
Tal vez sea hora de corregir el sujeto del viejo mantra “los jóvenes no leen”. Los datos muestran más bien lo contrario: en Argentina son los adultos quienes leen menos libros. Entre los chicos en edad de asistir a la escuela secundaria (de 13 a 17 años), casi 8 de cada 10 (77%) afirman haber leído un libro durante el último año. Entre los mayores de 30 años, en cambio, menos de la mitad (46%) responde positivamente.
Estas cifras, que surgen de la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales realizada por el Ministerio de Cultura, confirman que, como decía la escritora Graciela Montes en un célebre ensayo, la escuela es “la gran ocasión” para que todos los ciudadanos se encuentren con la lectura. Para la mayoría de los argentinos, los años escolares representan la etapa de mayor contacto con experiencia de leer. En segundo lugar se ubica el período de la formación terciaria o universitaria: en la franja de los 18 a los 29 años, 6 de cada 10 (58%) afirman haber leído al menos un libro durante el último año.
Terminada la educación formal, menos de la mitad de los argentinos continúa leyendo. Solo el 46% dice haber leído un libro en la franja de 30 a 49 años; el porcentaje es el mismo entre las personas de 50 a 64 años. A partir de la edad jubilatoria, son aún menos quienes sostienen el hábito de la lectura: apenas el 40% de los mayores de 65 años reconoce leer libros.

Entre los adolescentes de 13 a 17 años, los géneros más leídos se corresponden con las propuestas escolares. El 52% dice haber leído libros de narrativa durante el último año, el 39% alude a textos escolares y un 34% menciona libros de Historia.
“En este terreno de la lectura, como en otros terrenos, la escuela tiene la gran posibilidad de igualar oportunidades. Pero no debería verse esta promoción como la reparación de una falta. No se trata de llenar un hueco. No se trata de que la escuela ‘dé de leer’, como si la lectura fuese un alimento o una medicina, un bien-propiedad de unos (los sabios, los lectores avezados...) otorgado como una dádiva a los otros (los niños, los ignorantes...)”, escribe Graciela Montes en su ensayo titulado, precisamente, “La gran ocasión. La escuela como sociedad de lectura”.
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Montes subraya que esta posibilidad se concreta cuando la escuela genera condiciones para la lectura: contar con libros, asignar un espacio y un tiempo, ofrecer la mediación del docente. En un contexto en el que el precio de los libros viene aumentando aún más que la inflación, la primera condición marca una barrera difícil de sortear. Programas estatales como Libros para Aprender, del Ministerio de Educación de la Nación, buscan superar ese obstáculo: para este año, el objetivo oficial es distribuir 11 millones de libros a estudiantes y escuelas del nivel primario, y otros 4 millones a estudiantes y escuelas del nivel secundario. Los libros se entregan en modalidad “uno a uno”: pertenecen a los estudiantes, que los usan en el aula pero también se los llevan a sus casas.
Sigue Montes: “Si se trata de ayudar a construir lectores, justamente, es decir sujetos activos, curiosos, capaces de ponerse al margen y vérselas a su manera con un texto, no se puede pensar en una dádiva, o una administración, sino más bien en una habilitación para la experiencia. Dar ocasión para que la lectura tenga lugar. Garantizar un espacio y un tiempo, textos, mediaciones, condiciones, desafíos y compañía para que el lector se instale en su posición de lector, que, ya vimos, no es mansa, obediente y automática, sino personal, audaz, expectante..., y haga su lectura”.
Los datos de la Encuesta Nacional de Consumos Culturales muestran que la mitad de la población (51%) leyó al menos un libro el último año: la cifra representa una mejora con respecto a 2017 (44%), pero se encuentra por debajo de los indicadores de 2013 (57%).

Las mayores oportunidades de lectura están en los hogares que cuentan con más libros, señala el informe. En el 40% de los hogares, los libros están prácticamente ausentes: hay entre 0 y 10 libros. Un 22% estima tener entre 11 y 25 libros en su casa; otro 23% calcula entre 26 y 100 libros; mientras que un 10% de la población dice tener más de 100 libros en su biblioteca.
La lectura de libros en papel, ocasional o frecuente (48%), sigue predominando ampliamente sobre otros soportes, como el libro digital (20%) o los audiolibros (10%). Solo el 3% de los respondientes afirma no haber leído nunca un libro en papel, mientras que el 41% dice no haber escuchado nunca un audiolibro. En cuanto a los dispositivos electrónicos, el celular (17%) le gana a la computadora (8%) como pantalla de lectura.
Al explicar los motivos para elegir el último libro leído, el 12% de los encuestados menciona el tema o el género, mientras que en segundo lugar (9%) aparece la sugerencia de la escuela o la universidad. El género más leído es el narrativo (cuentos y novelas) con un 27%, seguido de Historia (18%), manuales escolares (11%) y textos científicos o técnicos (11%).
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