“A veces nos planteamos cerrar, pero, ¿a dónde vamos?”: la angustia de los vecinos de Teulada por las restricciones de agua por la sequía

Desde que el Ayuntamiento anunció que el agua de consumo ya no era potable, cientos de hogares y negocios han tenido que adaptarse para seguir operativos

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Preocupación en los vecinos de Teulada ante las restricciones por la sequía. (Europa Press)
Preocupación en los vecinos de Teulada ante las restricciones por la sequía. (Europa Press)

El año 2024 ha sido un año de sequías, cuyas consecuencias se han ido apreciando a lo largo de todo el año. Cataluña encabezó las restricciones en los primeros meses, con la mayor escasez de agua jamás registrada en la comunidad autónoma a finales de enero.

Sin embargo, mientras en algunas zonas esta situación ha encontrado algo de alivio, en otras, como la comarca valenciana de Marina Alta, han visto cómo día a día, todo se iba agravando. De hecho, en el municipio de Teulada-Moraira (Alicante) la sequía ha dejado de ser una cuestión de porcentajes de ocupación de los embalses o recomendaciones a los agricultores para pasar a ser una realidad cotidiana.

El Ayuntamiento publicó el pasado viernes un bando en el que anunciaba que, “debido a la situación de sequía”, el Centro de Salud Pública había “calificado el agua como no apta para el consumo en el pueblo de Teulada. Una realidad que conllevó inmediatamente “restricciones de uso para beber, cocinar y preparar alimentos, pudiéndose utilizar para cualquier otro uso”.

La nota, firmada por el alcalde Raúl Llobell, ha venido seguida de diferentes declaraciones a los medios de comunicación, que también habló de “rezar a los dioses” para que lloviera no solo en Teulada, sino en otros pueblos de la zona a los que la escasez de agua también empieza a afectarles gravemente.

Llobell ha dejado caer que a lo mejor “a finales de mes” tienen buenas noticias. Hasta entonces, salvo que llueva o baje el consumo local -el pueblo quintuplica su población en verano hasta los 60.000 habitantes por la llegada masiva de turistas-, los vecinos del pueblo no podrán usar el agua corriente para beber ni cocinar.

Cambios en la vida cotidiana

“No recuerdo un año tan seco como este”, cuenta Paqui. Ella y su marido gestionan varios “hotelitos pequeñitos” de la zona a través del Grupo Terra de Mar. “En esta zona no ha llovido nada”, continúa explicando, aunque asegura que lo único que ha cambiado en su día a día es que ya no beben agua del grifo. No obstante, para otros “es un problemón”, como para los agricultores locales, quienes “viven de la uva, del moscatel” y han visto cómo “las vides no han dado fruto”.

Esta afirmación coincide con los datos que aportó Carlos Mazón, presidente de la Generalitat de la Comunidad Valenciana, cuando visitó Teulada y aseguró que había “agricultores que han perdido el 95% de sus cultivos”. Una situación que, sin embargo, no viene de ahora, puesto que el Ayuntamiento aprobó recientemente un plan de medio millón de euros para ayudar a los agricultores a transportar agua de riego procedente de la Depuradora de Aguas Residuales.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, en su visita al ayuntamiento de Teulada-Moraira (Alicante). (Generalitat Valenciana/Europa Press)
El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, en su visita al ayuntamiento de Teulada-Moraira (Alicante). (Generalitat Valenciana/Europa Press)

“Yo no estoy sufriendo mucho las restricciones”, afirma Paqui. Aún sí, intenta “concienciar” a todos los turistas a los que aloja para que “las duchas sean cortas” y “gasten lo menos posible”. Utilizan reductores en todos los grifos de sus apartamentos y cisternas de media carga. Los turistas, generalmente, empatizan rápidamente con la situación, “sobre todo los de Alemania y los holandeses... los de Italia, Portugal y España cuesta más que lo entiendan”.

En cambio, hay gente que le pide que, pese a la sequía y las restricciones, les lave y cambie las sábanas cada día, algo a lo que Paqui está obligada por ley. “Se pueden cambiar por un suplemento”, cuenta ella, que lo supo tras recibir hace poco una inspección de Turismo. “Actualmente, las cambiamos cada tres días. En cambio, hay turistas que me dicen que no hace falta que lo hagamos, y otros que vienen y dicen ‘cámbieme las sábanas’”.

Cómo sobreviven la restauración y la hostelería

Quienes sí están padeciendo más las consecuencias son los dueños y empleados de los bares y restaurantes de Teulada. Usar agua embotellada hasta para preparar un simple café, no digamos cocinar cosas más elaboradas, puede suponer un aumento notable de los gastos. Esto nos lo cuenta Laura, una vecina del municipio que trabaja en uno de esos establecimientos. “Tenemos que comprar el triple de lo que compramos normalmente”, calcula.

Sin embargo, estos sobrecostes no están pudiendo recuperarse de ninguna manera. “Siempre tenemos la misma clientela, así que no podemos subirles el precio porque se irían a otros locales”, explica Laura, que también revela que el uso de agua embotellada para este tipo de cuestiones no comenzó con el anuncio de las restricciones, sino “a principios de verano”. Por aquel entonces, el Ayuntamiento no había dicho nada, pero “el agua ya salía salada”.

Esto está ocurriendo ahora mismo en otros pueblos cercanos, como Poble Nou de Benitatxell, donde pese a que los análisis confirman que el agua es potable, también se ha reconocido “un exceso de sodio derivado de la intrusión del agua de mar”. Un elemento responsable del sabor salado del agua.

Esto añade problemas para establecimientos como el de Laura, donde “toca tener cuidado” hasta con el uso de la maquinaria. “Se nos rompió el lavavajillas por la sal”, reconoce, de modo que lavan los platos a mano, pese a que una inspección de Sanidad podría obligarles a usar de nuevo el electrodoméstico: “Saldrían más sucios que si los lavamos nosotros”.

Una población dividida

Para Laura, la mayor parte de la gente de Teulada “no está gente concienciada”, aunque algunos sí lo están. Paqui tiene una opinión contraria, pues ve cómo, especialmente “los jóvenes”, sí muestran preocupación por lo que está ocurriendo. “Casi todos tienen el móvil conectado con el Ayuntamiento y les llegan las alarmas”, sigue diciendo.

Algunos vecinos del municipio, incluso, han querido plantear al consistorio la pregunta de si verdaderamente era necesario llegar a esta situación. “¿Nos pueden decir qué se está haciendo para que esto no vuelva a ocurrir?”, comenta una habitante del pueblo a través de redes sociales. “No se trata solo de la sequía, hay un problema de fondo. El año pasado no nos dijeron que no era potable, ¡pero era imbebible!”.

También algunas formaciones políticas, como Compromís per Teulada-Moraira, que ha convocado un pleno extraordinario para pedir explicaciones sobre las restricciones que se han implantado. ”La información proporcionada a la ciudadanía es insuficiente e imprecisa. 72 horas después no tenemos ni una sola medida sobre la mesa”, contaban desde el grupo municipal en un comunicado. Mazón, por su parte, señaló al Gobierno por no haber convocado una Mesa de la sequía, pese a que lo pidió hace más de medio año.

Pero mientras unos y otros se señalan, son los vecinos quienes, como dice Laura, “sobreviven”. La última pregunta a la que responde es si alguna vez han pensado en echar el cierre al local, por lo menos hasta que el problema con el agua se resuelva. “A veces sí que nos planteamos cerrar”, reconoce, “pero luego no lo hacemos porque, ¿Dónde nos vamos?”.

Aragonès pide un esfuerzo complementario para afrontar la sequía.
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