Jim Carrey reveló el inusual y extremo entrenamiento que necesitó para ser El Grinch: “Se parecía a ser torturado”

El actor confesó que el tormentoso proceso de maquillaje en la icónica película lo llevó a recibir técnicas de resistencia psicológica dignas de espías. Gracias a ello, pudo terminarla y convertirse en uno de los villanos navideños más queridos

Guardar
La experiencia de Jim Carrey
La experiencia de Jim Carrey en El Grinch revela el esfuerzo y la resiliencia necesarios para crear personajes icónicos en Hollywood (Composición fotográfica)

La Navidad y el imaginario colectivo moderno suelen tener un espacio reservado para El Grinch, la recordada película dirigida por Ron Howard en el año 2000. Sin embargo, tras cámaras, los recuerdos para su protagonista, Jim Carrey, distan mucho del ambiente festivo que transmite el filme.

Recientemente, el actor volvió a hablar sobre la experiencia extrema que casi lo lleva a abandonar el rodaje, una vivencia que describió con crudeza: “Fue como estar enterrado vivo”.

Un ícono navideño marcado por el sufrimiento

El Grinch, producida a partir del clásico de Dr. Seuss, se convirtió en uno de los títulos imprescindibles para las celebraciones familiares de Navidad. Aunque la película fue un rotundo éxito, recaudando más de USD 345 millones en todo el mundo, el camino que llevó a Carrey a encarnar al irónico y gruñón ser verde estuvo plagado de sufrimiento físico y mental.

La caracterización del personaje exigía un proceso de maquillaje y uso de prostéticos que, de acuerdo con el propio actor, era insoportable. “El traje, los prostéticos, el maquillaje… Todo me causaba una sensación de claustrofobia insoportable”, confesó Carrey durante una entrevista en el programa The Graham Norton Show de la cadena BBC.

La situación se volvió tan crítica que el temor a perder a su protagonista preocupó tanto a Ron Howard como a Brian Grazer, productor del filme. La elección de Carrey era un requisito innegociable impuesto por Audrey Geisel, viuda del creador del personaje, al vender los derechos de la obra, por lo que perderlo comprometía la continuidad de la película.

Grazer recordó la tensión de esos días y reveló: “Teníamos que mantener el maquillaje y teníamos que mantener a Jim, pero teníamos que encontrar una forma de hacer posible que soportase algo que se parecía a ser torturado”. Fue entonces cuando, en un curioso giro, la producción recurrió a una solución insólita: la intervención de la CIA.

Jim Carrey enfrentó un entrenamiento
Jim Carrey enfrentó un entrenamiento extremo de la CIA para soportar el maquillaje de El Grinch (foto: IMDb)

Entrenamiento extremo: la CIA en un set de Hollywood

El nivel de desesperación llevó al equipo a idear una estrategia singular. “¿Quizá un especialista de la CIA podría enseñar a Jim Carrey a sobrevivir el maquillaje verde del Grinch de la misma forma que entrenaría a espías para sobrevivir a un interrogatorio hostil?”, relató Grazer, según SensaCine.

Sin alternativas viables, el productor recurrió a un conocido en la agencia de inteligencia estadounidense. Así, un agente especializado llegó al set y sometió a Carrey a una rutina intensiva, idéntica a los entrenamientos de resistencia psicológica a los que se expone a los operativos de inteligencia ante eventuales torturas físicas o aislamiento.

Jim Carrey detalló cómo fue aquel particular entrenamiento: “Trajeron a un tipo que entrenaba operativos de la CIA para soportar torturas. Así es como lo superé”.

El actor y el agente estuvieron encerrados durante todo un fin de semana, periodo en el que Carrey aprendió técnicas de control mental, distracción ante el dolor, y métodos para dominar el pánico. En una declaración que mezcla humor y gravedad, el actor dijo más tarde: “Ha sido divertidísimo”.

Supervivencia para mantener un clásico navideño

Sin embargo, ni siquiera la formación de la CIA fue suficiente para aliviar por completo el tormento de Carrey. El actor confesó que otra ayuda inesperada llegó a su vida: la música de los Bee Gees. Reproducir sus canciones en los momentos críticos, mientras soportaba las interminables sesiones de maquillaje, le brindaba unos instantes de alivio y evasión.

“Ponía los Bee Gees todo el tiempo porque necesitaba una distracción y su ritmo era lo único que me mantenía a flote”, relató Carrey, reconociendo el papel crucial que tuvo la banda en su supervivencia emocional a lo largo de los cien días de rodaje.

De esta forma, aquello que estuvo a punto de hacer que Carrey abandonara terminó por transformarse en una anécdota insólita sobre el esfuerzo y la resiliencia de los actores en Hollywood.

Para la audiencia, El Grinch es apenas el reflejo de un villano carismático que redescubre la Navidad. Para su intérprete, quedará como una de las pruebas más extremas de su carrera.