Se paró frente a la pelota con una calma que desmintió sus 19 años. Encaró el balón, hizo una pausa antes de ejecutar y, cuando el lenguaje corporal de Guido Herrera le anunció que se lanzaría hacia su izquierda, él remató a la derecha con un toque sutil. Enseguida abrió los brazos, se besó el escudo de Boca Juniors y recibió el abrazo de Chiquito Romero; el primero de la montaña que recibió. Valentín Barco fue protagonista clave de la clasificación del Xeneize a la semifinal de la Copa Argentina. El juvenil convirtió el último penal de la serie ante Talleres para decretar el 4-1, tras la igualdad 1-1 en los 90 minutos. Pero también ofreció destellos de su talento y un cruce con su compañero Edinson Cavani, con el que se amigó en el entretiempo.
En un muy buen partido de Boca en general (mereció llevarse la llave antes de los remates desde los 12 pasos), el Colo fue inconstante, aunque cuando apareció, brilló. Por ejemplo, en la asistencia a Cavani en la segunda parte, en la que Guido Herrera le ganó el duelo ante el uruguayo. Y, claro, en el remate para rematar el pasaje a la semifinal contra Estudiantes, que se jugaría en la fecha FIFA de noviembre.
En el medio, el roce con el experimentado delantero uruguayo. Sucedió en el primer tiempo, cuando el punta optó por definir él una ocasión y no le cedió el balón al joven ex Selección Sub 20. El lateral-volante le reclamó a Edinson tapándose la boca y el charrúa le respondió con vehemencia y un empujón. ¿Qué sucedió? Barco no apeló a eufemismos: “Fue una calentura del momento. Le reclamé algo, él se enojó y me dijo algo, pero ya pasó, lo hablamos y nos arreglamos. Estamos todos contentos”. La prueba de ello: fue uno de los primeros que lo abrazó cuando el ex Napoli y PSG anotó el penal del 1-1.
Valentín analizó el cotejo que depositó a Boca en el lote de los cuatro mejores elencos del certamen: “Hicimos un gran partido, fuimos muy superiores al rival, no nos cobran un penal en el primer tiempo, lo fuimos a buscar, fuimos justos ganadores. Cuando estábamos llegando, nos hicieron el gol. Sabíamos que íbamos a entrar en el segundo tiempo y lo íbamos a ganar”. “Lo mejor es que no nos damos por vencidos, nos sentimos cada vez mejor y nos vamos convenciendo más”, añadió.
Sobre su aplomo para patear el penal, explicó: “Lo pateo así, espero a ver si se mueve o no el arquero, y elegí el otro palo. Trato de no pensar mucho, me relajo cuando pateo. Vamos por todo”. Esa última frase presagió su pico de optimismo. Es que, cuando le consultaron por la final de la Copa Libertadores, aceleró a fondo. “Es el sueño de todos los Bosteros, de todos nosotros, estamos muy unidos, nos preparamos para este momento y vamos a ganar”, concluyó.
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