El termómetro de la vuelta del público en el Monumental: los más ovacionados, el pedido especial al Papu Gómez y la ausencia que se celebró

La Selección volvió al Monumental después de 4 años y 4 días. La magia del astro rosarino cautivó a un público que por momentos se olvidó del distanciamiento y celebró con abrazos desconocidos en los festejos de los goles

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Los hinchas vivieron una fiesta al ritmo de la magia de Messi (Fotobaires)
Los hinchas vivieron una fiesta al ritmo de la magia de Messi (Fotobaires)

Lionel Messi provocó que los hinchas se olviden momentáneamente del distanciamiento. Con sus goles, el astro rosarino generó que se improvisaran los abrazos espontáneos con desconocidos en las tribunas para que la fiesta sea completa.

Como si se tratara de un guiño el destino, las últimas gotas pesadas de las intensas lluvias que azotaron en la semana cayeron hasta las 16:37, cuando los 1.200 efectivos policiales ya estaban instalados en las inmediaciones del Monumental, aguardando el arribo de las 20.000 personas que volvieron a ver la sinfonía de Leo en el estadio de River, tras 4 años y 4 días de espera.

Pocos recordaban el último antecedente en Núñez, cuando la Selección estaba a cargo de Jorge Sampaoli y había defraudado con un pobre empate frente a Venezuela (1-1) en su camino clasificatorio para el Mundial de Rusia. Tampoco estaba presente la igualdad con Perú (0-0) en La Bombonera que había significado el último compromiso oficial con aforo en la misma eliminatoria (5 de octubre de 2017). En la nueva era de Lionel Scaloni, sólo había espacio para el agradecimiento popular hacia el plantel que terminó con la sequía de los 28 años sin títulos en el mítico Maracaná.

La jornada fue especial para Nico y para Fede, un binomio compuesto por padre e hijo que llegó desde Pilar con la ilusión de ver de cerca al astro rosarino por primera vez en sus vidas. El nene, con una Cajita Feliz en la mano para aguardar la dulce espera, tuvo que entretenerse con el juguete que le vino con la hamburguesa porque su papá debió escaparse del trabajo y recurrió a su celular para completar las tareas que tenía pendiente como programador antes de que abrieran las puertas.

También hubo mucho entusiasmo en una familia de Villa Martelli, que invirtió parte de sus ahorros para intentar entender la magia que desplega habitualmente La Pulga dentro de una cancha. “Por Messi pagamos lo que sea. No importa si nos tenemos que privar de las vacaciones por verlo”, aseguró el padre del grupo de 6 integrantes que consiguió los accesos para la Sívori baja.

Los amigos de Arteaga, Santa Fe, recorrieron más de 420 kilómetros para ver al astro rosarino (Foto: Franco Fafasuli)
Los amigos de Arteaga, Santa Fe, recorrieron más de 420 kilómetros para ver al astro rosarino (Foto: Franco Fafasuli)

En la misma sintonía se encontraban los hinchas de Remedios de Escalada, que a través de un emprendimiento personal manifestaron su agradecimiento hacia los héroes del Maracanazo con una bandera que representó los momentos más felices de la última Copa América. “El pibe se puso el país al hombro cuando más lo necesitábamos. Después de lo que consiguió en Brasil, no se le puede pedir más nada”, gritó con euforia y entusiasmo uno de los dueños del trapo. Una situación similar atravesaron las chicas de Temperley, que a pesar del mal tiempo, pusieron buena cara con pinturas y accesorios como suelen lookearse los espectadores en los mundiales.

En cambio, para los más experimentados se trató de una aventura adicional a sus antecedentes con la Selección. Como los jóvenes de Arteaga, que recorrieron 420 kilómetros por la Ruta 9 para llegar al horario que le marcaban sus entradas para ingresar al show. “Fuimos a Brasil en 2014 y a Rusia en 2018, pero esto es distinto ¡porque somos campeones de América!”, aseguró uno de los simpatizantes con algarabía, mientras seguía los pasos del Tula por la calle Udaondo y se reía del andar apresurado del reconocido fanático que se caracteriza por llevar el bombo a la mayoría de los encuentros internacionales.

Ellos, como tantos otros anónimos que colmaron las plazas disponibles del histórico escenario que albergó el Mundial del 78, fueron felices por Messi. Los goles del mejor jugador del mundo completaron una noche ideal en la que no hubo trapitos, ni vendedores ambulantes, ni disturbios. Sin los delincuentes que tomaban como rehenes a los hinchas que se acercaban con sus vehículos personales, los espectadores pudieron ingresar sin inconvenientes a sus respectivas ubicaciones.

Salvo aquellas personas que tenían derecho de admisión, o los que no habían completado el certificado para eventos masivos de la aplicación Cuidar en sus teléfonos no pudieron entrar al notable espectáculo que brindó el combinado albiceleste ante Bolivia. Como el caso de dos jóvenes que no quisieron revelar sus identidades, pero sus camperones con el logo de la AFA y sus camisetas del PSG exponían su fanatismo por la leyenda que brilló con su hat-trick. Ellos apostaron por un carnet de discapacidad de dudosa procedencia e inverosímil legitimidad. Naturalmente, no lograron superar los controles.

