
En las exposiciones universales, cuya edición 2025 abrió sus puertas en Osaka, Japón, los países exponen sus avances tecnológicos y su cultura a un público ávido de novedades. Pero cabe preguntarse cuál es su función en la era del turismo de masas, internet y las preocupaciones ecológicas.
Esas exposiciones, que atraen millones de visitantes cada cinco años, nacieron en 1851 con la Exposición Universal de Londres organizada para celebrar la revolución industrial en su apogeo.
Ese año el imperio británico construyó el inmenso Crystal Palace, una estructura revolucionaria con una inmensa superficie de vidrio, para recibir a 14.000 expositores de 40 países.
Las ediciones siguientes fueron cada vez más grandes y espectaculares, como la de París en 1889 que dejó como herencia la Torre Eiffel, que en principio debía ser temporaria y al final quedó para siempre, convirtiéndose en un símbolo de la capital francesa.

Durante mucho tiempo, en las exposiciones, las potencias imperiales presentaban también a sus colonias con enfoques claramente racistas.
En la memoria colectiva, las Exposiciones Universales están vinculadas a herencias arquitecturales como el Atomium de Bruselas en 1958, las tecnologías futuristas o la transformación durable de algunas ciudades.
Algunas grandes innovaciones fueron presentadas en ocasión de una exposición, desde el ketchup hasta el teléfono, pasando por los rayos X. El cuadro pacifista “Guernica” de Picasso fue expuesto por primera vez en la Exposición Universal de París de 1937.

Además de Europa, donde surgieron, las Exposiciones Universales se han celebrado en casi todo el planeta. En Estados Unidos (la primera tuvo lugar en Filadelfia en 1876), en Australia (Merlbourne 1880), en Japón (Osaka 1970), en China (Shanghái 2010) y la penúltima en Dubái, en 2021-2022.
Desde 1928, la Oficina Internacional de Exposiciones, con sede en París, que reúne a más de 180 países, es el organismo encargado de organizarlas y de designar las ciudades organizadoras en una asamblea general.
La edición 2025 es la segunda que se celebra en Osaka, la de 1970, donde se expuso una roca lunar, atrajo a 64 millones de visitantes, un récord hasta la de Shanghái-2010.

En la era de Internet, de los medios masivos de comunicación y de la democratización de los viajes, las Exposiciones Universales pueden parecer obsoletas.
Las ventas de entradas para Osaka-2025 es decepcionante. Los organizadores de Osaka-2025, subrayan sin embargo la importancia de los intercambios entre naciones y los “encuentros inesperados” que posibilitan tales reuniones.
“El ser humano es una criatura que ha progresado reuniéndose, interactuando y compartiendo”, afirman.
Los organizadores destacan las atracciones más interesantes, como un meteorito venido de Marte o un “corazón” latiente cultivado a partir de células madre.
Yusuke Nagasawa, profesor de secundaria de 28 años, tiene previsto llevar a 140 alumnos de viaje escolar, “una oportunidad importante” para ellos. “Es una experiencia de aprendizaje valiosa, poder experimentar cosas reales, el contacto humano, que no se puede transmitir a través de una pantalla”, declaró.

La arquitectura desempeña un papel central y las naciones compiten en audacia y belleza en la construcción de los pabellones.
Osaka-2025 sigue la regla con un pabellón chino que representa un pergamino de caligrafía desenrollado, mientras que el portugués -diseñado por el arquitecto japonés Kengo Kuma- imita con cuerdas “el movimiento del océano”.
“Siempre han sido, y siguen siendo, lugares de experimentación arquitectónica”, dice a AFP Isaac López César, de la Universidad española de La Coruña.
Son un foro “donde se prueban nuevas formas arquitectónicas, nuevos materiales, nuevos diseños y tipos de estructuras y, en general, avances tecnológicos aplicados a la arquitectura”, explica.

El desarrollo sostenible está omnipresente en Osaka-2025, sobre todo en el pabellón suizo, que presenta esferas transparentes entrelazadas con vida vegetal y pretende reducir la huella ecológica.
Pero las exposiciones son criticadas a menudo por su carácter temporal, ya que la mayoría de los pabellones están destinados a ser demolidos tras los seis meses que permanecen abiertos al público.
Después de octubre, la isla artificial que alberga Osaka-2025 será arrasada para dar paso a un complejo hotelero y un casino.
Según la prensa japonesa, sólo se reutilizará el 12,5% del “Gran Anillo”, la enorme estructura de madera que rodea las decenas de pabellones nacionales.
Fuente: AFP
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