La escuela en casa, pero desde la otra punta del mundo

Por la pandemia, una escuela internacional de Buenos Aires se convirtió en el punto de encuentro virtual de estudiantes y docentes repartidos por todo el mundo

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Sábado 13 de junio de 2020, 4 de la tarde. George, estudiante de sexto año de secundaria, se acomoda el birrete y la toga en el espejo. Entra al living donde lo esperan sus hermanos y sus padres, sentados alrededor de una televisión con un reloj que marca que quedan cinco minutos. Alrededor de la pantalla, globos y carteles...Poco a poco aparecen los recuadros de las videollamadas de todos los compañeros de camada y sus familias. Es la ceremonia de graduación.

Agosto de 2020: es la 1 del mediodía en un rincón de Europa. Alice enciende su computadora para el primer día de clases en su escuela nueva. Sus compañeros tienen cara de dormidos; del otro lado del mundo son las 8 de la mañana. Estas situaciones, que hace unos meses hubieran parecido inusuales, hoy son parte de la historia que Lincoln tiene para contar.

Asociación Escuelas Lincoln tiene una larga trayectoria como la institución predilecta de la comunidad internacional en la Argentina. Fundada en 1936, actualmente recibe a estudiantes provenientes de más de 50 países de alrededor del mundo. Año a año, llegan numerosos alumnos de familias que se mudan al país por roles ligados a empresas internacionales o misiones diplomáticas.

Nuestra escuela busca garantizar la continuidad educativa de los alumnos que vienen de instituciones internacionales de otros países. Por este motivo, en junio Lincoln se convirtió en la primera escuela Argentina en celebrar graduaciones virtuales. En un Zoom masivo, con 40 familias en primer plano, y más de 1200 espectadores que siguieron la ceremonia en vivo a través de la web, la de este año fue una celebración diferente, pero a la vez extraordinaria.

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Además de sortear las dificultades que está atravesando todo el sistema educativo por el confinamiento, agosto trajo un nuevo desafío para nuestra comunidad internacional: por las restricciones en las fronteras, alrededor de cien alumnos nuevos que planean mudarse a Buenos Aires debieron iniciar las clases desde sus países de origen.

El aislamiento supuso el cambio más rotundo en la institución de la escuela desde su creación tal y como la conocíamos hasta hace unos meses: como un lugar físico en el que los estudiantes pasaban el día en clases presenciales, compartían momentos de esparcimiento y deporte y cumplían con las exigencias curriculares.

Con cada estudiante aprendiendo desde su casa, los tiempos, las estrategias pedagógicas y los métodos de evaluación se han adaptado al nuevo escenario. Para los alumnos que aún no han podido llegar a la Argentina diseñamos planes de aprendizaje específicos para sus husos horarios. En algunos casos apostamos por sesiones asincrónicas y seguimientos personalizados por parte de sus docentes. En los países con menor diferencia horaria, las dificultades fueron sorteadas con mayor facilidad, aunque el hecho de empezar la escuela desde casa y en otro país es, en sí mismo, todo un desafío para nuestros alumnos y sus familias.

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Por esta razón pusimos práctica el Programa de Aprendizaje a Distancia, que fuimos ajustando y mejorando a medida que pasaba el tiempo: escuchamos a nuestra comunidad y tomamos en cuenta sus necesidades. Hoy, seis meses después, Lincon se enorgullece de haber logrado no solo la adaptación de las metodologías educativas y el mantenimiento del nivel de aprendizaje, sino de haber formado una red virtual sólida con propuestas para la comunidad entera: alumnos, docentes, personal no docente y padres.

Para el ciclo 2020-2021, el colegio se propuso nuclear los esfuerzos en torno a “Las tres C”: Conectarnos, Cuidarnos y Comprometernos. Además de adaptar los contenidos curriculares, implementamos un programa de actividades virtuales con una oferta muy amplia para fomentar el bienestar físico y emocional de todos los miembros de la comunidad.

Hay actividades de mindfulness, pausas activas en la mitad del día, pilates y acondicionamiento físico. También incluye otras propuestas como grupos de conversación sobre cine y gastronomía, sesiones de meditación guiadas, encuentros de arte con las docentes del área, reuniones coordinadas por las psicopedagogas de la escuela sobre temas clave como la concentración o el rol de los padres en el acompañamiento escolar, así como también iniciativas solidarias, como la impresión 3D de máscaras de protección para el personal de salud, y la colecta de donaciones para niños y familias en situación de vulnerabilidad.

Aunque soñamos y nos preparamos para el día en que podamos volver a la escuela, hoy estamos enfocados en hacer de esta experiencia innovadora una etapa sólida y memorable para todos, sabiendo que también estamos aprendiendo mucho para incorporar a nuestras prácticas educativas.

Por Madeleine Maceda Heide - Directora General de Asociación Escuelas Lincoln