El aprendizaje-servicio: cuando la educación es una herramienta solidaria

Luz Avruj, de coordinadora de relaciones institucionales y redes en el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario, participó de las jornadas organizadas por Ticmas y explicó el alcance de este tipo de propuesta educativa

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Integrantes de Clayss en un proyecto solidario
Integrantes de Clayss en un proyecto solidario

El aprendizaje-servicio es una propuesta educativa que articula procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un único proyecto. En la Argentina, una de las organizaciones que lleva adelante esta iniciativa es Clayss —el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario—, que este año cumple 20 años y tiene proyectos en los cinco continentes.

En las jornadas educativas que Ticmas organizó con motivo del comienzo del ciclo escolar, Luz Avruj, coordinadora de relaciones institucionales y redes en CLAYSS, habló con Patricio Zunini de los fundamentos de este tipo de propuesta: cuál es su alcance, cómo se puede implementar, qué se necesita para llevarlo a cabo.

¿Cómo se entiende el aprendizaje-servicio?

—El aprendizaje y servicio solidario es una manera de entender a la educación; una pedagogía que pone a la educación al servicio de la transformación de la sociedad. Nosotros entendemos que la educación tiene que servir para mejorar el mundo. Es la herramienta más valiosa que tenemos para hacerlo. Desde el aprendizaje-servicio proponemos utilizar el currículum, lo que los chicos y las chicas aprenden en la escuela y en la universidad, para transformar y mejorar los contextos en los que vivimos. Es diferente al voluntariado —que también valoramos—; en este caso, es una herramienta con contenido educativo y un fuerte protagonismo de la comunidad. No es la escuela saliendo a hacer lo que considera necesario, sino que es la escuela, son los estudiantes y los docentes, trabajando junto con las comunidades, que saben lo que necesitan y tienen mucho para aportar.

Luz Avruj, de Clayss
Luz Avruj, de Clayss

¿Cómo se decide un proyecto y cómo se decide en qué comunidad van a trabajar?

—Cada proyecto es una situación particular. A veces nos vienen a buscar: hay montones de escuelas muy vinculadas con la comunidad en la cual están insertas y entonces la comunidad golpea la puerta y dice: “Tenemos una situación y necesitamos que la escuela nos acompañe”. Otras veces surge del interés de algunos de los chicos, que ven una situación que los conmueve e invitan a la escuela a participar. A veces, quien se conmueve es el docente; a veces es el directivo. Lo interesante es qué hace la institución educativa con esto. ¿Se siente corresponsable de esta situación y siente que tiene algo para aportar, o siente que esto le pasa por el costado? Nosotros entendemos que no hay mayor motivación para aprender y para que la calidad del conocimiento y del aprendizaje sea mejor, que estar abierto y ser permeable a lo que sucede alrededor.

¿Cómo se desarrollan y acompañan un proyecto?

—Lo que hacemos desde Clayss es trabajar con docentes, con directivos, con funcionarios públicos enseñándoles cómo desarrollar este tipo de proyectos. Cómo sistematizarlos e institucionalizarlos. Pero los proyectos lo lleva adelante la institución educativa, porque la institución educativa es quien mejor conoce a sus estudiantes y a la comunidad en la que está inserta. Nosotros creemos que hay un saber en ser del lugar; no podemos llegar desde afuera y decir que venimos con una solución. La cuestión de que la comunidad sea parte central del proyecto tiene que ver con la coherencia de lo que proponemos. Entonces, nosotros trabajamos en el asesoramiento, la producción de conocimiento, la sistematización de prácticas que sirvan a otros para aprender, y demás.

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No te pido que nos des un ejemplo con nombre y apellido, porque eso sería involucrar instituciones y comunidades, pero ¿cómo es una propuesta modelo?

—Hay montones de temáticas vinculadas a lo ambiental, la salud, la pobreza, la violencia. Uno que se me ocurre es de una escuela secundaria en Santa Fe que, en determinado momento, la profesora de Biología de segundo año llevó a la clase el tema del agua. Cuestiones que todos trabajamos en la escuela: el ciclo del agua, etc. Y preguntó por qué en el pueblo no había agua corriente y qué tipos de problema podía tener el agua. Empezó a hacer preguntas y, a partir de esto, la docente y los estudiantes empezaron a investigar otras temáticas curriculares fuera del aula. Salieron del aula. Hablaron con la docente de Ciudadanía para entender cuáles eran los mecanismos para lograr que el pueblo tuviera agua corriente. Hablaron con el municipio, con organizaciones barriales, investigaron cuál era la situación. Para hacerlo breve: con mucho trabajo, estos estudiantes lograron agua corriente y potable en el pueblo.

Es el modelo de aprendizaje basado en proyectos, con una resolución muy valiosa para la comunidad.

—Sin duda aprendieron Biología. También aprendieron Ciudadanía. También aprendieron habilidades blandas. Lo que nos pasa muchas veces a quienes trabajamos en educación es que hay cuestiones muy pautadas en las Ciencias Naturales, en Matemática, en Literatura. Ahora bien, en Ciudadanía hay cosas fundamentales que no se aprenden sólo leyendo la Constitución. Claro que es fundamental conocerla, pero ¿uno es más ciudadano por haberla leído? Hay cuestiones que se aprenden en el ejercicio, y el aprendizaje y servicio solidario es una oportunidad inmensa de ejercitar tanto los aprendizajes más tradicionales como las habilidades blandas. Para el aprendizaje en servicio, que se puede enmarcar como aprendizaje basado en proyectos, la ciudadanía es un eje fundamental, la comunicación y el trabajo en grupo son ejes fundamentales. Yo puedo aprender las provincias y las capitales, pero ¿es un aprendizaje significativo o hay algo que yo tengo que poner de mí para transformar ese contenido y hacerlo transformador de la sociedad?

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