
Si existiera un boletín de calificaciones para medir el desempeño de la economía, sería difícil evitar un “distinguido” para el primer año de gestión de Javier Milei. En buena medida por los logros obtenidos, pero también por una cuestión de expectativas: pocos hubieran apostado semejantes resultados en tan poco tiempo.
El pesimismo de arranque estaba además relacionado con el alto nivel de deterioro que había dejado la anterior administración: inflación descontrolada, brecha cambiaria arriba del 150% y reservas netas negativas por más de USD 10.000 millones. Pero junto a ello, también se sumaba la incertidumbre sobre un Presidente sin experiencia política y una representación legislativa minúscula.
Con ese contexto, los logros obtenidos en el primer año de gestión lucen casi milagrosos. Desde el primer mes el Gobierno logró superávit fiscal y se convirtió en el principal pilar de la gestión. A partir de esa obsesión por el cuidado de las cuentas públicas llegó todo lo demás.
La emisión cero de pesos es posible exclusivamente porque se cerró la canilla de financiamiento del Tesoro por parte del Banco Central. La baja de la inflación también está relacionada directamente con este aspecto. Y como consecuencia del estricto control de pesos se desplomó el dólar en el segundo semestre hasta llegar a este momento, con la brecha cambiaria prácticamente en cero.
Ningún consultor había proyectado para diciembre de este año que los dólares financieros perforarían los $ 1.100, que la brecha desaparecería o que la inflación ya estaría por debajo del 3% mensual, tras el 25,5% del final del 2023. Eso refleja que el comportamiento de las variables económicas fue mucho mejor que lo que cualquiera se hubiera imaginado hace solo algunos meses.
Activos voladores
La reacción de los mercados financieros es un todo un capítulo aparte. Los activos argentinos revolucionaron el mapa de los inversores a lo largo de 2024. El índice Merval acumula una suba superior al 100% en dólares en lo que va del año. Ya cotiza medido en CCL a casi USD 2.100, recuperando los niveles del mejor momento del gobierno de Mauricio Macri.
Las acciones bancarias tuvieron subas exorbitantes a lo largo del año, en buena medida porque se trata de los papeles más fáciles para entrar al mercado local. Grupo Financiero Galicia lideró esas ganancias, con un incremento hasta ahora de 247% en dólares, mientras que Macro acumula una suba de 208%. Ahora las miradas de los inversores se centran en acciones energéticas como YPF, Vista Energy y Pampa.
Los ADR de bancos locales incluso superaron a acciones “estrella” de Wall Street como la fabricante de semiconductores Nvidia, que acumula una ganancia de 195%. Fue la empresa más demandada para apostar por el vertiginoso uso de la inteligencia artifical en todos los ámbitos. También le ganaron ampliamente al Bitcoin, que sube 126% en el año.
Los bonos son un capítulo aparte. También acumulan un rally espectacular, con subas en algunos casos del 80%. La evolución es sumamente relevante, porque marca la confianza de los inversores sobre una mejora sustancial de la capacidad de pago del Gobierno. El riesgo país reflejó esa mejora, comprimiendo desde más de 1.700 puntos a solo 750 puntos básicos.
Esta recuperación aleja la posibilidad de un default de la deuda, cuando a principios de año parecía inminente una nueva reestructuración. Ahora el Tesoro ya acumuló los dólares para hacer frente al vencimiento de enero por unos USD 4.500 millones y se descuenta que no habrá inconvenientes para enfrentar un pago similar en julio.
Las opciones son a esta altura múltiples: un desembolso del FMI, un repo con bancos internacionales, avanzar hacia un canje de deuda amigable o directamente salir a financiarse con los mercados para hacer el “roll over” de lo que va venciendo. Esta última opciones depende de una baja del riesgo país a menos de 500 puntos básicos.
Pero la historia continúa y el Gobierno se enfrenta a otro año con desafíos que son muy diferentes a los de este primer 25% del mandato. Por lo pronto, las expectativas son grandes y la vara es alta. Las encuestas reflejan que cerca del 60% de la gente considera que 2025 será un año mejor que éste. Por lo tanto, la calificación de Milei para el período que se inicia estará en relación a esta proyección.
De la inflación al PBI

Si en el primer año de la gestión el clamor pasaba por bajar la inflación, ahora el pedido pasa por una recuperación de la economía y especialmente de los ingresos familiares.
La proyección del Gobierno es que la economía repuntará 5% en 2025 y algunas consultoras calculan que el rebote podría ser aún mayor.
Hay varios indicios que este repunte podría lograrse, sobre todo a partir de los sectores que hoy presentan mayor dinamismo, como el agro, energía y minería. Allí es donde se están concentrando las mayores inversiones y a su vez los que presentan más capacidad exportadora. Sin embargo, se trata de rubros capital intensivo, que generan pocos puestos de trabajo.
Por eso, una de las grandes incógnitas para 2025 es si esta mejora se terminará sintiendo en los grandes centros urbanos con más empleo, recuperación de salarios y mayor consumo.

La expectativa es que la baja de la inflación ayude a recuperar poder adquisitivo y que además el aumento del crédito ayude a recuperar la demanda interna. Esto puede darse a través de más cuotas sin interés para indumentaria o electrodomésticos, junto a más opciones de financiación para compra de autos o inmuebles.
Escollo cambiario
Uno de los escollos que aparece sobre todo para el sector industrial es el tipo de cambio. Argentina se volvió súbitamente cara en dólares, generando un problema para las empresas, que además deben enfrentar una mayor apertura de la economía.
Los datos tanto de industria como de construcción de octubre vinieron flojos, manteniendo fuertes caídas interanuales, pero además leves bajas respecto a septiembre. Esto marca que el rebote no será tan fácil de conseguir y que además la economía tendría sectores muy ganadores y otros que tendrán serios problemas para mantenerse a flote.
El repunte de la actividad del año que viene también dependerá del ritmo con el que se liberen las restricciones cambiarias, los posibles desembolsos del FMI y una mayor caída del riesgo país que le permita al Gobierno recuperar acceso al financiamiento de los mercados, luego de seis años de ausencia.
Sin embargo, la principal mirada de los inversores para ver si realmente esta salida de la Argentina es sustentable pasa por el resultado de las elecciones legislativas. La memoria de lo sucedido con Mauricio Macri todavía está fresca. Y el temor de un regreso del kirchnerismo y a políticas alejadas de los mercados está aún lejos de haber desaparecido.
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