás lo más importante (Leopoldo de Luis decía que “de la poesía no se come, se merienda como mucho”), se ha matriculado en la universidad.

A sus 22 años, Mario Obrero sigue siendo joven, pero puede que vaya siendo hora de desligar esta condición de su poesía. Al menos, porque ya no es solo poeta. Este mes de abril se ha estrenado con su primer ensayo, Con e de curcuspín (Anagrama), un compendio de cartas a las diferentes lenguas de España que él ha ido conociendo a lo largo de su vida. Galego, euskera, català, asturianu, aragonés, aranés, estremeñu... lenguas que ha querido reivindicar desde la negrita, por valiosas, y no con la cursiva, por extrañas.

Con este ensayo, Mario Obrero se aproxima a la cuestión (y el debate) de las lenguas desde la curiosidad, el interés y el amor por todas las formas de hablar. Las abraza, desde los versos que otros poetas escribieron en otros idiomas; las defiende, porque si el aragonés tiene ocho maneras distintas de nombrar a los pájaros, significa que solo el aragonés puede pensar estos animales de ocho maneras diferentes. Por eso, Mario Obrero aprende las lenguas, porque como diría otro famoso poeta, incluso más joven que él, “yo soy otro”.

'Con e de curcuspín', de
'Con e de curcuspín', de Mario Obrero. (Anagrama)

Dejar en paz a las lenguas

-Pregunta: La primera es fácil. ¿Cuántos idiomas hablas?

-Respuesta: Pues van algunos. Y lo que va, sobre todo, es muy poca vergüenza en todos ellos. El castellano es propio, y luego uno se toma licencias en el galego y en el catalán, aprendidos con cariño y a través de los años, con muchos errores. También el inglés y el francés. Decir que sí a una lengua es decir que sí a todas las lenguas. Para mí ha sido tan agradable el aprendizaje del francés que me ha llevado a Rimbaud como el aprendizaje del galego que me ha llevado Xohana Torres. Y en esa nómina, me encantaría meter como proyectos de futuro tanto el asturiano como el euskera.

-P: Pero en una reunión familiar, si hablas inglés nadie se extraña y, en cambio, hablas en catalán o en gallego y en seguida te preguntan. ¿Por qué pasa eso?

-R: La diversidad que tenemos pasa por extraña solo por lo desconocido y lo prejuicioso de nuestro acercamiento mayoritario hacia ellas. Sin embargo, si hay una interferencia, si hay una imposición, si hay una lengua que tiene mucho que menos que ver con nosotras y sin embargo ahí está en nuestro día a día, es el inglés, que yo, en mi colegio y mi instituto público, he aprendido como lengua vehicular en la Comunidad de Madrid. Si de otras lenguas va la cosa, me gusta mucho más estar en aquellas que también constituyen mi identidad y con la misma alegría con que me como una paella, con la misma alegría con que veo Santa María del Naranco, pues falar asturianu o parlar català.

-P: En ese sentido, ¿crees que cada vez es más frecuente aceptar lo que nos es extraño o, por el contrario, hay cada vez más una reacción en contra?

-R: Yo creo que se producen movimientos paradójicos y que se explican entre ellos. Frente a la ideología que siempre reitera lo mortuorio y lo perecedero, hay una realidad de un país que escucha Rodrigo Cuevas desde Andalucía hasta Palencia, y que, como en mi adolescencia, vio Merlí desde Badajoz hasta Tudela. En el momento en que se deje en paz a la pluralidad lingüística del Estado, en que se la deje de violentar constantemente y se le dé un poco de aire, las lenguas saldrán a las plazas.

'Merlí', la serie en catalán
'Merlí', la serie en catalán que se pudo ver en las televisiones de toda España.

-P: Hablas de violencia pero, además de quienes intentan imponer el castellano en todas las comunidades, se da también un interés de muchos sectores regionalistas o separatistas por priorizar las otras lenguas.

