
Víctor Magariños D. fue uno de esos artistas bien artistas. Uno de esos personajes poco interesados por la fama, el comercio y el cúmulo de condecoraciones que históricamente rodean al circuito del arte. Su interés incansable radicaba en la investigación científica y su relación con lo visual, dando como resultado una obra de simpleza abstracta y riqueza conceptual.
Luego de 15 años de ausencia, la Galería MCMC reúne su producción de los años 50 a los 90, en un audaz retorno a su obra con la muestra individual En silencio. En diálogo con Infobae Cultura, el curador Marcelo Pacheco, contó: “A pesar de que nunca terminó de desaparecer del ambiente y vivió aislado toda su vida, hay alrededor de 6000 piezas que se conservan del artista”.
La exposición recorre la obra de Magariños a través de múltiples técnicas y soportes. Hay fibras, témperas, collages, papeles, telas, acrílicos, maderas. Hay obras planas, esculturas colgantes e instalaciones lumínicas. Hay una división de obras por espacios, por períodos, por temas. Muestra el paso de un artista autopercibido moderno a la inclusión de nuevos símbolos que lo convierten en uno contemporáneo. Es una verdadera muestra retrospectiva de las que ya no se ven muy seguido en las galerías porteñas.

Magariños nació en Lanús en 1924. Estudió en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano donde luego se desempeñó como docente. Fundó el “Grupo Joven” junto a otros artistas de su generación y en 1951, viajó a Francia a través de una beca otorgada por el gobierno francés, donde conoció a artistas de la talla de Georges Vantongerloo, Fernand Leger, Max Bill, entre otros, acercándose al lenguaje abstracto. A su regreso, en 1967, se mudó a una zona rural de Pinamar, donde vivió y trabajó sin descanso, vinculado a artistas y científicos de todo el mundo, hasta su muerte en 1993.
Su obra forma parte de los acervos de museos nacionales tales como el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Malba, Macla y Macro. Entre las colecciones internacionales que cuentan con su obra se destacan el MOMA de Nueva York, la Albright-Knox Gallery de Búfalo, Nueva York, el Museo Nacional de Bellas Artes de Bruselas, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, el Museo de Arte Moderno de Paraguay y múltiples colecciones privadas.

En silencio, cuyo nombre es una ocurrencia del curador acerca del libro La verdadera pintura de Jacques Derridá, es una invitación a conocer la obra de este artista argentino de un modo particular. En la muestra no hay presencia de títulos ni descripciones de las obras. Esta acertada decisión curatorial, permite sumergirse en la obra abstracta de Magariños sin ningún tipo de intermediarios. Vivir una experiencia que sólo ocurre allí, en el contacto vivo de permanecer en silencio frente a las imágenes. Una experiencia, que además, será única y particular de cada espectador que la visite.
Esta multiplicidad de sentidos serán los que luego, se pondrán en juego al conocer más en profundidad las intenciones artísticas y científicas del artista que subyacen a lo visual. En este sentido, Pacheco afirmó: “Magariños en general no ponía ni títulos ni fechas porque quería que las piezas se mantuvieran anónimas. Era un artista suficientemente parlante en sus trabajos. Cuando uno lo cuelga en una muestra como ésta, sin título y sin fecha, dejamos que las obras naveguen por donde quieran con la libertad de que el espectador pueda ponerle su vuelta de tuerca propia”.

La investigación científica de Magariños se centró en lo que él mismo llamó arte cosmológico. El artista se encontraba especialmente interesado en la teoría de la relatividad y la física cuántica. Según Pacheco: “Lo que daba sentido a la utopía de Magariños era la ciencia y sus descubrimientos, desde la curvatura del universo hasta la subdivisión del átomo en fotones y neutrones. El artista suponía los avances de la física como señales de un nuevo conocimiento del cosmos, el advenimiento de un orden social diferente y un hombre nuevo, y el arte como medio de comunicación y vivencia de un mundo en transformación”.
Pero ante esto, entonces, ¿cómo llevar la teoría científica a la obra de arte? Magariños encontró una respuesta: le sumó una 4ta dimensión a la obra. “Además del alto, el ancho y el largo, quería que tuviera también la noción de tiempo incorporado”, afirma Pacheco. En este sentido, la temporalidad cobra un valor significativo para la obra como elemento subjetivo adicional de cada espectador que la contempla. Y según palabras de Pacheco, inspiradas en Arthur Danto, es uno de los factores en el pasaje de un artista moderno a uno contemporáneo y posthistórico.

En silencio es también una oportunidad. Pasaron 15 años desde la última exhibición de obras de Magariños en la Ciudad de Buenos Aires. Si bien, en Pinamar es posible visitar su refugio creativo, hoy convertido en Casa Museo, esta propuesta es una ocasión ideal para conocer y profundizar en la obra de este gran artista abstracto.
*La muestra permanecerá abierta hasta el 5 de octubre. Puede visitarse de lunes a viernes, de 11 a 19 hs, en MCMC (José León Pagano 2649, CABA) con entrada libre y gratuita.
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