La dopamina, la “hormona del placer” que se activa en el enamoramiento, pero también en los juegos del azar y el consumo de drogas

El amor en cada una de sus fases, desde el primer momento de atracción hasta la superación de una ruptura, está marcado por las hormonas y los neurotransmisores

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Imagen de archivo de una pareja en la cama. (Christin Klose/dpa)
Imagen de archivo de una pareja en la cama. (Christin Klose/dpa)

Que “el amor es como una droga” es una frase que hemos leído y escuchado decenas de veces. Esa sensación de alegría y plenitud que te invade cuando conoces a alguien y empezáis a encajar tiene una causante que también actúa en procesos como las adicciones. Se trata de la conocida como “hormona del placer”: la dopamina. “No solo provoca la sensación de euforia y placer asociada al amor, sino que también comparte similitudes sorprendentes con experiencias como los juegos de azar y la consumición de drogas”, explica la doctora Cristina Fernández García, la jefa del Servicio en Neurología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

El amor, un fenómeno tanto emocional como biológico, no deja de ser un proceso químico que también obedece a instintos y funciones vitales del cuerpo. En este sentido, la psicóloga de BluaU de Sanitas, Virginia del Palacio, advierte de que no se debe “subestimar la complejidad de la mente humana”.

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Cómo las hormonas controlan el enamoramiento

El enamoramiento en cada una de sus fases, desde el primer momento de atracción hasta la superación del desamor, las hormonas y neurotransmisores entrelazan una red que define esta experiencia emocional. En primeras instancias de atracción, la persona se guía por las feromonas que percibe en el aire que, junto a las hormonas sexuales, los estrógenos y la testosterona, son las encargadas de generar el deseo hacia la otra persona. La adrenalina, por otro lado, es la causante de los primeros acercamientos, provocando aceleración del pulso, boca seca y gestos que buscan captar la atención de la otra persona.

En la fase inicial del amor, a medida que la relación se profundiza, la dopamina, el neurotransmisor del placer, provoca euforia y subida de energía. Más tarde, aparece la feniletilamina con efectos que duran entre tres y cuatro años en el cerebro, produciendo una fase apasionada. Asimismo, la norepinefrina provoca euforia, aceleración del corazón, nerviosismo y sudoración.

Una pareja en la playa. (Archivo)
Una pareja en la playa. (Archivo)

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Durante la consolidación emocional, la etapa del amor y la intimidad, la oxitocina desempeña un papel importante en la creación de lazos emocionales y la experiencia del vínculo en la relación. La serotonina, hormona de la felicidad, mantiene la pasión bajo control y contribuye a un estado de ánimo óptimo y bienestar. La dopamina suprime las emociones negativas como la ira, pero, con el tiempo, el cuerpo se acostumbra a su efecto y este se atenúa provocando que el organismo la necesite cada vez en mayores cantidades para sentirse bien.

Fortalecer la conexión emocional a través de las hormonas

Asimismo, desde Sanitas recomiendan compartir actividades y experiencias nuevas en pareja para estimular la liberación de hormonas y fortalecer la conexión emocional. Además, las relaciones sexuales frecuentes también ayudan a la liberación de oxitocina, endorfinas y vasopresina.

El terremoto hormonal de la ruptura

Por otro lado, en la etapa de desamor, se activan áreas cerebrales similares a las de una caída, propiciando la aparición de pensamientos intrusivos y sentimientos de tristeza, debido a los niveles bajos de oxitocina y, especialmente, serotonina.

(Información elaborada por Europa Press)