“A partir de sofisticados conocimientos de ingeniería, geología, geometría y astronomía, estos grandes arquitectos anónimos se atrevieron a diseñar y construir no solo uno de los primeros monumentos de ingeniería de la humanidad elaborado con titánicas piedras, algunas de ellas con un peso de 150 toneladas, sino un edificio de una gran estabilidad y una solidez que continúa asombrando casi seis mil años después de su construcción”, cuenta José Antonio Lozano, geólogo del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) y primer autor de un estudio que revela las novedosas técnicas de ingeniería que usaron los constructores de los dólmenes de Menga, que se ubican en Antequera (Málaga).
El estudio de Menga, basado en el análisis de los ángulos de los planos de cada piedra, la polaridad estratigráfica de cada elemento estructural y en la profundidad de los cimientos, demuestra la capacidad de las sociedades neolíticas para desarrollar soluciones innovadoras basadas en un conocimiento científico incipiente, según ha indicado CSIC en un comunicado en el que explica las conclusiones principales del análisis que ha sido publicado la revista Science Advances.
Arcos de descarga como en las catedrales
El estudio destaca la utilización del principio de arco de descarga con la geometría convexa que se dio a la cobija número 5, de 150 toneladas. Se trata de la piedra más pesada hasta el momento utilizada en un edificio de este tipo, lo cual marca un avance innovador nunca antes registrado en la ingeniería arquitectónica temprana.
Pese a que en aquel momento no existía ni experiencia previa ni referente alguno en la Península Ibérica sobre la construcción de dólmenes, los datos recientemente publicados también indican que las enormes piedras no se colocaron con ayuda de rampas ascendentes, sino que se transportaron mediante trineos a lo largo del eje longitudinal del dolmen desde una cantera situada 50 metros por encima y a una distancia de casi 1 km. “Es importante destacar que esta hazaña sin precedentes nació del conocimiento empírico y la experiencia científica, con ingeniería avanzada, lo cual indica lo evolucionado de las capacidades intelectuales, prácticas y técnicas de las sociedades neolíticas”, comenta Lozano.
“Ello sugiere la gran precocidad de los desarrollos técnicos y científicos existentes en el Neolítico europeo, muy anteriores a los desplegados entre las primeras sociedades estatales del Próximo Oriente y Egipto. Valga decir, por ejemplo, que la famosa pirámide escalonada de Zoser, la más antigua de Egipto, es 1.000 años posterior al dolmen de Menga y los niveles más antiguos de Stonehege”, añade
Trineos para transportar las piedras
El estudio también revela la existencia de conocimientos científicos de ingeniería, geología, geometría y astronomía, nunca antes sospechados. “La investigación demuestra una brillantez inventiva extraordinaria entre las comunidades neolíticas en el sur de la Península Ibérica, que construyeron esta magna edificación hace aproximadamente entre 5700 años”, explica Lozano.
A partir de sofisticados conocimientos, estos grandes arquitectos anónimos se atrevieron a diseñar. Construir, no solo uno de los primeros monumentos de ingeniería de la humanidad elaborado con piedras titánicas, sino un edificio de una gran estabilidad y una solidez que continúa asombrando casi seis mil años después de su construcción.