Se llama Diana Rodríguez y habla con un entusiasmo que contagia. Por algunos momentos, uno cree que sí, que la realidad puede transformarse y que para eso falta solo tomar la determinación de hacerlo. Así fue la idea que dio origen a Fundación Tiempo de Juego, un proyecto que cumple dos décadas y que ha logrado transformar realidades a partir del deporte, el arte y la tecnología.
“El próximo año cumplimos veinte años en Altos de Cazucá, que queda a la salida de Bogotá”, dice Rodríguez, y continúa: “El fundador es el periodista Andrés Wiesner, que fue a hacer un reportaje sobre la situación de violencia sobre esa zona específic, y se encuentró con que en 2006 había 200 jóvenes asesinados”. El contraste entre la violencia y el gesto simple que dio origen a la fundación es el corazón de la historia: “Andrés, además, es futbolista, le encanta el fútbol y lo que hizo fue poner un balón de fútbol en un potrero. Empezaron a jugar con cinco niños. A la semana siguiente fueorn diez, el mes siguiente cien. Pronto estaban convocando más de 200, 300 niñas y niños que iban a pasar su tiempo libre los sábados”. Ese espacio seguro se convirtió rápidamente en un refugio frente al contexto hostil. “Ellos mismos lo decían: acá yo vengo los sábados y me olvido de la violencia, me olvido de las necesidades.”
Con el tiempo, el proyecto amplió su alcance. “Hoy en día, Tiempo de Juego no solamente utiliza el fútbol, sino que utiliza el deporte de manera amplia —el atletismo, el baloncesto—, pero también el arte y la tecnología como herramienta para generar líderes y para generar habilidades psicosociales. Entonces, espacios seguros, herramientas para transformar y crear proyectos de vida y generar líderes en la comunidad que hoy en día siguen vinculados”. Muchos de esos líderes son jóvenes que ingresaron a la fundación de niños y que hoy forman parte de la estructura organizativa.
Rodríguez detalló la dinámica cotidiana: “Tiempo de Juego tiene una sede principal en Soacha, de Altos de Cazucá, y cualquier niño o niña de la comunidad se puede inscribir. No tiene ningún costo. Nosotros les ofrecemos actividades de tiempo libre. Pueden escoger entre arte, música, producción audiovisual, tecnología, baloncesto. Una vez ingresan, tenemos profesores que conocen la parte técnica, pero debajo de los profesores están los monitores y los gestores que por lo general han sido parte del proceso de Tiempo de Juego”.
Esa estructura permite un modelo de pares: los que fueron alumnos se convierten en formadores, con el apoyo de una Escuela de Liderazgo que trabaja habilidades socioemocionales, liderazgo y trabajo en equipo.
El crecimiento de la fundación se apoya en alianzas. “Tiempo de Juego trabaja con muchos aliados a través de donaciones y de la financiación de proyectos. En este momento tenemos alrededor de treinta aliados con quienes trabajamos. Tenemos otra en Santa Marta y un modelo de transferencias metodológicas que llamamos ‘aprender jugando’. Hemos llevado la metodología a diferentes lugares y contextos del país. Hemos ido a más de veinte departamentos”.
Además, la articulación con el sector público les permitió abrir nuevos caminos. “Tenemos un proyecto que se llama ‘Entornos escolares inspiradores’ que lo hemos llevado a la Secretaría de Educación y en este momento estamos trabajando en cuarenta entornos en toda la ciudad. La idea es llegar a noventa”. La metodología incluye intervenciones en parques, rutas escolares y espacios comunitarios, diseñadas con la participación activa de los vecinos.
¿Cómo miden en impacto? La fundación tiene un área de gestión del conocimiento que toma distintas mediciones: “La primera es cómo se vinculan los niños, cuántos permanecen. En este momento tenemos alrededor de 2500 niños, niñas y jóvenes, el impacto en las transferencias metodológicas asciende a más de 10.000. Pero también tenemos mediciones cualitativas, que son las que realmente nos interesan, y es cuando un niño o una niña ingresa a nuestros procesos aplicamos una encuesta de habilidades. Pasas por el proceso y un año después volvemos a aplicar la misma encuesta”.
Historias que inspiran
Hacia el final de la charla, Rodríguez compartió dos historias que encarnan el espíritu de la fundación.
La primera es la de David, a quien cariñosamente le dicen el Paisa —por ser de la región de Antioquia—. “Él fue uno de los primeros niños que acompañan a Andrés cuando empezó la fundación. Era un desplazado de Sonsón, Antioquia, y logró estudiar gracias a la Fundación con alianzas; en este caso, con Adidas. Estudió en España gracias a una beca, y lo más interesante es que volvió a la fundación. El Paisa lleva casi dieciocho años vinculado con Tiempo de Juego. Fundó el club de fútbol de la fundación, que hoy ya está compitiendo. Dice que quiere ser técnico de la Selección Colombia. Yo creo que lo va a lograr.”
La otra historia es la de Erica: “Entró con siete años a la fundación. Ella tiene una discapacidad auditiva. Entró a la actividad de atletismo y se dio cuenta que, no solamente era muy buena, sino que le gustaba mucho. Hoy en día es parte de la selección colombiana que compite en los Paralímpicos. Se acaba de ganar el Mundial de Taipéi de atletismo en los 800 metros. Se ganó la medalla de oro. Lo más impresionante es que bajó del avión y llegó a la fundación a entrenar con los demás niños. Es inspiración para ellas. A pesar de que ya está compitiendo a nivel mundial, ella sigue vinculada a Tiempo de Juego”.
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