En su nuevo libro, Eduardo Berti cuenta por qué seguimos escuchando a Pichuco

El escritor argentino radicado en Francia propone en "Por qué escuchamos a Aníbal Troilo" un recorrido por la vida y genialidad del compositor y bandoneonista que trascendió generaciones. "Parece una especie de 'Dios' ubicado en el centro del mundo del tango", dijo a Infobae

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Eduardo Berti presentó “Por qué escuchamos a Anibal Troilo” en Infobae.
Eduardo Berti presentó “Por qué escuchamos a Anibal Troilo” en Infobae.

"Elegante y popular, romántico y atorrante, discreto y emocional. En su múltiple condición de compositor, director de orquesta, bandoneonista y mito porteño, Anibal Troilo, Pichuco, es acaso aun más que la suma de esas partes". Así define Eduardo Berti en su nuevo libro (Por qué escuchamos a Aníbal Troilo, publicado por Gourmet Musical) al eximio músico que introdujo en el tango un estilo bien definido y único. El escritor y periodista  habló con Infobae sobre el hombre detrás del bandoneón y de cómo llegó a escribir sobre su vida.

"La figura de Anibal Troilo me interesó sobre todo cuando empecé a hacer documentales para canal Tango, hace más de 20 años. Ese fue mi primer curso intensivo sobre el género porque hasta ese momento lo que sabía era indirecto, a través de músicos de rock o de mi viejo, de la generación anterior. Y me llamó la atención que cuando entrevisté a músicos, cantantes y cantores todos lo nombraban y el lugar central que ocupaba en cada entrevista fuera quien fuera el entrevistado", dijo Berti sobre su redescubrimiento de Pichuco.

El escritor trabajó en una producción de documentales de Tango hace más de dos décadas; por entonces había dejado un memorial de libros de lectura imprescindible para los amantes del Rock argentino, entre ellos Spinetta: Crónica e iluminaciones (1988) y Rockología: Documentos de los '80 (1989, reeditado en 1994 y 2012).

Esta 14ª obra de Eduardo Berti forma parte de una colección de libros que busca profundizar en los motivos por los que algunos artistas se convierten en "esenciales, indiscutibles, verdaderamente únicos; más allá de los caprichos y vaivenes del mercado musical", según afirma la contratapa del ejemplar desde el que recupera la esencia de uno de los indispensables de la música argentina y del tango, de quien hace años nada se escribía.  ¿Acaso puede imaginarse al tango sin las orquestas de Troilo, los tangos sin sus arreglos, las canciones sin los cantores que él formó y la música sin el sentir que agregó a cada composición con la que dibujó el mapa de la sociedad porteña? Pichuco escribió con el lápiz de Roberto Arlt, pero en pentagrama.

¿Por qué Anibal Troilo? (¡Gracias por la elección!)

“El bandoneón, en manos de Pichuco, es un instrumento de posibilidades infinitas”. Julio Cortázar, 1973.
“El bandoneón, en manos de Pichuco, es un instrumento de posibilidades infinitas”. Julio Cortázar, 1973.

Por qué escuchamos a Troilo, de Eduardo Berti, forma parte de una flamante colección de libros propone la editorial Gourmet Musical de la que participarán escritores relacionados con el mundo de la música.

“¡No sé por qué en un momento surgió Troilo! Se impuso, apareció como una alternativa y me hechizó. Entonces me di cuenta de que quería escribir sobre él”.

Berti cuenta el por qué de su elección: "Mi primer reflejo fue escribir sobre los músicos que me acompañaron durante toda mi vida como Chico Buarque o Caetano (Veloso) porque los escucho desde los 10 ó 12 años. Esa es la música con la que crecí, igual que los Beatles. ¡No sé por qué en un momento surgió Troilo! Se impuso, apareció como una alternativa y me hechizó. ¡Entonces me di cuenta de que quería escribir sobre él!".

El nuevo libro de Berti no es una biografía clásica sino un recorrido novelesco -de hecho, además de periodista Berti es un prestigioso novelista- que cuenta la vida de un hombre que pasó por este mundo con la genialidad posada en sus dedos y supo hacer de su instrumento una  extensión de sus manos y de su corazón. Es innegable que Pichuco puso el corazón en cada composición y que supo acompañar con el compás exacto las letras que le llegaron para ponerle música y orquesta.

Sigue Berti: "En la editorial me dijeron '¡Elegí el músico que quieras!'… Me  quedé paralizado, debo decirlo", confesó y aseguró que al decidirse por Pichuco "tuve la sensación de que iba a explorar un territorio conocido pero a la vez nuevo para mí, me parecía una aventura interesante".

Escribir y describir a Troilo

“Troilo parece una especie de ‘Dios’ ubicado en el centro del mundo del tango y desde ahí —como esa especie de Buda o de personaje casi mitológico— parece tocarlo todo”, dijo Eduardo Berti en diálogo con Infobae.
“Troilo parece una especie de ‘Dios’ ubicado en el centro del mundo del tango y desde ahí —como esa especie de Buda o de personaje casi mitológico— parece tocarlo todo”, dijo Eduardo Berti en diálogo con Infobae.

