La desaceleración de la inflación de enero tiene sus condicionantes

La baja no deja de ser un dato positivo aunque es necesario tener en cuenta los elementos subyacentes a esta dinámica de precios para no confundir desaceleraciones transitorias con aquellas que se apoyan en fundamentos sólidos de largo plazo

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En enero los capítulos que sobresalen son esparcimiento y alimentos y bebidas
En enero los capítulos que sobresalen son esparcimiento y alimentos y bebidas

El pasado jueves el Indec difundió el último informe de precios que arrojó el primer dato de inflación de 2020. Por debajo de las expectativas, la tasa de inflación alcanzó el 2,3%, alejándose considerablemente de la estimación del REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA), que esperaba un 3,8% que luego recortó a 3,5% a inicios del presente mes.

Si bien se trata de un guarismo más bajo en comparación con la inflación registrada en la segunda mitad del año pasado es importante recalcar ciertos puntos para entender la desaceleración observada. A saber:

1 - En primer lugar, no puede soslayarse el hecho de que existen distorsiones en algunos precios de mercado: rige un congelamiento de combustibles y tarifas (reflejado en una variación de los regulados del 1,1%); se retrotrajo el precio de los medicamentos en un 8% que impactó en el capítulo de salud (-2%); el tipo de cambio oficial se mantuvo estable y sin variaciones durante el mes producto del control de cambios y el impuesto PAIS actuando como ancla de precios.

2 - En segundo lugar, con algunas excepciones, la inflación de enero actuó como un piso en términos mensuales desde que se restituyó la serie de precios del Indec (ver gráfico de abajo). Dicho esto, de respetarse esta dinámica estacional cabría esperar algún tipo de rebote en los próximos meses cuando la demanda de dinero se suele contraer significativamente.

En línea con la medición del Indec, en Bahía Blanca el IPC-CREEBBA mostró una variación mensual del 2,6%. Pese a la desaceleración, los precios al consumidor crecieron 56% en términos interanuales, pico máximo de la serie iniciada en 1996 por el centro de estudios.

Los capítulos que sobresalen en ambos índices son esparcimiento y alimentos y bebidas. El primero registró una tasa de crecimiento del 7,2% según CREEBBA y 5% según Indec (asociada a ajustes vinculados a la temporada alta estival). Por otra parte, alimentos y bebidas exhibió un alza del 3,8% y 4,7% respectivamente. Este resultado se dio en un contexto de restitución de la alícuota del IVA a 13 productos de la canasta de consumo (eliminado transitoriamente hasta el 31 de diciembre de 2019), razón por la cual cabía esperar un ajuste en este capítulo.

Desaceleración estacional con distintos contextos

Examinando el comportamiento de la inflación en los últimos años, se observa una dinámica de relativa desaceleración en los meses de enero aunque no deben pasarse por alto las distintas coyunturas, en especial la de los últimos años. En los primeros meses de 2018 Argentina se encontraba en el fin del rebote experimentado en 2017, con un tipo de cambio nominal estable y una inflación por un tanto por encima de su ritmo de depreciación. En esa oportunidad el IPC arrojó una variación de 1,8%, mostrando una baja en términos relativos. En 2019, la dinámica fue completamente distinta ya que se arrastraba una inercia producto de la devaluación de 2018 y un fuerte traslado a precios. En dicha oportunidad los precios crecieron 2,9% exhibiendo un freno en el ritmo inflacionario de los últimos meses post devaluación de 2018.

IPC desde enero de 2017 hasta enero 2020
IPC desde enero de 2017 hasta enero 2020

En el presente, como se señaló, se conjugan algunos elementos coyunturales (precios regulados, tipo de cambio estable producto de un férreo control de cambios, factores estacionales favorables como pico de demanda de dinero, entre otros) que permiten una tregua en materia de precios. Sin embargo, no parecieran ser fundamentos sólidos para consolidar una desaceleración que se sostenga en el tiempo. Por un lado, porque los factores estacionales son de corta duración, y por otro, debido a que los congelamientos y controles de precios no pueden mantenerse de forma indefinida en el tiempo, o al menos, sin costos elevados.

En conclusión, la baja en la inflación no deja de ser un dato positivo aunque es necesario tener en cuenta los elementos subyacentes a esta dinámica de precios para no confundir desaceleraciones transitorias con aquellas que se apoyan en fundamentos sólidos de largo plazo.

El autor es Economista Jefe del Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca, Fundación Bolsa de Comercio de Bahía Blanca (@creebba)

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