Balance 2017: un año de jazz en la ciudad del tango

Enérgico y pasional. Calmo, reflexivo, distante. Alegre o melancólico. Las mil y una formas que el jazz asume cuando los músicos lo convocan, marcaron a pura pasión la escena local en el año que termina. Un calendario que tuvo su apogeo en la segunda quincena de noviembre, cuando durante seis días más de 400 artistas y unos 200 shows conformaron la décima edición del Festival Internacional de Buenos Aires organizado por el gobierno porteño y que congregó unos 90 mil espectadores.

En el Auditorio de La Usina del Arte, el legendario contrabajista norteamericano Gary Peacock,  parte sustancial del combo de Keith Jarret, protagonizó la apertura del Festival con un show que presagió todo lo bueno por venir. Peacock, un habitué del mítico sello alemán ECM,  deslumbró con su "Now This Trío", que incluye al pianista Marc Copland y al batería Joey Baron, figuras centrales de la actual movida neoyorquina.  

Junto a Peacock, integraron la cartelera expresiones de variados estilos y procedencias. Como los pianistas Matthew Sheep y Jacky Terrason de Estados Unidos, Rita Marcotulli de Italia, los trompetistas Ralph Alessi de California y  Stéphane Belmondo de Francia; o la cantante sueca Lina Nyberg y la napolitana María Pía De Vito; compartiendo escenarios y cruces con músicos argentinos.  

Además del festival porteño también marcaron presencia sus similares de Córdoba (con quien Buenos Aires comparte figuras internacionales), el Festival Franco Argentino de Mendoza, el Nuevo Encuentro de Jazz del Nordeste en el Chaco, la XIII Edición de El Bolsón Jazz en Rio Negro y el Festival Mar del Plata Jazz; que aportaron una masividad siempre bienvenida para una música habituada a convocatorias y espacios reducidos.

También el CCK ofreció durante el calendario ciclos integradores con la curaduría del crítico César Pradines. Uno de los shows más convocantes fue el homenaje a Leandro "Gato" Barbieri, al cumplirse un año de su muerte, y que congregó al cuarteto del platense Pablo Ledesma junto a una decena de saxos invitados. Por el CCK pasó además el trío de Bill Frisell, el guitarrista de Baltimore considerado una de las voces más originales de su instrumento; mientras que el reconocido saxofonista estadounidense Joe Lovano, con más de 30 discos a su nombre y una extensa trayectoria internacional, ofrecía un show único en la Usina del Arte, en la Boca.

La programación del espacio de la Ribera, dirigido por el pianista Adrián Iaies (quien también está a cargo del Festival de Buenos Aires), impulsó además distintos ciclos, como el "Songbooks", en el que el contrabajista argentino Pablo Aslan, radicado hace décadas en los Estados Unidos, entregó una mirada jazzera sobre Osvaldo Pugliese y el pianista Diego Schissi, fundador del mítico "Quinteto Urbano", hacía lo propio con el repertorio de Mariano Mores.

El under jazzero también tuvo visitas de peso en 2017. Como la de Ken Vandermark, el enérgico saxo de Chicago, baluarte de la movida independiente, quien en febrero realizó un par de shows en Virasoro y La Pipa de la Pepa, dos espacios habituales de la cartelera porteña. Sobre septiembre, los aficionados (o al menos un puñado de ellos) tuvieron la impensada oportunidad de ver en escena al quinteto nórdico "Atomic", una de las formaciones más arriesgadas del nuevo jazz europeo, que llegó para un único show en el Domus Artis de Villa Urquiza.

Otra de las interesantes movidas de la escena independiente se dio en Roseti, una vieja casona del barrio de Chacarita, reducto habitual de las expresiones más innovadoras, Allí se realizó el encuentro "Punto de Fuga", que congregó distintas propuestas musicales complementadas con proyectos visuales. Los encuentros incluyeron free jazz, danza moderna y videos, con cultores locales del género como Enrique Norris, Bárbara Togander, Tatiana Castro Mejía, Francisco Salgado y Guillermo Roldán, entre otros.