-R: En la línea política, si hay un actor fundamental, por su insistencia en el trasunto de la política lingüística y de los idiomas en el Estado español, ha sido y es históricamente la derecha y la extrema derecha. Tenemos un caso como el de la Alcaldía de Valencia, donde María José Catalá lo primero que hace al llegar a la alcaldía es quitar la tilde de la toponimia oficial que tiene su municipio. Tenemos un gobierno de Aragón, apoyado por la extrema derecha, que lo primero de lo que se encarga es de quitar la dotación económica anual que recibe la Academia de la Lengua Aragonesa. Tenemos un gobierno del Partido Popular en Galicia que hace un decreto de plurilingüismo que ya ha sido rechazado por los tribunales de la Unión Europea porque no respeta los derechos lingüísticos de la lengua propia de ese territorio. Creo que, en definitiva, lo que cabría hacer es una reflexión a aquellos que defienden la tradición y la defensa de lo tradicional. Hay una Consejería de Cultura en Castilla y León que financia más los toros que el uso del gallego en Ponferrada y en El Bierzo. Pues habrá que preguntarse qué es más propio de esa región, si una lengua que lleva siendo hablada siglos o una industria cultural que no tiene arraigo ni ninguna relación con esas propias localidades y municipios.

“Un mundo donde todos habláramos el mismo idioma sería completamente distópico”

-P: ¿Cuántas lenguas hay en español?

-R: Hay tantas lenguas como definan sus hablantes. Creo que siempre que encaramos el debate lingüístico nos encanta empezar y acudir a la idea de lo que nombramos como lengua. Hay una especie de poder en definir o dejar de definir algo como lengua, idioma o dialecto. A mí me encantaría que, además de este debate, que por supuesto se puede dar, aquellos mismos que están tan preocupados por las lenguas estuvieran igual de preocupados e interesados por abrir un libro, por leer a una autora, por escuchar simplemente a un hablante ejercer su idioma.

-P: Una parte muy bonita de Con e de curcuspín es la historia del tesoro escondido en la casa de tu abuelo, que cuando tirasteis las paredes solo encontrasteis un papel con un chiste sobre la dictadura. ¿Qué forma de rebeldía es más efectiva, la poesía o el humor?

-R: Son gestos de lucidez que se tocan en bastantes puntos. Lo mismo es quien se levanta y hace un chiste contra una dictadura como quien se aprende un poema de Angelina Gatell o de Figuera Aymerich contra ese mismo régimen. Este libro viene un poco a reivindicar que, si de una barriada se tratase, algo pequeño como lo poético estaría muy cerca del humor y muy cerca de la memoria histórica porque todos esos conceptos pueden ser sometidos a los mismos prejuicios por un poder dominante: ‘no se entiende’, ‘es complicado’, ‘no interesa’. Si los prejuicios que se nos imponen son los mismos, es evidente que poesía, humor, diversidad lingüística o memoria tienen que ir de la mano.

-P: ¿Qué valor puede tener destruir una lengua?

-R: La desaparición de la lengua, como la desaparición de un bosque, de un espacio de memoria o de una reivindicación, es no solo irrelevante, sino deseable dentro de un sistema de poder que cada vez tiende a la mayor unicidad, a la mayor síntesis, a la mayor facilidad simplona de poder regurgitar una idea del mundo hacia la ciudadanía. La pérdida de la lengua propia es una pérdida de la lengua arraigada a una geografía, a una historia y a una visión del mundo. Es un drama tan fuerte como cualquier desaparición de especie animal, y a las lenguas no se va a su funeral, se va antes a su matadero: no se trata tanto de lenguas que se extinguen, sino de lenguas que se matan o que se ahogan y estrangulan hasta el punto de verlas morir.

Cuadro de “La torre de
Cuadro de “La torre de Babel” (1563) de Pieter Brueghel el Viejo, en referencia al relato bíblico de una humanidad que hablaba solo un único idioma.

-P: ¿Un mundo donde todos habláramos el mismo idioma sería distópico?