El agradecimiento hacia los héroes del Maracaná fue constante. Foto: REUTERS/Juan Ignacio Roncoroni
El agradecimiento hacia los héroes del Maracaná fue constante. Foto: REUTERS/Juan Ignacio Roncoroni

En las gradas, la música de La Renga, el Indio Solari, Vicentico, Guasones y Los Tipitos, entre otras bandas de rock, acompañaron los últimos minutos antes del comienzo del partido. En la pantalla gigante, Rodrigo De Paul recordaba los consejos de seguridad sanitaria para que nadie se quitara el tapabocas y el gol de Ángel Di María en Río de Janeiro se celebraba en reiteradas ocasiones al grito de Dale campeón...

También hubo memoria nostálgica en los penales atajados por el Dibu Martínez frente a Colombia, y el “Mirá cómo te como” se escuchó por los parlantes oficiales poco antes del bullicio celebrado por la multitud. La escena concluyó en un aplauso cerrado cuando apareció la imagen de Messi recibiendo el abrazo de sus compañeros, cuando el uruguayo Esteban Ostojich marcó el final de la consagración argentina.

Cerca de las 20 se escuchó la primera ovación: fue cuando los arqueros saltaron al terreno para hacer los trabajos precompetitivos. De inmediato comenzó el repertorio musical que fomenta a saltar porque “el que no salta es un inglés”. O “el que no salta es de Brasil”. Unos instantes después hubo un segundo reconocimiento: para los trabajadores esenciales de la salud que fueron invitados por la AFA y se encontraban en la platea Sívori. Pero el Monumental explotó cuando apareció Leo por primera vez ante su público. La entrada en calor de Messi significó un espectáculo adicional. Una precuela de lo que sucedería en el encuentro. Su pegada en los tiros libres improvisados, los movimientos en el tradicional loco y la sonrisa en su rostro fueron algunos de los factores más destacados del capitán argentino antes de regalar un nuevo repertorio.

Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar”... bajaba desde las gradas y el Enano devolvía el saludo. De inmediato llegó el sorpresivo “Scalooooni, Scaloooooni, Scalooooni”. El coro popular hacia el entrenador fue el paso previo al festejo de la Scaloneta. Y el tercero en el podio de los más admirados fue Ángel Di María, quien se llevó el cariño de la gente al grito de “Fideeeo, Fideeeo” cuando los protagonistas volvieron a los camarines para vestirse y afrontar el duelo contra el elenco del altiplano.

fanáticos con caretas con el rostro del capitán aportaron color a la fría noche porteña (Foto: Franco Fafasuli)
fanáticos con caretas con el rostro del capitán aportaron color a la fría noche porteña (Foto: Franco Fafasuli)

A las 20:24 los jugadores salieron al impecable césped del Monumental con la celeste y blanca. Una curiosidad: durante su ausencia hubo un riego innecesario que se mezcló con la continua llovizna que enfriaba la temperatura del ambiente. Tras un respetuoso silencio durante el himno de Bolivia, Sergio Torres -reemplazante de Ricardo Iorio a última instancia- entonó a capela las estrofas nacionales. Y con buen tino le dejó la parte del Juremos con gloria morir a los espectadores.

A los 50 segundos de iniciado el pleito, una molestia física de Di María incentivó al público a cantar su apodo para brindarle su apoyo. A los 2 minutos, un remate de Messi que se fue cerca del palo instaló el sonido que se extrañaba en las canchas: Uuuhhhh... A los 10, número clave, se recordó al Diez con el Maradoooo, Maradoooo... Y a los 13 la Pulga improvisó una obra maestra para abrir el marcador: golazo, jolgorio y reverencias hacia él.

En el complemento, el astro rosarino volvió a despertar el delirio tras una gran combinación con Lautaro Martínez y en el cierre concretó el 3 a 0 definitivo para garantizarse como souvenir la pelota. En cada conquista del Enano hubo reverencias con su nombre. Muy similares a las que recibía hace unos meses en el Camp Nou y que pronto comenzará a observar en el Parque de los Príncipes.

El pitazo final de Kevin Paolo Ortega le entregó 3 puntos más a la Argentina para dar otro paso hacia el Mundial de Qatar. Luego llegaron los festejos con reconocimiento hacia los campeones de América, y fotos con el codiciado trofeo obtenido en Río de Janeiro bajo un cielo iluminado por los fuegos artificiales. Al ritmo de Los Totora, Jimena Barón y Luck Ra, los hinchas pidieron que bailara el Papu Gómez. Y la figura del Sevilla bailó. La noche fue perfecta. En la jornada gris de Buenos Aires, la tormenta estuvo en los pies de Messi.

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