Tras 25 años de historia, cerró sus puertas una famosa fábrica de conservas marplatense y despidió a 50 empleados

El impacto económico reciente originó el cese de operaciones fabriles en un tradicional establecimiento de envases alimenticios en la ciudad costera argentina, relacionado a una importante firma local

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Imagen de la planta de Marechiare durante sus últimos días de operación, referencia de la industria conservera local

El abrupto cierre de la empresa Marechiare marcó un punto de quiebre para el sector pesquero y para la comunidad de Mar del Plata. La fábrica de conservas, con un cuarto de siglo de actividad bajo su última administración, despidió a 50 empleados y anunció el final de sus operaciones tras enfrentar caída de ventas, aumento de costos y fuerte competencia de productos importados. Con esta decisión, la ciudad portuaria perdió un referente industrial y la región sumó un nuevo caso emblemático de crisis en la economía productiva.

La estructura organizativa de la compañía presentaba un vínculo directo con el Grupo Veraz, conglomerado argentino especializado en la pesca de merluza y langostino, dueño de una de las flotas más importantes del país, varias plantas de procesamiento y la conservera que protagonizó este desenlace. La conservera Marechiare funcionaba como filial, y llegó a formar parte de un potencial acuerdo de venta negociado en 2022 con la multinacional española Nueva Pescanova. Este trató de adquisición, que no prosperó, excluyó expresamente el activo de la conservera, dejando a la planta fuera de la operación internacional. La falta de interés de inversionistas extranjeros en el rubro también quedó expuesta en el contexto general de la industria.

El proceso de cierre se extendió a lo largo de los últimos meses, aunque el golpe final ocurrió cuando la empresa suspendió la producción en su planta, lo que implicó la desvinculación de todos sus trabajadores. Según informaron desde el entorno de la dirección, la falta de rentabilidad sostenida resultó determinante en la decisión. “No nos queda alternativa”, declaró Federico Angeleri, director del grupo Marechiare, en diálogo con un canal de Mar del Plata. “Entre la difícil situación que estamos atravesando y que no estamos en condiciones de competir contra todo el aluvión de importados, tomamos la decisión de dejar de producir”.

Durante las semanas posteriores, Marechiare mantuvo en actividad su tienda online para vender el stock remanente de productos. Desde su página web, la empresa comunicó que, tras llevar los últimos envases a los clientes, concluyó su etapa fabril y comercial en el país. El mensaje institucional hizo especial referencia al dolor que representó para la firma el fin de los puestos de trabajo y la imposibilidad de recuperar una marca histórica. La comunicación oficial remarcó: “Hace algunos meses nos vimos obligados a suspender la producción de nuestra planta, golpeados por la caída de las ventas, el aumento de costos y la dificultad de competir con los productos importados. Desde entonces, mantuvimos esta tienda online activa para liquidar el stock remanente. Hoy, con los últimos productos ya en manos de nuestros clientes, llegó el momento de decir adiós”.

El último comunicado difundido por la empresa agradeció el acompañamiento de los clientes a lo largo de los años y expresó que la vocación industrial de la familia propietaria permanece vigente, aunque desde ahora fuera del ámbito de la producción local. La posibilidad de un retorno futuro permaneció abierta, aunque en un nuevo formato alineado al contexto actual del negocio alimenticio.

Mientras tanto, la empresa comenzó a analizar alternativas para reconvertirse. Una de las opciones que estudió el directorio consistió en la importación de pescado enlatado, principalmente atún y caballa, una estrategia que implicaría cambiar completamente el eje de producción local por una comercialización de productos traídos del exterior.

El impacto del cierre de Marechiare se reflejó fuertemente en el sector. La industria pesquera marplatense venía arrastrando una de las crisis más profundas de su historia reciente, según coinciden representantes empresarios y especialistas. De acuerdo con el testimonio de Angeleri, la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones frente a los productos importados determinó, para muchas compañías, la inviabilidad del negocio. “Es una decisión difícil. No es algo planificado, sino algo a lo que nos terminan empujando. A veces uno tiene que cortarse una mano para no tener que cortarse un brazo después”, evaluó el empresario.

Trabajadores de la planta de
Trabajadores de la planta de Marechiare, parte del equipo desvinculado tras el cese de la producción

La decisión de cesar las operaciones puso fin no solo a la producción, sino también a la comercialización directa con clientes y distribuidores. La tienda digital, que funcionó como herramienta para agotar el inventario, concluyó sus actividades a la par del cierre físico de la planta. En la carta de despedida dirigida a los consumidores, la compañía destacó el papel pionero que tuvo Marechiare en la venta online de conservas en la Argentina. En uno de los comunicados se lee: “Apostamos todos a la recuperación de esta marca histórica que adquirimos en 1997 y en la cual invertimos capital y esfuerzo, siendo incluso precursores en la venta online de conservas en el país”.

Marechiare quedó asociada históricamente a la elaboración, envasado y venta de conservas de atún y otras especies marinas, productos que lograron afianzarse en la memoria de generaciones de consumidores en Mar del Plata y el mercado nacional. Su liderazgo en ese segmento, especialmente en las décadas previas a la crisis, permitió que la marca se consolidara como sinónimo de tradición en la industria local.

El proceso de caída de Marechiare coincidió con una serie de factores que afectaron a toda la industria pesquera argentina. Empresarios del sector reiteraron durante los últimos meses que el incremento de los costos de producción, la inflación sostenida, y la presión de los productos importados debilitó dramáticamente la rentabilidad. La demanda interna, además, retrocedió al ritmo de una recesión económica que redujo el consumo de alimentos envasados y bebidas.

La desvinculación de los 50 empleados no solo impactó en el plano social. La reducción de la actividad económica en el puerto y la pérdida de uno de los actores centrales para la cadena de valor industrial generó inquietud en las cámaras empresariales y en las autoridades locales, preocupadas por el aumento del desempleo. La noticia del cierre fue confirmada primero por la desvinculación del personal que aún cumplía tareas administrativas tras la paralización de la planta, hecho que también fue reportado por diversos comunicados institucionales difundidos por la compañía.

La marca Marechiare, que empezó su última etapa en 1997 bajo la gestión del Grupo Veraz, experimentó años de crecimiento y consolidación. Durante su momento de mayor apogeo, la fábrica llegó a emplear a decenas de trabajadores y a ocupar un lugar central en la identidad productiva del puerto de Mar del Plata.

El intento de salvataje, mediante el cambio de modelo de negocio hacia la importación y la venta en línea, no alcanzó para sostener el funcionamiento de la conservera. La presión de la competencia internacional y las restricciones para operar en el mercado local prevalecieron y llevaron al desenlace. “Estamos atravesando una de las peores crisis que tuvo el sector. Hay muy pocos negocios en la actividad que hoy están siendo rentables y por eso la preocupación de todo el sector”, explicó el director del grupo empresarial durante una de sus intervenciones públicas al explicar la situación del sector.

Con el cierre de Marechiare, Mar del Plata perdió un exponente central de la industria alimenticia basada en el procesamiento de pescado. El desenlace deja una huella productiva y simbólica, sumando incertidumbre al conjunto de empresas que todavía permanecen en actividad bajo condiciones de presión similares.