La belleza del día: “Los espíritus de la tormenta”, de Evelyn De Morgan

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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“Los espíritus de la tormenta”,
“Los espíritus de la tormenta”, de Evelyn De Morgan, en la Colección Morgan, Reino Unido

Evelyn De Morgan (1855-1919) fue una de las pocas mujeres -junto a Eleanor Fortescue-Brickdale- que pudo ingresar a la Hermandad Prerrafaelita, el grupo realista que rechazaba el arte académico predominante en la Inglaterra del siglo XIX y que buscaba un regreso al detallismo minucioso y colorido de los primitivos italianos y flamencos, anteriores a Rafael.

En ese sentido, la obra de De Morgan corría por el amor prerrafaelita a los mitos y leyendas, pero también le agregan un elemento que la convirtieron en una simbolista, como es el caso de Los espíritus de la tormenta, una obra de 1900, que se encuentra en De Morgan Collection, Barnsley, Reino Unido.

La artista, Mary Evelyn Pickering de soltera, fue una prerrafaelita “tardía”, o sea, se sumó al movimiento que duró apenas 5 años, pero que influyó el aproximamiento hacia el arte de otras generaciones.

Sus obras son figurativas con la imagen femenina como eje, y a partir de ellas reproduce una serie de metáforas para expresar lo se llamó “contenido espiritualista y feminista”.

En ese sentido, Los espíritus de la tormenta, una obra de su última etapa, fue ejecutada en medio de la Guerra de los Bóers, dos conflictos armados que tuvieron lugar en Sudáfrica entre el Imperio británico y los colonos de origen neerlandés.

En la pintura se presentan a la lluvia, el trueno y el relámpago, personificadas como fuertes y bellos espíritus femeninos, que causan caos y turbulencias en el mar debajo de ellos.

A la izquierda, vestido de amarillo, está la lluvia derramando agua gris de un jarro; a la derecha, el rayo con alas rojas y pies alados, lanza relámpagos a la tormenta. En el centro, arriba, el espíritu de las Nubes de Tormenta, vestido de azul oscuro con sus alas oscuras y cortinas que se funden en el nubes de tormenta a su alrededor.

Sin embargo, en el centro de la imagen, hay un pequeño oasis, casi un santuario, que ofrece una sensación de esperanza por un futuro más tranquilo, que puede leerse como una representación simbólica del caos de la guerra y la esperanza de un regreso a la paz.

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