Lo apodan el "Oráculo de Omaha" por su visión y puntería para las inversiones financieras. Tiene una increíble fortuna personal de USD 88.400 millones y es la tercera persona más rica del mundo, detrás de Jeff Bezos y Bill Gates. A los 87 años, Warren Buffett es un referente indiscutido para todo hombre de negocios y una influencia que suele marcar el ritmo de los mercados cada vez que decide comprar o vender acciones, o invertir acá o allá.
Su vida y sus consejos para alcanzar el éxito son un clásico. Hay miles de notas periodísticas y libros que lo retratan. Pero hay un punto, quizás controversial -o no tanto en estos tiempos-, que él mismo reconoce como vital para sus negocios.
Tiene que ver con particulares detalles de su vida matrimonial, que incluye una relación estable de más de 30 años, con la letona Astrid Menks, su actual pareja, una amiga de su primera esposa, Susie Thompson. Ella misma los presentó y ahí surgió una suerte de poliamor sin convivencia que duró décadas.
Buffett se casó con Susie en 1952. Tuvieron tres hijos (Susie, Howard y Peter) y si bien dejaron de vivir juntos en 1977, y él tenía otra pareja, permanecieron casados hasta que ella murió, en 2004. Dos años después, en 2006, contrajo matrimonio con Astrid.
Según sus hijos, en esa extensa relación de tres, en el entendimiento que lograron y en el apoyo, cada a una a su manera, de las dos mujeres a su padre, radica buena parte de la estabilidad familiar que le permitió a Buffett consolidarse como megagurú financiero (y hacerse multimillonario, claro).
"Ella está con mi padre hace años, estoy muy agradecida. Lo ama y lo cuida. Si Warren no tuviera un centavo, ella también estaría con él", le dijo Susie Buffett al New York Times. "Astrid y mi madre eran muy unidas, realmente se amaban", agregó. "Tenían una relación de tres tan inusual, tan fina y tan sofisticada", opinió en la misma nota Cedric Hartman, un amigo de los Buffett de Omaha.
Antes de morir, la propia Susan había definido en una entrevista televisiva a su amiga como una persona maravillosa que cuidaba y amaba a su esposo.
En rigor, Susan se cansó del frenético ritmo laboral de su esposo, quería seguir su carrera de cantante y lo dejó. Buffett siempre dice que descuidar esa primera relación familiar fue el mayor error de su vida. Pero mientras se separaban la propia Susie le presentó a Astrid, que era manager de un bar en el que había cantado. Tan buena era la relación que, según el británico Daily Mail, solían mandar tarjetas de salutación y de Navidad firmadas por los tres: "Warren, Susan y Astrid".
Funcionaron como un trío perfecto. "No convencional no es algo malo. Más personas deberían tener matrimonios no convencionales", dijo Susie hija en referencia a la pareja de su padre y a la relación constante de ambos con su madre.
Así, ambas "compartieron" al magnate. Incluso, con los años, Susan estuvo al frente de algunas obras benéficas de su marido y al frente de su fundación. En muchas galas y algunos viajes se los vio juntos por años.
El vínculo con Susan es de muy larga data. Según Business Insider, el abuelo de ella participó de una campaña política del abuelo de Warren. Se conocieron porque ella era la compañera de habitación de la hermana de Buffett, Roberta, en la Universidad Northwestern, y hubo flechazo a pesar de lo poco empático que solía ser Warren entonces. Él venía de una relación frustrada de la que solo le quedó un símbolo que lo acompañaría toda su vida: saber tocar el ukelele. Antes de la separación tuvieron sus idas y vueltas: a él se lo vinculó con Katherine Graham, histórica editora de The Washington Post, y a ella con un profesor de tenis.
Warren es hijo de Howard Homan Buffett, un broker que llegó a ser congresista de los EEUU. Siempre tuvo un buen pasar, pero el dinero "de verdad" lo hizo él. Niño rebelde, siempre cuenta su primera lección: cuando a los 11 su padre encontró en su habitación una cantidad descomunal de pelotas de golf que él robaba de una tienda Sears de Omaha, lo amenazó con quitarle lo que más quería: su trabajo de repartidor de diarios. La leyenda dice que con lo que ganó con los periódicos se compró un campo, pero seguro Howard puso el dinero. Desde ahí, nunca paró. Editó una revista de pronósticos hípicos y ganó su primer dinero grande con la venta de su empresa de flippers. Se hizo millonario en 1962 con su fuerte de siempre, las inversiones bursátiles.
Es el mayor accionista y CEO del fondo Berkshire Hathaway, un negocio que vale USD 500.000 millones. Desde que tomó control de esta pequeña empresa textil, a la que entró en 1965 y comenzó a diversificar inmediatamente, sus acciones crecieron un increíble 1.600.000%. En 36 de los últimos 52 años, el fondo le ganó al S&P500. Ahora ya se habla de sus posibles reemplazantes, mientras Warren despotrica contra el bitcoin. Junto a Bill Gates creó la iniciativa filantrópica The Giving Pledge por la cual se comprometió a donar al menos la mitad de su fortuna (él dice que donará mucho más que eso). A pesar de su patrimonio, es austero: vive en la misma casa de Omaha que compró hace 60 años por USD 31.500.
Ahora, en el tramo final de su vida, el simpático abuelo al que le sigue gustando desayunar helado –un combo de McDonald's– y tomar Coca Cola Cherry, le atribuye como nunca gran parte de su éxito al extraño y poco habitual entramado familiar que protagonizó. Durante 30 años fueron felices, y millonarios, los tres.