En esa corriente se inscribe también la presencia reiterada del saxofonista Tony Malaby, nacido en Tucson, Arizona, parte de los  grupos de Charlie Haden y Paul Motian y que desde hace unos años encontró en la Argentina renovadas  "complicidades" para desarrollar su búsqueda. Los continuos viajes permitieron a Malaby compartir espacios con jóvenes músicos, manifestar su gusto por la comida local (a la que homenajeó en una de sus composiciones: "Empanada Power") y grabar el excelente "Lucha de luces" como invitado del trío del contrabajista Hernán Merlo.

Ya dentro del circuito comercial, se asistió a la llegada de nuevos e históricos valores internacionales. Entre los primeros, el norteamericano Gregory Porter, figura de la nueva camada de crooners y el ascendente saxo puertorriqueño Miguel Zenón. Entre los segundos el siempre vigente Chick Corea, una presencia habitual en los escenarios argentinos. También cosecharon aplausos locales el saxo Kenny Garrett, miembro del quinteto de Miles Davis a finales de los 80's, el maestro de generaciones George Garzone, el pianista italiano Stefano Bollani, la tecladista japonesa Hiromi Uehara y el joven Ravi Coltrane, segundo hijo del mítico John Coltrane, uno de los músicos más influyentes en la historia del jazz, fallecido en 1967.  

En el año aparecieron también interesantes novedades discográficas, aunque su difusión siguió siendo escasa. En el jazz local el disco configura una carta de presentación. Las más de las veces lo producen los mismos músicos, que pagan la edición de su propio bolsillo, lo distribuyen en los shows y en la prensa y lo llevan a los locales para gestionar nuevas fechas. Un escenario de esfuerzo y dedicación cotidiana, del que están ausentes las grandes discográficas, que no apoyan la edición de estos registros.

Por eso, parte de la producción emergente buscó refugio en pequeños sellos, como el rosarino BlueArt, que dirige el periodista Horacio Vargas y que en 2017 cumplió 15 años de actividad y lo celebró con propuestas valiosas como "Edén" del trompetista Sergio Wagner y "Dispositivo" del contrabajista Maxi Kirszner. También se anotan Kuai Music, refugio de la joven generación que además de discos físicos suma también una plataforma virtual y el innovador Nendo Dango Récords, que lideran Pablo Díaz y Paula Shocron y que agrupa expresiones de música improvisada que no tendrían otro destino para encausar su arte.

Durante 2017 el disco fue testimonio también de un enriquecedor cruce generacional y la confluencia de distintos estilos y propuestas. Así lo expresa "Nikli song", el disco a dúo entre el piano de Adrián Iaies y el flugelhorn de Mariano Loiácono,  el ya citado de Merlo- Malaby, con los nóveles Juan Filipelli y Fermín Merlo; o la "Otra parte del todo", que lideró el joven saxofonista Juani Mendez y que integró a Ernesto Jodos, maestro indiscutido de la última generación.

Sin abandonar las geografías jazzeras, también se contaron expresiones más cercanas al rock. Como la del guitarrista Lucio Balduini y su "El bosque brillante", segundo trabajo del cuarteto que alista a Pipi Piazzolla, Mariano Sívori y Esteban Sehinkman. El propio Sehinkman sorprendió por su parte con "Universo invertido", nueva entrega de su grupo "Pájaro de Fuego", que por primera vez incluyó letras en su música, con el aporte de la cantante de rock Mariana Bianchini.

También sumaron calidad Wenchi Lazo con "Temporal", Marco Sanguinetti, con "9", Pablo Basez y "La compañía eléctrica", Tatiana Castro Mejía, la pianista colombiana radicada en el país, con su "Giro y vuelvo giro" y Eleonora Eubel cantando su "Mestizada" en español.

A ellos se sumaron Jorge Torrecillas y "Una búsqueda infinita",  la invocación folclórica de Ernesto Zeppa con sus "Aires con memoria", el quinteto "Jazz Ladies", de la saxofonista salteña Yamile Burich, que integra a la talentosa Patricia Grinfeld en guitarra y los promisorios debuts como líderes de los saxofonistas Camila Nebbía y Juan Torres Fernández.  Aportes valiosos para un 2017 con más luces que sombras en el esforzado escenario del jazz local.   

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