"Me encantó el desafío de ver qué pasaba si tenía que escribir sobre Troilo porque era más que interesante ya que no quise escribirlo desde la ortodoxia del tango, no por no querer sino porque no podría ya que no pertenezco a ese mundo y tampoco soy de la generación que creció con Troilo. Y eso me llevó a investigar un montón de cosas, sistematizarlas y ordenarlas", reveló Berti y aseguró que al entrar en esa vida el músico lo subyugó.

"Lo que me sedujo es que toca todo… ¡Parece una especie de 'Dios' ubicado en el centro del mundo del tango y desde ahí —como esa especie de Buda o de personaje casi mitológico— parece tocarlo todo. Desde los comienzos del género hasta lo que se bautizó como 'Nuevo Tango' que tocó con (Astor) Piazzolla", aseveró y contó admirado sobre el protagonista de su libro: "Y lo que hacía con los arregladores, instrumentistas, con los cantores, con el baile… Tenía esa especie de balanza absoluta que hay entre la tradición y la innovación; desde lo rítmico, lo bailable y lo poético; entre lo instrumental y lo cantado; entre los instrumentos y los arreglos riquísimos de las orquesta… Todo lo hizo con esa capacidad que tuvo y hasta siguió con las orquesta hasta el final cuando ya eran pesadas, complicadas, caras… Pero siguió con esa actitud de estar siempre donde había que estar, con sus letristas, con sus amigos, pero a la vez siempre atento, como cuando aparecieron los hermanos Expósito (Virgilio y Homero) a los que les abrió las puertas como nadie, con ese don de ubicuidad que creo tiene que ver con una gran oreja, un gran corazón y una gran sensibilidad".

Además, Berti entendió que "había que tener talento para eso, que no sé que es y es muy difícil tenerlo de modo tan sensible porque encima de todo era muy humilde. He hablado de Troilo con (Horacio) Ferrer, con (Enrique) Cadícamo, con (Roberto) Goyeneche… Tuve la suerte de hablar de él con muchos y, cuando lo hacían, los ojos les brillaban porque recordaban a la persona y al artista, cosa que no es fácil porque muchas veces se distingue una cosa u otra y no las dos, confesó con sorpresa.  Supe que era verdad y que era como una palabra mayor porque cuando les nombraba a Troilo cambiaba el tono de la conversación y la emoción se apoderaba de todos cuando él aparecía en las entrevistas".

Pese a escuchar todo género musical, Berti no se considera "un tanguero", pero confiesa que la música de ese bandoneón lo emociona. "Pese al tiempo su música no perdió la emoción, pese a que hay otra sensibilidad, otras modas, otros sonidos… Estamos absolutamente en otra época, pero ponés a Troilo y hay algo que no falla, al igual que cuando escuchás al Polaco (Roberto Goyeneche) que te emociona y no sé qué es pero ¡te pone la piel de gallina! Son tipos que están más allá de las modas, trascendieron las fronteras del tiempo".

Berti reivindica la figura de Troilo como compositor más allá de su excelencia como bandoneonista y director de orquesta.
Berti reivindica la figura de Troilo como compositor más allá de su excelencia como bandoneonista y director de orquesta.

Al momento de iniciar la escritura de Por qué escuchamos a Anibal Troilo Eduardo Berti comenzó a navegar entre las composiciones que dejó el protagonista de su nuevo libro, descubrió algunas que no había escuchado y se reencontró con otras. Entre las que destaca está el dueto de bandoneones que ejecutó junto a Astor y la inigualable versión de "Volver" (1970) y el disco conceptual "Nuestro Buenos Aires" (1968) que grabó con Roberto Goyeneche en la voz, que interpretó como nadie las composiciones de Armando Pontier y Federico Silva. "¡Es un disco muy asombroso! Si bien la década del  '40 y el '50 fueron las de oro para Troilo, él siguió reinventándose hasta los últimos años e inventando cosas nuevas".

Berti reivindica la figura de Troilo como compositor más allá de su excelencia como bandoneonista y director de orquesta. "Todo eso es cierto, pero es incompleto porque sin dudas es el gran compositor del siglo, no sólo de tango. Con mencionar sus diez composiciones más conocidas sobresale su don como melodista, la justeza con la que musicalizó letras que no son sencillas y a la vez que no se parece un tema a otro. Hay una familiaridad, pero en cada tango parece que inventó algo. Es increíble".

Berti está radicado en Francia desde hace varios años. Volvió a Argentina un tiempo y volvió a migrar a Europa. No solamente escribió en la tierra de la Marsellesa el libro que este articulo presenta, sino que allí investigó la vida de Troilo y lo escuchó casi con otros oídos, lo estudió, se dejó hechizar por el genio del hombre humilde que hizo del pentagrama su mundo y del bandoneón, su voz. Una vez más, el tango volvió a la tierra que vio nacer a Carlos Gardel y que se enamoró de ése hijo pródigo tan aclamado en este lado del mundo.

El nuevo libro del periodista y escritor Eduardo Berti.
El nuevo libro del periodista y escritor Eduardo Berti.

Inevitablemente el alma de Pichuco —"el gorrión con gomina", como acertó Horacio Ferrer— se hizo presente y las calles de Buenos Aires se tiñeron de blanco y negro, volvieron los adoquines a su lugar; el cielo se puso oscuro y de las nubes encapotadas brotaron las quejas de aquel celoso bandoneón y todo se tiñó de gris porque ese es el color de la nostalgia y el que toma el firmamento cuando recuerda que un indispensable ya no está.

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