Silvia Serrat, pescadera: “Las ventas cada día son más pequeñas porque la gente ha cambiado sus hábitos, los impuestos son altos y el pescado está más caro”

La dificultad de los negocios locales de resistir a la competencia de los supermercados, la subida de impuestos y los nuevos hábitos de consumo

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Imagen recurso pescadería (Getty Images)
Imagen recurso pescadería (Getty Images)

Silvia Serrat, pescadera desde hace más de 30 años en el mercado de Sant Martí de Provençals (Barcelona), contó a Rac1 su historia y experiencia personal trabajando en un puesto que desea, pero que deja ver las numerosas dificultades que atraviesa el sector.

Comenzó ayudando a sus padres, hasta que decidió continuar ella con 19 años el negocio al descubrir su pasión: “Me encanta cortar pez, despachar y hablar con la gente”. También conoció al amor de su vida en el Port de Barcelona, dedicándose ahora a lo mismo junto a ella.

Pero no todo es tan positivo. Silvia tiene que enfrentarse a muchas complicaciones en la actualidad, convirtiendo su caso en una generalidad social:

La competencia de los supermercados

Los mostradores de los mercados de barrio, a pesar de haber sido algo cotidiano en el pasado, sufren una gran competencia por parte de las grandes cadenas alimentarias. Algunos supermercados, como Costco, Esclat, El Corte Inglés y Gadis son bien valorados por sus secciones de pescado, lo que impide la atracción de muchos clientes a los puestos más pequeños.

Además, el factor económico influye en este patrón. Silvia explicó que “las ventas cada día son más pequeñas porque la gente ha cambiado sus hábitos de alimentación y el pescado está más caro”. Sumado a la calidad que ya ofrecen muchos supermercados, los consumidores tienden a priorizar cada vez más la relación precio-calidad. Esta tendencia, sin embargo, representa un desafío para la supervivencia de los comercios tradicionales, que no solo fomentan la economía local y sostienen a muchas familias, sino que también ofrecen un trato más cercano y personalizado, difícil de encontrar en las grandes cadenas.

La subida de impuestos

“Antes nos ganábamos muy bien la vida vendiendo pescado, pero ahora es más una cuestión de fe que de dinero” confesó la comerciante. La subida de impuestos ha supuesto que Silvia haya estado a punto de cerrar en varias ocasiones la concesión: “Pagaba un seguro sanitario muy elevado y la parada no daba. Tuvimos que recortar y seguir como pudimos. Pero nunca hemos tenido deudas con proveedores. Esto es sagrado”.

Además, denuncia los precios abusivos que sufren los negocios pequeños: “Pagamos unos 2.000 euros al mes por mantener la parada, que no es una propiedad, sino una concesión”.

Juanlu Marín, pescadero del Mercado de Huelva, responde a nuestras preguntas sobre el pescado fresco

Los nuevos hábitos de consumo

Las nuevas generaciones no mantienen los mismos hábitos de consumo que sus padres y abuelos. En especial en lo que respecta a la alimentación, se observan cambios marcados: los jóvenes optan por productos más personalizados, fáciles y rápidos de cocinar, como snacks, platos preparados o ingredientes frescos listos para consumir. Una forma de comer que contrasta con la cocina tradicional de otras épocas.

Uno de los sectores más afectados por este cambio de hábitos es el de los productos pesqueros. Según el estudio Análisis del joven no consumidor de productos pesqueros, realizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo per cápita de pescado ha caído notablemente en los últimos años, sobre todo entre los menores de 35 años. El informe identifica tres razones principales detrás del desinterés juvenil por el pescado:

- El rechazo generalizado por el olor, el sabor o la textura.

- La negativa a invertir tiempo en su preparación y compra.

- La creciente desconfianza sobre su procedencia, naturalidad o conservación, muchas veces vinculada a preocupaciones medioambientales.

La comerciante lo resume así: “La clientela principal son mujeres de entre 50 y 80 años. Antes venían madres de familia a hacer las compras grandes, pero ahora esas madres han envejecido y compran mucho menos”.

Pese a las dificultades a las que se expone, Silvia Serrat es optimista y no cambiaría su oficio por nada: “Mi sueño es jubilarme aquí porque ser pescadera es lo que realmente me gusta”.