
En el último año los salarios han venido recuperando terreno y el Gobierno nacional ha hecho alarde de ello. Sin embargo, cuando se mira una película más larga, se encuentra que el poder adquisitivo real de los trabajadores ha caído de forma pronunciada. Según un informe estadístico elaborados por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), los salarios de los trabajadores se desplomaron en los últimos 100 meses.
En detalle, los ingresos de los asalariados registrados sufrieron una caída real del 19,7% entre diciembre de 2016 (cuando termina la emergencia estadística) y abril de este año (el dato más reciente). En tanto, los empleados del sector público sufrieron una baja de su poder adquisitivo del 33,2% en ese período, mientras que los asalariados informales tuvieron un retroceso del 24%.
De estos datos surgen muchos disparadores que se pueden analizar, como las causas que llevaron a la caída real de los salarios y el futuro que le espera a los argentinos en términos de poder adquisitivo.
Agustín Salvia, economista y director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, señaló que la caída del salario real está vinculada principalmente a la inflación persistente y a la dificultad para que los salarios se ajusten a tiempo y en la magnitud necesaria. “El salario está por debajo del promedio de los últimos años y muy por debajo de los máximos alcanzados en el período de Mauricio Macri, donde la caída llega a casi un 30%”, explicó.

Salvia indicó que el sector público ha sufrido una caída aún mayor en sus ingresos reales debido a las políticas de ajuste fiscal que limitaron las negociaciones salariales. En contraste, el sector privado formal logró una recuperación parcial a través de las paritarias y convenios colectivos que buscan evitar despidos y mantener un salario de equilibrio. Sin embargo, advirtió que este equilibrio es frágil y se mantiene en el límite para evitar pérdidas de empleo.
Por otro lado, la suba observada en los salarios de los trabajadores no registrados tiene componentes técnicos y metodológicos relacionados con mejoras en la captura de datos por parte de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que reflejan mejor la realidad del sector informal. “La recuperación del salario informal no se explica solo por un rebote económico, sino también por un cambio en la metodología que permitió captar mejor los ingresos de ese segmento”, aclaró Salvia.
El economista destacó que, en términos relativos, el sector informal aún está por debajo del sector público, que mantiene cierto poder de negociación, aunque en un contexto de ajustes presupuestarios y recortes.
Salvia también comentó que la estabilidad en la inflación en el último período ha generado un efecto “disciplinador” en las negociaciones salariales, lo que ayuda a evitar conflictos laborales, pero también limita la recuperación de poder adquisitivo. “El trabajador sabe que su salario no crecerá para recuperar lo perdido en meses anteriores y, por ende, no presiona mes a mes por ajustes”, detalló.
Inflación y productividad, factores clave en la caída salarial
De acuerdo con los expertos, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios en los últimos 100 meses se explica principalmente por dos factores: la inflación sostenida y la baja productividad laboral.

En primer lugar, la inflación ha erosionado de manera constante el salario real de los trabajadores. Los economistas coinciden en que la persistencia de altos niveles inflacionarios impide que los aumentos salariales acompañen adecuadamente el incremento de precios. Según José Vargas, director de Evaluecon, “la principal causa de la pérdida de poder adquisitivo es la inflación, que acumuló un atraso salarial año a año por la falta de renegociaciones efectivas”. A esto se suma un fenómeno conocido como el rezago en los ajustes salariales. Como explica Daniel Garro, director de Value International Group, “los salarios suelen actualizarse sobre índices de precios históricos, lo que genera que siempre vayan detrás de la inflación real, especialmente en períodos de alta variación de precios”.
La inflación no solo impacta directamente sobre el salario real, sino que también afecta la capacidad de las empresas para otorgar aumentos. En este sentido, Garro señala que la baja productividad laboral limita la posibilidad de incrementar los salarios nominales a la par de los precios: “cuando la productividad por empleado es baja, las empresas no pueden absorber incrementos salariales que igualen la inflación”. Esta situación genera que, en períodos de alta inflación y baja productividad, los salarios reales caigan y se mantengan rezagados.
El proceso inflacionario, junto con la baja productividad, forma un círculo vicioso que dificulta la recuperación del poder adquisitivo. Raúl Mercau, economista, apunta que esta dinámica tiene su origen en la falta de crecimiento sostenido de la economía y la estancada evolución del empleo formal. “En los últimos 10 años, el empleo formal se mantuvo estable, mientras que creció el sector informal y cuentapropista, lo que también influye en la dinámica salarial”, explicó.
Para revertir la caída salarial, los especialistas coinciden en que es fundamental lograr una combinación de estabilidad en los precios y un aumento de la productividad laboral. Garro indica que “solo con una política monetaria que reduzca la inflación y un aumento sostenido de la inversión que eleve la productividad, los salarios podrán recuperarse en términos reales”. Vargas agrega que esta recuperación debe estar acompañada por una mejora en la actividad económica que impulse sectores clave del consumo y la generación de empleo, como el comercio minorista, la venta de vehículos y la construcción.

Además, la reducción de la inflación genera un efecto disciplinador en las negociaciones salariales. Como explicó Salvia, “la estabilidad reciente en los precios ha hecho que los trabajadores no presionen por aumentos mensuales para recuperar pérdidas pasadas, limitando así los conflictos laborales, pero también la recuperación real de los ingresos”.
Raúl Mercau también destacó la dispersión sectorial y regional en la evolución salarial durante los últimos años. Señaló que los sectores más intensivos en mano de obra, como comercio, industria y minería, que representan cerca del 50% del empleo registrado, son los que menos han recuperado salarios reales. Esta dinámica impacta en el promedio general del país y limita la mejora del poder adquisitivo.
El economista también explicó que el salario real debería reflejar la productividad marginal del trabajo, que es la productividad del último trabajador incorporado. Por lo tanto, la caída sostenida del salario real indica que la productividad promedio no ha crecido e incluso podría estar disminuyendo.
A nivel macroeconómico, Mercau señaló que la reducción del salario real implica una menor participación del factor trabajo en el Producto Bruto Interno (PBI), generando una redistribución relativa hacia el capital. “Esta dinámica puede estar vinculada al modelo económico en transición que atraviesa Argentina”, subrayó.
Finalmente, advirtió que la caída del poder adquisitivo tiene un impacto directo en el consumo y el dinamismo económico. “La menor capacidad de compra reduce la demanda y frena el crecimiento, configurando un círculo que dificulta la recuperación económica”, cerró.
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