
“Es la recta final y las dos partes jugaron sus cartas más fuertes, pero no creo que sea el fin del mundo: habrá acuerdo. En el default pierden las dos partes”, la frase de un ex funcionario avezado en la negociación de distintas deudas de la Argentina, es la que mejor sintetiza el momento.
Por tres dólares los fondos no van a ir a un juicio que puede demorar más de una década y con incertidumbre sobre lo que cobran. Lo más grave es lo que sucede con el resto de sus carteras en un mundo donde, solo se salva el oro, todos los activos están inestables, Hasta el dólar se debilitó. Desde el 19 de marzo perdió 10,35% de su valor frente a las seis principales monedas del mundo: el euro, el yen, la libra esterlina, el dólar canadiense, el franco suizo y la corona sueca.
Si faltaran sumar males a la situación, toda la región se debilitaría con el default de la Argentina porque aumentaría su riesgo. En la cartera de los rebeldes, también hay bonos de esos países, en particular de Brasil, Chile y Colombia. Ni hablar de México.
Las adversidades para la Argentina también son críticas. El país quedará afuera del mundo porque si no hay acuerdo la presión cambiaria será insoportable y recaerá sobre precios y salarios, sin poner en el inventario la caída de exportaciones por falta de financiación internacional y la debilidad que habrá sobre las provincias y empresas privadas endeudadas con el exterior, que van a ser arrastradas al default si no hay acuerdo. Y acá habrá que sumar USD 30 mil millones a los USD 70 mil millones que se están negociando. Una diferencia de USD 3 mil millones de dólares a pagar en 8 años no puede condenar a las dos partes a ser perdedores. El monto que los separa es ínfimo.
Apostar a fondo
La Argentina apuesta a que puede tener como salvavidas al FMI. Se lo dice a los acreedores. Pero ellos saben que, si el organismo multilateral accede al pedido local, le va a pedir una dolorosa reforma de la economía que incluirá los convenios laborales, el sistema previsional y el recorte del gasto, lo que implicará rebajas en los empleos públicos de provincias y municipios.

Todos deberán achicar el sector público, porque la coparticipación se verá notablemente reducida por el ajuste que exigirá el FMI, cuya única meta es que el país al que ayuda consiga tener superávit fiscal. En estos momentos, la Argentina se encamina al récord histórico de déficit. Cada vez que se menciona la palabra fiscal, no hay que olvidar que se refiere al presupuesto. Las reformas se traducen en un solo concepto: bajar el presupuesto vía gasto público, para recortar impuestos y costos innecesarios que provocan los convenios laborales, además de bajar subsidios y hacer una profunda reforma previsional que no debe extrañar que incluya el retorno de los fondos de pensión, acompañando al sistema de reparto.
La salida que proyecta el Gobierno a través del FMI, sería más dolorosa que acordar con los acreedores. Por eso será una semana tensa para los inversores porque podría haber grandes ganadores y grandes perdedores.
En lo que coincide la mayoría es que mañana no termina la negociación, pese a que sea el plazo límite y el presidente Alberto Fernández asegurara que no se moverán de su postura. No sonó a portazo la frase presidencial, porque tras el fracaso del canje -los bonos ofrecidos por los acreedores son inferiores a 40% de la deuda y están lejos de 66,6 por ciento que se exige- habrá una extensión del plazo. Lo cierto es que la Argentina hizo una pésima y extensa negociación de la deuda, cambiando varias veces de opinión desde el inicio.
Los tres grupos de acreedores rebeldes le advirtieron que sin ellos no iba a alcanzar la mayoría necesaria para evitar el default. La advertencia fue real y ahora el ministro de Economía, Martín Guzmán, quedó en desventaja porque deberá enfrentar una negociación que decidirá el futuro de la Argentina. A él se lo responsabilizará si hay fracaso.
Por eso, hoy el mercado con sus precios dirá como piensa. No va a ser una semana fácil para el Gobierno porque el dólar va a subir en todas sus formas -menos en la oficial, por supuesto- aun cuando los inversores crean que habrá arreglo a fin de agosto o setiembre. Nadie espera una decisión clave para el país sin estar cubierto. El viernes hubo una advertencia: los dólares alternativos subieron más de 2% y son los que mandan en la plaza.
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