La historia de la novela inconclusa de Boris Vian, que un grupo secreto concluyó 60 años después

Acaba de publicarse “No hay manera de escapar”, la obra que el gran autor francés dejó inconclusa con su repentina muerte a los 39 años y que fue finalizada por la cofradía Oulipo. Eduardo Berti, único argentino miembro del grupo, es el traductor

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Boris Vian
Boris Vian

¿Cómo realizar una intrigante novela noir, protagonizada por personajes de elegancia extravagante, dandies exquisitos y femmes fatales, asesinatos y mucho jazz, y llegar al punto final después de sesenta años? No hay manera de escapar, del francés Boris Vian y el grupo Oulipo, da la respuesta.

Editada con sagacidad por Caja Negra Editora, que cumple 15 años, y traducida por Eduardo Berti, la novela cuenta con un aparato crítico que incluye las notas aclaratorias de la intervención de Oulipo, el posfacio de Nicole Bertolt (quien luego de convivir durante años con la viuda de Vian, Úrsula Kübler, se convirtió en la mandataria de la obra del escritor tras la muerte de su conviviente), las explicaciones de la intervención literaria para terminar y corregir la incompleta novela de Vian por parte de la comisión de Oulipo encargada de la tarea, la explicación de la portada de la edición francesa y la sinopsis que guió la culminación de No hay manera de escapar, además de una reseña de la relación de Oulipo con Boris Vian, que falleció en 1959 a los 39 años.

Vian había comenzado la obra en 1951, pero la dejó inconclusa hasta que seis décadas después se presenta a los lectores de este escritor, dramaturgo, poeta, músico de jazz, ingeniero, periodista, ajedrecista y traductor fallecido muy temprano, pero cuya había bastado para consagrarlo en las geografías de la literatura.

"No hay manera de escapar" (Caja Negra Editor ), de Boris Vian y Oulipo
"No hay manera de escapar" (Caja Negra Editor ), de Boris Vian y Oulipo

El argumento de No hay manera de escapar es sencillo y potente: un oficial estadounidense regresa, con una mano artificial luego de una herida bélica, de la guerra de Corea y no bien llega a su destino en Black River se entera del asesinato de una mujer que amó en el pasado. Se encuentra con su familia, personas de elegancia, y con sus amigos atravesados por el jazz y la extravagancia. Sin embargo, no es el único homicidio que sucede, ya que vuelve a sucederle a otra mujer a quien lo unió el amor. La pesquisa del homicida comienza y lo lleva por rumbos oscuros que hacen más negra a la novela negra.

Boris Vian tuvo una vida excepcional. Parte de una familia acomodada, su padre recién comenzó a trabajar a los 36 años luego de la Gran Depresión. Boris Vian se recibió de ingeniero, pero un año después publicó su primera novela Vercoquin y el plancton, donde retrataba su desmesuradas fiestas y su trabajo en el instituto estatal para las ciencias Asociación Francesa de Normalización.

Vian era un apasionado del jazz
Vian era un apasionado del jazz

Comenzó un raid escritural que incluyó la publicación de cuentos en Les Temps Modernes, de Jean Paul Sartre, y la crítica de jazz en Combat, de Albert Camus. También publicó más novelas, entre ellas, El otoño en Pekín (en la que Pekín no es escenario de la narración). Con la firma de Vernon Sullivan, heterónimo de un escritor negro, publicó novelas como Escupiré sobre sus tumbas, que le valieron juicios y censura debido a las altas dosis de violencia y sexo de las narraciones. Tuvo que revelar su identidad (en las novelas, Vian figuraba como traductor) y fue condenado a una exagerada multa. También se dedicó él mismo al jazz y la canción. Grabó un disco y una de sus canciones, El desertor, causó escándalo porque incitaba a incumplir las misiones coloniales bélicas en Indochina, luego Vietnam, por ejemplo.

Formó parte de la Colegio de Patafísica, una orden dedicada a continuar la obra de Alfred Jarry y su literatura del absurdo. Vian actuó en varias películas y fue director artístico de una discográfica en su colección de jazz. Vendió los derechos para llevar al cine Escupiré sobre sus tumbas y debía realizar el guion, pero fue apartado del film. Asistió al estreno de incógnito y murió, en 1959, de un ataque al corazón mientras veía la versión cinematográfica de su novela.

Eduardo Berti, el traductor de esta obra, es el único argentino miembro de Oulipo (Foto: Lihue Althabe)
Eduardo Berti, el traductor de esta obra, es el único argentino miembro de Oulipo (Foto: Lihue Althabe)

Oulipo fue fundada en 1960, un año después de la muerte de Vian. Se trata de una orden selecta, secreta y no convencional. La escuela, que tiene lazos evidentes con el Colegio de Patafísica, no establece una normativa artística, sólo ofrece un procedimiento de creación. Raymond Queneau, fundador del Ouvroir de littérature potentielle (cuyas primeras sílabas forman Oulipo) y que en castellano se traduce como Taller de literatura potencial, escribió los Ejercicios de estilo, en que se presentan hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un autobús como el método escrito con posterioridad Cien billones de poemas, consistente en diez sonetos en los que en todos se mantiene la misma rima, así que cada verso puede ser substituido por el verso correspondiente de otro soneto. Así, el número total de sonetos que existen potencialmente es de 10¹⁴: los cien billones que dan lugar al título. Eduardo Berti, el traductor de esta obra, es el único argentino miembro de Oulipo.

A veces la literatura no sólo se encuentra en una narración escrita, sino en las constelaciones que giran a su alrededor. Tal es el caso de esta novela de Boris Vian, y el caso de Boris Vian mismo.

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