Migrar, un viaje hacia uno mismo del que nadie escapa

En “Migrantes”, que se presenta en Espacio Callejón, seis actores de diferentes partes del mundo cuentan sus propias historias de coraje, pasión y desgarro. #TeatroEnInfobae

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"Migrantes", en Espacio Callejón (Yaco fb.me/yacoelfotografo)
"Migrantes", en Espacio Callejón (Yaco fb.me/yacoelfotografo)

¿Para qué sirve la migración? Por qué migramos desde siempre buscando horizontes cada vez mas lejanos? Por qué razón no nos satisface lo que tenemos aquí y ahora? Inconformistas, culpamos de toda frustración, a nuestro entorno. Y los mas corajudos, osados y valientes, no conformes con su presente, deciden aventurarse. Si supiéramos, que al final del camino, estaremos sólo nosotros mismos esperándonos, un poco más desnudos, más auténticos y más lucidos, tendríamos el coraje para iniciar ese recorrido? Quizás no. Porque siempre es doloroso. Quizás si. Porque puede ser liberador.

¿Quién sos Greta Risa? Me pregunto una y otra vez antes de escribir estas líneas. ¿Por qué al regresar a tu país de origen, luego de 25 años de migración en Francia, tuviste esta necesidad vital y desenfrenada de compartir y transmitir tu intensa vivencia en el extranjero, a través de tu primer obra presentada en Argentina? Lo hice, casi como una reivindicación. Respondí al llamado demente del que se siente un héroe porque mató molinos de viento y se creó su propia aventura, con un solo fin. El de sobrevivir.

¿Por qué necesitabas contar y entender vos misma lo que habías vivido? Creo que para hallarme, ordenar las piezas de un puzzle identitario. Reacomodar lo que me pasó a los 18 años, al irme tan joven e ingenua a enfrentar lo desconocido. Pero mi viaje, no fue más que el viaje iniciático que puede recorrer cualquier individuo. Yo necesitaba fervientemente darle toques de odisea y de aventura, para embellecerlo. Construirme y encontrar un hogar desesperadamente. Migrar es ir en cacería de lo que nos falta.

Foto por Yaco fb.me/yacoelfotografo
Foto por Yaco fb.me/yacoelfotografo

En Francia, aprendí rigurosamente el arte de la “troupe”, de esa familia teatral sólida que envuelve y protege, pero también exige y pretende, con las herencias incondicionales de la Commedia dell’arte italiana y del Mimo francés que se legaron y transmitieron de siglo en siglo. El ritual del espacio sagrado con su lenguaje ceremonial y formal. El clan entendido que transmite una Escuela, una Técnica precisa y que, casi herméticamente, va develando el oficio, de maestros a alumnos. El arte popular y profano que se ha vuelto un lenguaje y un patrimonio a preservar y a transmitir.

Y así volví de cargada, a los pagos que me supieron fuertemente acuñar y tan poco acunar. Tenía que vomitar artísticamente tan sustancioso viaje.

“Migrar es un viaje sin retorno” cita la obra de Fernández Chapo. Y cuando la descubrí y la leí, me sentí tan representada, me llegaron tanto a las tripas los testimonios de sus seis personajes migrantes, que de cierta forma me sentí exorcizada, antes mismo de comenzar a trabajarla.

Los que migramos y atravesamos fronteras, necesitamos ponerle palabras a esas odiseas, aventuras, experiencias y desgarros que vivimos, porque este viaje es una espiral iniciática enloquecedora de búsqueda permanente y pérdida incesante de la identidad. Nos vamos, nos perdemos, nos encontramos, nos evitamos y nos volvemos inevitablemente a encontrar, feroz y crudamente. “Porque migrar es un viaje hacia uno mismo del que nadie escapa, y ya no hay vuelta atrás”, dice uno de los personajes de Migrantes.