-R: Para mí, completamente. La Torre de Babel nos proponía ese ejemplo de lengua única, y es ese mismo discurso el que durante siglos se ha encargado de generar una figura como el hereje, como la abyecta, como la negada. Sabiendo que la unicidad lingüística nos viene de esa primera parábola, yo le tendría un poco de reparo y la miraría con ojos distantes. Necesitamos precisamente de la pluralidad, porque a las lenguas a veces les ponemos un interrogante muy inquietante sobre cuántas caben. Vivimos en tiempos de capitalismo. No hay idea más profundamente capitalista que la de crecer sin límite para, precisamente, ahondar en la plusvalía y en el rédito. Si no se le pone límite a la cantidad de armas que se pueden vender a un Estado o a la cantidad de millones que puede ganar el Ibex 35, no sé por qué a las lenguas las tendríamos que medir con una regla tan pequeñita.

A favor de que exista una ortografía... para transgredirla

-P: Y con la ortografía, ¿tiene sentido imponer un límite?

-R: Tiene sentido en las lenguas que no han sido permitidas en el ámbito de la normalización y de la oficialización. Por ejemplo, que el asturianu tenga una normatividad, que el aragonés tenga una normatividad, es fundamental para poder deshacerla el mismo día en que esa normalidad y esa normatividad, esa ortografía, se generen. Las ortografías son espacios necesarios que nos abren la puerta a la transgresión.

-P: ¿Estarías a favor de que se implantara una ortografía libre?

-R: Yo estoy a favor no tanto de que se abola la norma, sino de que se abola la imposición normativa en el hablante. Me parece un gesto quizá un poco distinto, porque abolir esa imposición significa tomar consciencia de ella. El problema de la norma es que muchas veces no nos llega como norma, sino como naturaleza. Cuando se asume que la norma es algo tan ficticio, tan artificial, tan generado como podrían serlo otras posibilidades disruptivas, entonces estamos en igualdad de condiciones. Ahí sí que me parecería estupendo no abolir la norma.

-P: Dicho de otro modo, ¿en un dictado de una clase de lengua les señalarías las faltas a los estudiantes?

-R: Sí las señalaría, sobre todo para que, si se desean hacer, se hagan con ganas y con conciencia.

Imagen de un aula.
Imagen de un aula.

-P: ¿Y qué ocurre con las lenguas que no tienen escritura? ¿Cómo se protegen si no es desde la ortografía?

-R: Las lenguas han demostrado que siempre hay posibilidad de resurgimiento. A pesar de muchas imposiciones, nos ha llegado el euskera, nos ha llegado el catalán, nos ha llegado el galego, se ha mantenido el asturiano, el aragonés, el aranés. La principal postura para proteger y defender es no dañar, no violentar, no incomodar. Creo que, de nuevo, se trata ya no solo de lo que hagamos, sino de cómo aprendemos desde nuestro idioma y desde nuestro territorio a relacionarnos de una forma menos beligerante con el mundo. En definitiva, entre acercarse con una flor o acercarse con una bala, hacerlo con lo primero.

-P: ¿Si pudieras regalarle este libro a otra persona estando seguro de que esa persona se lo leería, a quién se lo darías?

-R: Si se lo pudiera dar a varias, sería aquellas que han podido sentir la lengua como una violencia, que han podido sentir la lengua como un daño. A todo aquel, a toda aquella que haya tenido acento alguna vez, bien desde una orilla o desde otra, y haya sufrido ese acento como se sufre una bofetada, le haría entrega de este curcuspín (“erizoen asturianu). Y por supuesto, a los paisanos y paisanas de Casorvida (Asturias): este libro viene de una anécdota muy concreta que se dio allí. Y si son ellos los que han permitido que el libro sea, pues qué menos que regalárselo

El curioso pueblo portugués de los tres idiomas: se habla una lengua única en el mundo

-P: Como hizo tu abuelo con el chiste, ¿esconderías este libro en los muros de tu casa?

-R: Espero no tener que hacerlo. Y muy por la contra, creo que al revés, que va de salir a la plaza. Este país sabe mucho de esconder lenguas y esconder no solo idiomas, sino cosas que esos idiomas decían desde posturas y desde lugares no permitidos. Entonces, creo que no, que los muros me los guardaría para otros secretos más personales, más domésticos, y que al erizo le dejaría caminar por donde quiera.