Esta es la manera en la que las piscifactorías manipulan el color del salmón

Las técnicas empleadas por las piscifactorías para ajustar el color del salmón generan discusiones entre los defensores de la alimentación natural y aquellos que valoran los avances tecnológicos en la producción alimentaria

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Lomos de salmón
Lomos de salmón

Las piscifactorías, lugares dedicados a la cría controlada de peces, han desarrollado técnicas especificas para manipular el color del salmón, un aspecto crucial que influye en la decisión de compra de los consumidores. El salmón silvestre obtiene su característico color rosado o anaranjado debido a su dieta rica en crustáceos y otros organismos marinos que contienen astaxantina y cantaxantina, pigmentos naturales que se depositan en los músculos del pez.

Sin embargo, en el ambiente controlado de una piscifactoría, la dieta de los salmones no incluye naturalmente estos organismos, resultando en peces con carne de un color gris pálido. Para solucionar esto y hacer que el pescado sea visualmente atractivo para los consumidores, las piscifactorías recurren a la incorporación de estos pigmentos en el alimento procesado que se les proporciona a los salmones.

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La astaxantina y la cantaxantina utilizadas en estos alimentos provienen tanto de fuentes naturales como sintéticas. La versión sintética de estos pigmentos es idéntica a nivel molecular a la versión natural, pero su producción permite un control más preciso sobre las cantidades administradas y, por lo tanto, sobre el color final del salmón. Este proceso permite no solo imitar el color que tendrían los salmones en la naturaleza, sino también ajustar el tono a preferencias específicas del mercado.

Pigmentos seguros

Los reguladores de alimentos en diferentes partes del mundo, incluyendo la Unión Europea y Estados Unidos, han aprobado el uso de estos pigmentos en la acuicultura, estableciendo límites seguros para su aplicación. Estos estándares aseguran que el colorante utilizado no tenga efectos adversos para la salud de los consumidores.

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Desde una perspectiva económica, el color del salmón tiene un impacto significativo en el valor de mercado del pescado. Los consumidores tienden a preferir el salmón con un color rosado o anaranjado más intenso, asociándolo con una mayor calidad y sabor. Por esta razón, las piscifactorías invierten considerablemente en la optimización de la dieta de los salmones para alcanzar el tono deseado.

Este control del color, sin embargo, ha generado debate entre consumidores y expertos en alimentación. Algunos defensores de la alimentación natural y ecológica argumentan que este tipo de manipulación podría alejar al producto de su estado natural, mientras que otros subrayan la importancia de informar adecuadamente a los consumidores sobre las prácticas empleadas en la producción del salmón que adquieren.

Las piscifactorías, por su parte, sostienen que el uso de pigmentos es esencial para ofrecer un producto competitivo en el mercado sin comprometer la seguridad o calidad alimentaria. Subrayan también que, a través de la innovación y la investigación, se continúa buscando formas más eficientes y sostenibles de reproducción y alimentación de peces, garantizando prácticas responsables que además cumplan con las expectativas de los consumidores en términos de apariencia y calidad del producto.

En conclusión, la manipulación del color del salmón en piscifactorías a través de su dieta es una práctica ampliamente adoptada que responde a las expectativas del mercado y preferencias de los consumidores. Aunque genera ciertos debates en cuanto a la naturalidad del producto, está regulada por estándares de seguridad que aseguran el bienestar del consumidor, demostrando cómo la ciencia y la tecnología pueden contribuir a la producción alimentaria de manera responsable. La transparencia y la educación sobre estas prácticas pueden ayudar a los consumidores a tomar decisiones más informadas al momento de adquirir estos productos.