Seis de los años que pasé en Francia, fueron sin papeles, marginal, resistiendo, aferrándome no sé bien a qué, ni con qué pretexto. Tuve miedo, pasé hambre, tuve nostalgia por el tango que jamás había escuchado y me sentí extremadamente sola frente a la Nueva Tierra. Y así nacen la distancia, la capacidad de asombro constante, la necesidad de comprender, de situarse y de identificarse. La observación se afina, la escucha se agudiza, y como lobos con sus instintos a flor de piel, los migrantes comenzamos el proceso de adaptación, de integración, de inclusión. El destierro nos encuentra, lo dejado atrás resuena en eco y lo que nos falta, y reconocemos como propio, se revela a nosotros como algo tan simple que jamás pensábamos poder extrañar algún día. Los olores, los colores, los sabores de nuestra Patria. Todo eso, percibido por nuestros sentidos en el pasado, se vuelve como una gran Teta Materna que nos hace falta. Y nos endurecemos, nos volvemos guerreros y defensores de nuestra propia historia. Ahí debe nacer seguramente ese héroe migrante, hermano universal de todos aquellos que algún día tuvieron el coraje de cruzar fronteras e ir mas allá a la pesquisa de, no solo algo mejor, sino de un hogar en el que florecer y desarrollarse.

Greta Risa
Greta Risa

Este viaje es tanto hacia fuera como hacia dentro y no es más que el propio viaje de la vida.

El migrante se vuelve un arquetipo y un símbolo de la travesía, del cruce, de la indagación eterna del ser humano.

¿Quién soy? “No soy de aquí ni soy de allá”, relata otro personaje de la obra. Ya no soy de ninguna parte. Me he vuelto un ciudadano del mundo, y eso es tan maravilloso como vertiginoso.

Nosotros argentinos, con crisis de identidad eterna, hijos y nietos de migrantes en busca de una pertenencia, sabemos desarmamos y reconstruimos múltiples veces, en el viaje sin fin de la ida y del retorno. Así es migrar. Así es mirar mas lejos, anhelando lo que ya se tiene y extrañando lo que nunca se perdió.

Ambicionaba expresar en esta puesta teatral toda la locura y ferocidad que conlleva la migración. Pretendía desarmar y reconstruir mil veces esta aventura para quizás alguna vez entenderla yo misma y domesticarla. Nunca lo logré. Migrar es un hecho demasiado salvaje para ser domado.

Entonces, y como lo propone de manera fascinante la obra de Chapo, me rodee de seis actores de nacionalidades diferentes, todos verdaderos migrantes hoy en Argentina, para que cuenten cada uno su historia de migración o apenas intenten entenderla. Deseaba ver a estos actores más atravesados por sus recuerdos, que atravesando la historia. Quería carne al rojo vivo, mixturar deseos, fusionar culturas, colores, acentos, recuerdos. Coraje, pasión y desgarro. “Sangre, sudor y lagrimas”. Esperaba sinceramente, al final del recorrido, una respuesta. Esperaba que una voz común me aclarara sobre la razón del migrar o me explicara quizás, finalmente, quién soy.

Foto por Yaco fb.me/yacoelfotografo
Foto por Yaco fb.me/yacoelfotografo

La voz que apareció entre todos los migrantes que hicimos esta obra, fue la de un grito universal, humano, fuerte y esperanzador. El grito del derecho a ser libre, a imaginarse varias vidas posibles, a escribir siempre la propia, a buscar y probar la tierra en la que mejor floreceremos. A seguir haciéndonos preguntas y sorprendiéndonos de lo mas simple. ¿Echaremos raíces algún día? Quizás ya nunca podamos hacerlo. Creo que siempre seguiremos mentalmente en viaje.

La emoción de dirigir a estos seis actores migrantes y de países diferentes, hermanados y unidos bajo el ritual sagrado de una escena teatral, sobrepasó todas mis expectativas. El viaje migratorio es agotador. Migrantes me devolvió en espejo los sufrimientos e incertitudes irresolubles del destierro y yo pude finalmente reflejarme en ellos y descansar.

Por suerte, finalmente, frente a ese espejo, todos logramos empezar a reírnos de nosotros mismos y de lo absurdo que es ese personaje de eterno héroe conquistador.

En la travesía sobredimensionada de estos migrantes, se dibuja un lenguaje grotesco, ridículo y, afortunadamente, puede asomar un humor compartido que nos salva.

La tragedia y lo patético, una vez más, como las máscaras ancestrales y eternas del acto teatral, se encuentran ahí donde todo es desmesurado e inexplicable para el ser humano.

Los héroes siempre están en otra dimensión, rogándole al universo y hablando con los dioses.

Y así, los migrantes, encontramos el lenguaje para contar nuestras historias, en coro, universales, reflejándonos mutuamente, liberándonos y subiéndonos juntos al barco de este viaje, para sentirnos, al menos por un rato, héroes grandiosos de nuestras vidas y un poco menos solos.

*Desde el miércoles 5 de febrero a las 20.30, en Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Localidades: $ 450, descuentos a estudiantes y jubilados

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